Mi padre era un tío muy de “por si las moscas" (una frase que hoy suena como antigua). Por ejemplo, cuando íbamos al monte siempre llevaba en la mochila papel higiénico, y utensilios varios "por si las moscas". Y en el coche llevaba muchos "por si las moscas".
Para los que no son de España "por si las moscas" es algo así como "por si pasa algo".
Yo no soy muy de "`por si las moscas". Voy tirando y a ver qué pasa. Los “por si pasa algo” para algun@s son como el principio de Arquímedes " dame un por si acaso y moveré el mundo". Mucha gente educa sobre ese principio. Conocí una encargada de un colegio que lo guardaba todo. ¿Para qué?, yo creo que ni ella lo sabía. Para por si las moscas.
Y trabajé con un tío que tenía su corazón en un excel lleno de cosas pequeñas y grandes. Y anotaba en las celdas nimiedades- precios de unidades de un servilleta, un vaso de plástico, un helado...Y sentenciaba " pesete a pesete se hacen montoncitos".
Viví con garrapos que guardaban ropa que le iba pequeña por si un día adelgazaban y cabía en ella. Mi madre no dejaba que hiciéramos ciertas cosas "no vaya a ser " que nos pasara algo. La prohibición de bañarse hasta una hora después de comer, era muy típico.
En los lugares en los que curré vi personas que se aferraban a su puesto de trabajo- que odiaban- por si a lo mejor encontraban otro y resultaba pedor. Odiaban el opus y trabajaban en colegios de la opus. Los por si las moscas es la manera de que nada cambie y que todo siga como está.
Y es cierto que a veces necesitamos que suceda como el chiste del infierno y la mierda " ¡por favor, no hagan olas!" . Que nada se mueva. Virgencita, que me quede como estoy. No andar. No preguntar. Simplemente estar. Hay un tiempo para cada cosa. La vida como esos bandejas de la cocina llena de cachivaches que nunca usaremos.
Pero, ay amig@, llega un día cualquiera que todo se pone patas arriba. Todo sobra. A veces uno mismo. Y acercamos la papelera a nuestro lado y echamos todo aquello que sabemos que no sirve para nada. Eso que guardábamos por si acaso.
Y vamos al container y vaciamos toda esa mierda. Y después , ya luego, va uno de cabeza.
Allá va toda esa mierda. Esos miedos. Esa vergüenza. Esas dudas. Esas cosas que no servían para nada. Todo se mezcla. Y , venga, palante, a seguir, ligero de equipaje. Ni por si las moscas ni leches.
Sólo eres tú y la vida. Porque no hay nada más sano que luchar contra tanto ego almacenado que no sirve para nada.
Acabo de leer la entrada del sábado (los fines de semana procuro ser analógico). Fuerte abrazo y mucho ánimo.
ResponderEliminarUn abrazo muyyyy grande, Don Lalo
Eliminar"por si acaso" intento amar a mi mujer cada día...y si puedo más.
ResponderEliminarPues yo soy de tirar cosas. La ropa la llevo a una parroquia, si adelgazase me compraría algo (con tres pantalones y unas cuantas camisas o niquis ya paso).
ResponderEliminarLos libros, suelo regalarlos después de leerlos. A no ser que sean de Platón, Aristóteles o Heidegger que tengo subrayados y anotados.
Recuerdo cuando falleció mosén Ignasi Segarra, tenía su fichero (me impresionaron especialmente las pestañas tituladas "correspondencia con los obispos" o "recuerdos de Estados Unidos" o "apuntes de Andorra") que fue a parar al contáiner tras su fallecimiento, sin ni siquiera echarle un vistazo (incluso había diapositivas del comienzo de la lábor en USA). TODO fue al contáiner, colchón incluido. A la peña no le interesaba absolutamente nada de este sacerdote. Vaciar la habitación y en dos días ya había otro viviendo allí (era habitación VIP, y otro de la casa la conquistó).
Gracias, Sanyi...Este género de anécdotas siempre me impactan y me confirman en lo acertado de mi decisión de abandonar la bebida y la práctica del balompié.
EliminarHay que aprender y escarmentar en cabeza ajena. Lo de Mosén Segarra duele. Era un tanto infantil, pero muy buen tío. Lo conocí bien.
EliminarNada como ir ligero de equipaje; estrenar vida a cada despertar; desatar lastre; olvidar tanto como se pueda; morir a todo al ir a dormir.
ResponderEliminarHoy me lo ha enseñado un perro; sólo podía mover las patas delanteras y su dueña le ha aderido unas ruedas y unos ejes en las traseras. Se le veía feliz moviendo la cola, zambullido en el instante presente del parque soleado, corriendo y arrastrando las ruedas. Muchos humanos vivirían en la amargura obsesionados con lo que no consiguen hacer. El animal está en su presente disfrutando de lo que tiene ahora. Otros lo habrían matado.
Hace poco tiré casi todo. Va bien.
PRISCILIANO
Muy muy buena la reflexión. Inspiradora.
EliminarEn teoría, lo de “por si las moscas” lo tengo clarísimo. En la práctica… no tanto. Cuando dejé el Betis, tenía 34 años, un trabajo externo “de verdad” y salí del centro con dos maletas: todo lo que tenía. Minimalismo total, cero acumulación, cero “por si acaso”.
ResponderEliminarPero luego, casi sin darme cuenta, , no sé si por una forma de oculta compensación, aburguesamientome, o lo que sea, me convertí en otra persona. Empecé a acumular cosas por si acaso, por si las moscas,.
Me hubiera venido bien que alguien, con regularidad, me preguntara: “Oye Guiri, ¿tienes un momento?”. En este aspecto, mi mujer tampoco ha sido una ayuda. Somos básicamente una pareja de hámsters. Dos roedores domésticos, llenando los cajones y los armarios con todo lo que encontramos. cumulando polvo, esperando ese día hipotético que nunca llega. Dos acontecimientos recientes me abrieron los ojos: cuando hace pocas semanas dejé el apeadero que tenía en otro país, al que viajaba mucho por trabajo y cuando, con mis hermanas, finalmente, nos decidimos vaciar la casa de mis padres difunto. Mi apeadero y la casa de mis padres precian unas cajas mágicas sin fondo: cuanto más sacabas, más parecían llenarse. Vaciar el apeadero me dio vergüenza: bolsas de viaje medio rotas, comida en lata caducadas en 2017, trajes de cuando pesaba 15 kg más, y mucho más. Lo de vaciar la casa de mis padres también me ayudó a entender que uno vive rodeado de un montón de cosas que no usa, que no necesita y que solo ocupan espacio mental y físico. Posiblemente pensar en la muerte me ayude a vivir mejor este aspecto proximamente.
Lo siento mucho, pero tengo que disentir profundamente sobre lo que dices de tu padre, que siempre llevaba papel higiénico en la mochila. Eso no tiene nada que ver con “por si las moscas”! Eso es pura prudencia, sabiduría y experiencia de vida. Eso es estar preparado para la vida real. Mi respeto gordo.
Razón tiene usted en lo de mi padre. Muchas veces me acordé de él "haciendo de cuerpo" en medio del monte, campo, o arcén.
EliminarComo decía un baturro, más vale un por si acaso que un mecagüen.
ResponderEliminarEsa es buena. Gracias.
EliminarLo de papel higiénico también me parece práctico. He vivido un par de ocasiones donde el cuerpo (de otro, no el mío) decidió descargar en medio del monte. Yo siempre llevo kleenex por las alergias, y en uno de los casos no sirvieron para nada. Es una historia muy interesante pero no la voy a contar por no herir sensibilidades.
ResponderEliminarEn fin, que el papel higiénico en el monte viene a ser tan necesario como el agua.
Susto, cuando te den hora para la prueba en Santiago (la importante) avisa sis plau si es que te mueres o sólo te sigues muriendo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amigo Susto el moribundo.
Ok
EliminarDicho lo cual, nada de mofarse del “por si acaso” o “por si las moscas”. Queda demostrado que es bueno y necesario ser previsor. Y quién no quiera allá él, desde luego no le voy a prestar mi papel…
ResponderEliminarSe trata de llevar papel, lo use quien lo use, agarrado.
ResponderEliminar