A veces me levanto por la mañana , me miro en el espejo y pienso , "¡vaya mierda!". Y uno regresaría a la cama y se zambulliría en las sábanas .
Después haces mecanicamente todas esas domésticas costumbres de todos los días, y con la tostada, el café, el aceitito , y tres dientes de ajo negro que te echas al coleto , la cosa cambia..
Sí, la vida es un asco y más cuando tu mismo te ves con esas ojeras, y los pelos en la nariz y en las orejas , y las arrugas de la cuello , que te alejas el periódico para leer , que bajas las escaleras con torpeza , que ya te faltan los dientes que no se ven , la tensión...
Sin embargo, quedan algunas cosas que sí merecen la pena.
Me pasa lo mismo que al protagonista del cuento breve de García Márquez:
".…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida".
Bien pensado, si tuviera que dejar hoy este mundo, lamentaría perderme la próxima película de Scorsese, cualquiera de los platos de Ana Catering, o ver qué verso le sale a la última de Sabina, escuchar a Bach en casa, leer a Evelin Waugh , salir a pasear al páramo con las primeras nieves, componer una canción a alguien que pasaba por allí, o escribir una entrada en el blog.
Pero lo cierto es que -como decía el autor de la Salve- la vida es un Valle de Lágrimas y hay muchas razones para deprimirse . Ves a cualquiera de nuestros políticos y es que te quieres morir. Con el tiempo esto va a pior de lo pior.
A pesar de lo que se dice , he vivido como un hombre corriente,a veces he sido un héroe, otras un cobarde, me he equivocado en un montón de ocasiones , las he hecho muy gordas , y he juzgado mal a las personas. Como todos.
Pero nada de eso tiene arreglo. Es demasiado tarde para cambiar.
Lo más doloroso de cumplir años es que uno se da cuenta de ser muy poca cosa , de que no ha sobrevivido a sus ideales, del fracaso de cualquier empeño por transformar el mundo. O a ti mismo.
La maldición de envejecer consiste en que empiezas a caer en la cuenta de lo que pudo ser y no fue. Sin embargo, no estoy frustrado, porque no lo estoy: he jugado la partida y los dados han sido caprichosos, pero pudieron caer de peor manera.
Aunque la vida está llena de decepciones, aunque el espectáculo es deplorable, aún espero algo bueno de mi, y de vosotros.
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EN LO SECRETO: EL MIEDO Y LA VERGÜENZA