En su día novela Los hermanos Karamazov me dejó muy
tocado. Las conversaciones entre Alexsei, hombre de fe, y su hermano Iván, ateo
recalcitrante, son demoledoras. La escena del salvaje apaleamiento a un
caballo, metáfora de la Pasión , es terrible, así como muchos de los personajes
que se cruzan.
La parte del Gran
Inquisidor es un callejón sin salida moral que angustia al más pintado.
Es el misterio del
dolor, de por qué somos como somos, tan crueles, más bestias que las bestias.
Dios, la muerte, el dolor, el bien, la dignidad , la lujuria, la mentira. Lo
más grande y lo más ruin.
En Sierra Leona, los
guerrilleros cortan la mano derecha de los habitantes de una aldea antes de
retirarse. Una niña, que está muy contenta porque ha aprendido a escribir, pide
que le corten la izquierda para poder seguir haciéndolo. En
respuesta, un guerrillero le amputa las dos.
En Bosnia, unos
soldados detienen a una muchacha con su hijo. La llevan al centro de un salón.
Le ordenan que se desnude. «Puso al bebé en el
suelo, a su lado. Cuatro chetniks la violaron. Ella miraba en silencio a
su hijo, que lloraba. Cuando terminó la violación, la joven preguntó si podía
amamantar al bebé. Entonces, un chetnik decapitó al niño con un cuchillo y dio
la cabeza ensangrentada a la madre. La pobre mujer gritó. La sacaron del
edificio y no se la volvió a ver más» (The New York Times, 13-12-1992)
.
La vida es una
mierda. Hitler, Stalin, Pol Pot...
Pero llama la
atención que en medio de tanta miseria, de tanta indignidad, que parece formar
parte de nuestra condición ( basta asomarse al Antiguo Testamento) sólo Jesús, y dónde ha llegado su doctrina ,
ha conseguido cambiar , o al menos
mejorar, esa condición salvaje y cruel.
Es increíble
comprobar como con el Amor, con el perdón, con el martirio, con poner la otra
mejilla, puedes transformar a esos salvajes en personas. Y si no es así, da lo
mismo: moriré porque sea así.
Es difícil entender
que ante tanta maldad, tanto hijo de puta suelto, haya quienes defiendan que
ellos , los malos, también merecen ser
dignos, independientemente de su barbarie.
Es difícil de
entender que haya quien defienda que no se puede aplicar la ley del Talión, y
que predique el perdón.
¿A quién coño se le
ocurrió semejante idea, y cómo consiguió meterla en el corazón de hombres con
la conciencia como el caparazón de una tortuga?
Parece que fue Jesucristo...y dónde ha llegado
Él , el mundo es distinto.
En Roma Percibes todo eso , el bien y el mal.
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