Bertold Brecht escribió “Herr Puntila y su criado”.
El señor Puntila es un desgraciado cuando está sobrio y eso ocurre
rara vez. El resto del tiempo siempre está borracho y, como explica
su criado, «se vuelve bueno y ve ratoncitos blancos».
Puntila es una metáfora de esas personas que cogen curdas religiosas,
políticas, o vaya usted a saber de qué, que les llevan a esas
fases de constante exaltación anímica y subidón personal en torno
a un proyecto o empeño que lo ocupa todo. Van chutados de emoción:
son cogorzas y tajadas de campeonato, pedales obsesivos planetarios.
Egg, en su etapa blogera, era un Puntila. Probablemente, como socio fundador también va puesto. Y aquí, cuando colabora, es un Obelix esperando en la cola que alguien le dé la pócima que no necesita.
Puntila y Egg son prototipos...seguramente mientras lees la entrada te vendrán a la memoria otros.
Las primeras palabras de Puntila en la función van dirigidas a un camarero,
el primero que tiene a mano: «Ante este aguardiente voy a hablarte
un poco de mí. Estoy muy solo y voy a decirte todo lo que pienso del
Parlamento». En realidad, como a todos, lo que él quiere, por
encima de todo, es que le quieran. Pero el señor Puntila tiene un
secreto inconfesable que sólo comparte con su criado: «Matti, soy
un hombre enfermo . Una vez cada tres meses me despierto y, de repente,
estoy completamente sobrio».
Al principio el rústico Matti se alarma e indaga sobre los
detalles: «¿Tiene regularmente esos ataques de sobriedad?». El
señor Puntila asiente: «Regularmente. El resto del tiempo soy
completamente normal, como me ves ahora. Estoy en plena posesión de
mis facultades mentales y soy dueño de mis sentidos. Entonces me da
el ataque. Empieza con algo raro en la vista. En vez de dos
tenedores, sólo veo uno».
Los Puntilas son normales cuando están con la melopea,
amerluzados y enmoñados hasta las trancas...Se reconoce bien cuando está en versión "¡¡¡JOS MÍOS, JOS MÍOS!!!".
Puntila sigue... «durante esos ataques de sobriedad total e
insensata soy plenamente responsable de mis actos». Y ése es el
problema, porque «una persona responsable es una persona de la que
se puede esperar cualquier cosa», en la medida en que deja aflorar
su identidad más completa y articulada, sin el amortiguador del
alcohol....
Cuando el señor Puntila arremete sin tapujos contra las
personas a las que detesta e intenta expulsarlas de su hacienda, es
cuando está sobrio. Por eso se jacta, botella en ristre, de «luchar
como un hombre contra esos ataques de insensata sobriedad».
¿Quién no ha pasado por esa experiencia de estar embebido en
algún proyecto que le ilusiona y entonces se convierte en uno de
los personajes más atractivos de la barra del bar , pues tiene
imaginación, talento a raudales y el entusiasmo que derrocha se
transmite por doquier... tambaleándose sobre la calle, dando tumbos
para tratar de ir en línea recta y agarrándose a unos y a otros como
si fueran farolas .
Pero un día su euforia sucumbe ante la realidad y ese jarro de
agua fría le convierte en un hombre diferente, en un personaje
implacable, calculador y peligroso . Al ser arrojado lejos de la
inestable cubierta de sus fantasías la ansiedad le transforma en
un killer antipático y egoísta.
El personaje más singular es el criado Matti. No es ni
bobo, ni un granuja, sino un tipo que reconoce la superioridad del
señor Puntila, admira su «verdadero fuego interior cuando está
borracho» y ha renunciado a reformarlo desde que su amo le ha hecho
una advertencia muy precisa: «Aprecio tu sinceridad y sé que
siempre defiendes mis intereses, pero Puntila puede actuar contra sus
propios intereses, eso tienes que aprenderlo»
Supongo habréis conocido algún señor Puntila en vuestra vida.
No son difíciles de identificar. Ándate con ojo, o terminarás
siendo un esclavo, un criado, creyéndole bueno y que, encima, ve
“ratoncitos blancos”, o cosas peores.
¿Un Puntila? el Padre Marcial Maciel. ¿Otro?, Zapatero. Mas y Pujol, sin lugar a dudas. En el periodismo hay unos cuantos, Jiménez Losantos, por ejemplo. Kiko Argüello va sobrado de duchas carismáticas con manguera...¡estamos rodeados!
"Egg, en su etapa blogera, era un Puntila. Probablemente, como socio fundador también va puesto. Y aquí, cuando colabora, es un Obelix esperando en la cola que alguien le dé la pócima que no necesita."
ResponderEliminarBueno, quizá al final sea cierto (humildad por mi parte). Pero desde luego, en el juicio final querré estar en primera fila. O de fiscal, si me lo permiten, jeje. Estáré allí con palomitas disfrutando del espectáculo. Del Castigo.
¡¡¡HALAAAAAAAAAAA!!!
ResponderEliminar"Pero desde luego, en el juicio final querré estar en primera fila. O de fiscal, si me lo permiten, jeje. Estáré allí con palomitas disfrutando del espectáculo. Del Castigo.".
ResponderEliminarPues va a ser que sí,que este pobre hombre está enfermo (un fiscal comiendo palomitas,"disfrutando del castigo").
Muy enfermo.
No, yo creo que es sadomasoquista y que el castigo será el suyo. Es la única explicación a esta autoflagelación.
ResponderEliminarEl libro, por cierto, me recuerda al Quijote, la primera novela moderna, claro.
Conocí a un tipo que cuando era pequeñito cayó en una marmita llena de agua bendita.
ResponderEliminarTal vez sea el tal Egg.