Las madres porculeras. Y que no se extingan. Que este nuevo mundo de tanta mami feminista y jodidamente estúpida no nos prive del verbo despótico y de sus exageraciones, de sus pullas, de sus inoportunas indirectas, de su afectación y sus suaves tragedias.
Cuando uno sale rana . Y todo ese maravilloso príncipe resultó un globo desinflado.
Recuerdo a mis padres , sentados los dos en la sala de estar de casa , escuchando mis confidencias de mentiras, descubriendo cadáveres que vomitaba, exhibiendo mi vida sin anestesia.
Les dije que seguía siendo lo que siempre fui: el mentiroso. El que escapaba de noche. El golfo que aparentó lo que ellos siempre supieron de mi.
Mi madre no fue el puerto en el que amarré mi barco de mentiras, mi madre fue la playa a la que llegué nadando tras el naufragio. En el lecho de su cadera , en la jaula de sus costillas. Regresé a aquel pacto de niñez.
Lo diré más claro: no hice las paces con mis padres hasta que no hice las paces conmigo mismo. No hace tanto. Los días son de mecromina. Las heridas son grietas en la piel, no abismos en el corazón que no hay manera de sondar.
De mi madre admiro muchas cosas, por encima de ellas dos: su sinceridad, que siempre es inesperada, y su terquedad de flor que nace en el asfalto, en las baldosas, en las paredes de casas abandonadas, su asombrosa dureza, sus pétalos de diamante.
Mi madre siempre empuña un martillo pilón, pero muy almohadillado.
Mi padre murió y todos los días hablo con él. Mi madre es mi tierra. Cuando la pierda, perderé mi tierra.
Las cosas son como son. Mi madre lo sabe. Siempre lo supo. Ella es el estoicismo heredado de una familia de gente dura y pobre , el talento de permitir a las pequeñas alegrías paliar las grandes tristezas
Mi madre habla desde hace años como si fuese a despedirse , pero no hay manera. Dice cosas como «Vive cuanto resista tu corazón». O " esto va muy rápido, Suso, disfruta, pásalo muy bien , tienes mucha suerte".
Cuando era pequeño tenía miedo la oscuridad y pedía a mi madre al cerrar la puerta de la habitación:
- Mamá, deja la del pasillo abierta.
Y la luz era ella.
Pesadito con la foto. De veras que….
ResponderEliminarSubo la de su madre conmigo para que se ponga contento.
EliminarAnónimo de las 9:39. Usted o bien es una de las pirañas de un pitoniso de Córdoba, o bien es directamente el mismísimo Mopa. Oiga, vierta su dosis de veneno en otros lares (por ejemplo en ágora).
ResponderEliminarEl mismísimo Mopa juega otro deporte. El cree que no es un tema personal, que puedes encajar mejor o peor. Creee que efectivamente hacen daño, y se ve obligado moralmente a comprometerse y actuar.
EliminarSe juega su Salvación.
Qué mal huele eso " de moralmente a comprometerse a actuar. Se juega su salvación".
EliminarPero qué mal huele.
Lo de Salvación es exagerado, pero sí hay gente que se pregunta qué responsabilidad tiene en hacer tantos seguidores del Betis
EliminarLo de la "salvación " es de un manipulador de conciencias. Un asunto muy viejo. Muy farisaico eso de poner a salvar. Lo vemos todos los días.
EliminarY lo de la responsabilidad en hacer tantos seguidores también se puede aplicar a lo que usted quiera. El mundo está lleno de buenas personas que han confundido su ideal y han tenido que volver a empezar . Y muchas no pueden no siquiera protestar porque les ha robado la salud y la vida.
Otras esperan a que alguien resuelva.
También el mundo está lleno de gente que no quiere dejarse atrapar por la gracia de Dios, y están por todas partes- también en la Iglesia. Y eso puede ser por ignorancia, por rencor, por complacencia en el Mal, por orgullo, o por nada.
Yo ya no me hago preguntas y, desde luego, nunca más serviré a señor que se me vaya a morir.
Querido (un decir) anónimo de primera hora. La foto no te gusta ¿has leído la entrada? ¿Habría tenido yo los cojones de hablar así a mis padres? Otra cosa habría sido mi vida si los hubiera tenido. Jolines, vale ya. Y ahora dígame que mi vocabulario que mi vocabulario. “Jolines” es fuerte, ya sé.
ResponderEliminarEn mi opinión, la sociedad hedonista de hoy tiene una visión patológica de la maternidad. Ni siquiera es ya la madre propietaria del hijo objeto sino que el hijo ha pasado a representar un obstáculo que hay que eliminar para la realización de la madre. Ya no dan el pecho al hijo para que no se les estropee, y eso solo es el primer paso. O buscan un vientre de alquiler para evitar el embarazo. Todo ello lleva a la desconexión con el hijo, una especie de filicidio para que la madre pueda realizarse.
ResponderEliminarNo es la mujer que se convierte en madre matando su soñada, muchas veces irreal, carrera profesional sino que es la mujer que mata el hijo estorbo para lograr esa carrera profesional, siempre ridícula.
Muy bueno eso, Sanyi
EliminarSanyi usted sería una buena madre.
EliminarAgudo, envidiable, clarificador, disfrutón, sencillo. Claro. Gracias.
EliminarAhí sí le sigo Guiri. Parece que no se me entendió a la primera respecto a la maternidad. Ese enfoque abunda más de la cuenta y desde algunos sectores se oculta, se niega. Y es que una vida sin amor verdero, sin ser amado y sentirse como tal, es de lo más jodido que hay. No hace falta llegar al nivel de la madre de marras - la Zabaldica es una mártir- para querer o parecerlo, pero la ternura es imprecindible para llegar a ser alguien mínimamente equilibrado. Digo.
EliminarNo se entiende que coño tiene a que ver Guiri con su comentario. En mi última intervención, hace dos días, hablé de un papa que, además de ser simoniaco, abusó de la confesión, buscando consejos fraudulentos para cargarse a sus enemigos en cambio de la absolución. Nada de maternidad. Aunque que conste que coincido con lo que ha escrito Sanyi sobre la maternidad.
EliminarGuiri me quita usted un peso de encima. Yo tampoco entendí nada.
EliminarUn hijo llevaba en un cofre el corazón de su madre, a la cual acababa de matar. El hijo tropieza y se cae mientras sigue agarrando bien fuerte el cofre. Del interior del cofre se escucha una voz: “Hijo mío! Te has hecho daño?”
ResponderEliminarEsta parábola me la explicó una monja hace muchos años y me ayuda a recordar lo que es una madre; y lo que es Dios.
El humorista Buenafuente contó otra de buena. Un científico estaba estudiando con su microscopio unas células, y de golpe descubrió que eran células madre cuando una de ellas, mientras la observaba a través del microscopio, le soltó: “¿Te has comido todo el bocadillo?”.
La maternidad es un fenómeno natural. Lo descubrí hace muchos años cuando me dediqué a estudiar durante muchas horas al día, y durante muchos días, la vida familiar de una colonia de pájaros. Las mamás de los pájaros tenían mucho en común con las mamás humanas en el cuidado de sus crías, en las sanciones que les imponían, en como las empujaban al vacío para que se lanzaran a volar, en como les picaban en la nuca suavemente cuando hacían algo mal (también hay que decir que hoy en día algunas mamás pájaros lo hacen mejor).
La maternidad está impresa en la naturaleza; la maternidad humana, para nosotros los humanos, es su máxima expresión. Yo añadiría aquí la paternidad.
Quizá sea cosa mía, pero por lo menos en mi caso no hay excesiva diferencia entre ser madre y ser padre a parte del proceso de parir. Incluso la alimentación con leche en los bebé, con los biberones, es una tarea compartida, o lo ha sido para mi. Creo que he sido para mis hijos, y soy, la playa a la que llegan nadando tras un naufragio. Siempre he procurado evitar cualquier diferencia con su madre en cuanto a trato, a tareas… Incluso les he intentado enseñar que la carrera profesional de su madre es tan importante como la mía; y que la carrera profesional de mi hija es tan importante como la de mi hijo. Les he hablado del mejor médico que jamás he tenido, que es una doctora. De la mejor dentista que jamás nos ha atendido, que es una mujer. De la prima de mi padre, que fue la primera mujer que estudió ingeniería química en su ciudad. Lo que es realmente ridículo es pensar que una mujer no puede, o en debe, triunfar en su profesión, la que ella quiera; no se opera, ni se empastan muelas, ni se construyen puentes con el pene, aunque algunos piensan con él.
Y a pesar de lo mal que actuan algunas personas (hombres y mujeres) hay muchísima más gente que hace las cosas bien, pero no se escuchan tanto.
Sólo quiero añadir un comentario a la expresión que he leído más arriba: “Se juega su salvación”. Es una expresión frívola (jugarse algo no deja de ser como participar en un juego de azar o en una competición) que encierra una amenaza atribuída a Dios (o a mi me lo parece). Que cada uno crea lo que quiera, faltaría más, pero Dios no es Sadam Husein, ni Muamar El Gadafi, ni siquiera es Trump aunque se vista de Papa, ni Putin. Dios no es el FMI, ni el BBVA, ni siquiera el Tribunal Supremo. En mi opinión de hereje, Dios es madre.
PRISCILIANO