Una vez, hace años, descubrí que mi padre llevaba en el su viejo coche un casete con canciones mías. No cantadas por mi, sino compuestas por mi y cantadas por mi. Me sorprendió. No esperaba que un hombre como él, tan serio, tan sensato, tan distinto a mi, pudiese disfrutar de esas gamberradas : el Idiota, la Chica de los Ojos de color amarronado, la Incorrupta Putrefacta, Dame una vida...
Y me dio un subidón. Mi madre me confirmó que tenía en él un fan muy principal.
- Y guarda como oro en paño las cartas que enviabas cuando estabas en Monterols.
Soy de una generación que escribíamos a mano cartas a casa. No sé cuántas cartas mías debe de haber guardadas en cajones. Y espero no saberlo nunca. No todas son publicables.
¡Pobre padre!: hizo de mi un dios y , me temo, que no estuve a la altura.
Siento mucha lástima por toda esas personas que creyeron en mi y, después, uno ha quedado como un esputo que burbujea en la ceniza de su biografía.
También enmarcó las fotos que salía junto a Juan Pablo II. Esa foto que quedó para siempre como un "quién te ha visto y quien te ve!". O esa foto que salimos toda la familia junto a Echevarría y la ves ahora en un cajón, que se recuerda como algo que fue y ya no tiene sentido, algo sin alma.
La vida es desencantarse de uno mismo. Descubrir los yacimientos inabarcables de nuestro dolor. Y volver a empezar como que no pasase nada. Y es que no pasa nada.
Y ahora, a mi edad, con una buena parte del camino andado, pienso que está bien así. Que también soy lo que perdí. Que también soy ese que fui. Que también soy aquel joven que escribía a sus padres , ilusionado y con ganas de ilusionar. Que me la pegué, y que me levanté. Estar arriba o estar abajo, qué importa eso.
Y poder mirar atrás. Y buscar esa casete. Buscar esa foto en casa, en los cajones. Y darme cuenta, pasados los años, de que ese tío que canta allí, o que sale allí, con su bigote y su pinta de numerario con granos , de que esa tristeza fugaz, también son parte de lo que soy.
Que aquellos días siempre estarán a salvo en mi corazón.
Buenos días. Que el cajón nos guarde. Ser querido debe de ser importante, pero darse cuenta ya ni te cuento. Gracias, maño.
ResponderEliminarEso es amor y orgullo de padre! que muchas veces lo olvidamos por centrarnos solo con el de las madres, sin desmerecerlas!
ResponderEliminarTe entiendo muy bien.
ResponderEliminarEstoy en mi tercera o cuarta vida (depende de cómo las cuentes)
McC
Me ha impresionado mucho leer la entrada de hoy, por todas las coincidencias con lo que me pasó a mí. Hace poco encontré todas las cartas y postales que envié a mis padres desde que me fui a vivir a un centro en otro país, cuidadosamente ordenadas y guardadas por mi padre. Mis padres también tenían una foto mía con Juan Pablo II, enmarcada y colgada con orgullo en su cuarto.
ResponderEliminarObviamente también hay diferencias: a mi familia nunca se le ocurrió pedir audiencia con don Álvaro o don Javier, así que nada de fotos con ellos. Y, afortunadamente para ellos y para mí, no existen cintas con Guiri cantando. La otra diferencia es que, he empezado leerlas y si, quiero guardarlas. No creo que mi padre hice de mi un dios; tenía bien ordenado el material de la historia de su familia, incluidas cartas escritas por su padre a mi abuela durante su humanamente imposible noviazgo y de su cautividad como preso de guerra en otro continente durante la segunda guerra mundial. Mi padre tuvo la suerte que yo nunca estuve en el JJ Sister, de otra forma no se sabe dónde hubiese guardado piezas da aquello.
Releyendo mis cartas, me doy cuenta de cómo el tono, en algunas, estaba claramente influenciado por mi lectura de Crónica: un estilo algo afectado, demasiado positivo, con “troncos olorosos” incluidos, que ahora me dan más vergüenza que mi actuación mentirosa como fotógrafo de National Geographic. Pero también es precioso reencontrarse con anécdotas olvidadas . Y sí, aunque algunas frases necesiten pasar por el tamiz del tiempo y del sentido común, algunas cosas haya que leerlas con pinzas, leyendolas, reconozco —como Suso— que yo también “estaba ilusionado y con ganas de ilusionar… y aquellos días siempre estarán a salvo en mi corazón”.
Lo de las cartas también me pasó a mí cuando me fui a Viena con diecinueve años. Recuerdo que mi madre me llamó en una ocasión y me dijo: "escríbenos más cartas así"; yo estaba emocionado con mi vocación y el panorama apostólico.
ResponderEliminarEntonces las llamadas eran muy caras y mi madre me llamaba desde el trabajo, era secretaria en la Universidad Politécnica de Cataluña. Cuando empecé a trabajar la llamaba yo desde mi puesto de trabajo.
Las cartas siguen allí, irán al contáiner en un par de años cuando lo del "exitus". Nadie se interesará por ellas.
En una de las cartas le decía a mi hermano, a raíz de su casamiento, que el objetivo del matrimonio es la procreación y educación de la prole; ya me valía, ahora no pienso asín.
"En una de las cartas le decía a mi hermano, a raíz de su casamiento, que el objetivo del matrimonio es la procreación y educación de la prole; ya me valía, ahora no pienso asín."
EliminarNo entiendo. Entonces actualmente ud. piensa que el objetivo del matrimonio es no tener hijos y en caso de tenerlos... no educarlos?
Es fácil de responder.
EliminarLa Iglesia Católica ha cambiado su postura ante esta cuestión.
El objetivo principal del matrimonio hoy es: la comunión, el compañerismo, la ayuda y consuelo mutuo entre los cónyuges.
El cónyuge está por encima de los hijos, no como "antaño".
Una "corrección" de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Añado que el objetivo más importante es tu cónyuge, la prole es secundario.
EliminarLo cual es lógico, pues yo me casé cuando los hijos eran práctimente imposibles; en este caso mi matrimonio no habría tenido sentido alguno.
Hay que leer las encíclicas, que no os enteráis.
Vaya, entiendo que entiende que el principal "objetivo" es tu cónyuge; lo de los hijos es secundario, pero también es un objetivo que depende del don de Dios, que da la vida.
EliminarPero cuidar a tu cónyuge depende totalmente de ti.
Y te lo digo yo, que me peleo regularmente con mi mujer; per no hay problema: nos queremos y nos reconciliamos.
¿Hay alguien que no discuta con su mujer? Pues no, los mentirosos.
Ok Sanyi, no lo recordaba. Gracias por la explicación.
EliminarY mucho mucho más que eso. Porque la prole viene con baggage que no encaja tan fácilmente. Porque lo aprendido en los libros que suena tan bonito y heroico, resulta que a pie de cañón no es tan digerible, que lo que tú harías no es lo que tu mujer haría y definitivamente lo que tu hijo/a haría. Y ahí hay que tragar mucho más que procrear y educar. Logroño.
EliminarAdemás esa carta seguro que lo que vino fue a dar un sopapo de “aunque no esté casado yo lo sé todo” que no se su hermano, pero si fuera el mío, hubiera dejado de dirigirme la palabra. Al menos hasta que yo dejara de ser tan sabelotodo.
Sanyi, en que encíclicas se habla así del matrimonio? Me interesa leerlas, gracias!!
EliminarEn la teología del cuerpo de Juan Pablo II.
EliminarCada matrimonio es una especie única. En nuestro caso, mi mujer y yo, desde siempre, priorizamos a nuestros hijos; incluso antes de que nacieran. No somos capaces de plantearlo de otra forma. Y no es por ninguna razón religiosa. Queremos más a nuestros hijos que mutuamente a nosotros, y así nos lo hemos manifestado desde el principio. Y esta actitud nos ha ayudado a superar momentos de crisis que de otro modo nos hubieran separado. Y nuestros hijos han crecido con la sensación de navegar en un barco insumergible. Pero no significa que sea lo mejor, simplemente es una actitud nuestra que compartimos.
ResponderEliminarPRISCILIANO
Estoy con usted. Tener unos hijos exige tener una responsabilidad muy grande . Para mi el problema más grande es la desestructuración de los hijos por familias rotas.
EliminarDoy gracias a Dios por haber tenido unos padres que siempre que llegaba a casa y abría la puerta, el mundo mejoraba.
Qué pecados habrían cometido tus padres para tenir un hijo como tu….
EliminarMuy buena esa. Gracias.
Eliminar20:45, lo atrevido que es el odio.
Eliminar"El cónyuge está por encima de los hijos".
ResponderEliminarA ver si tiene cojones de decirle eso a su mujer sobre Usted mismo.
No nos joda Senyor Sanyi, y no sea ingenuo.
No veo porque hay que querer más a unos que a otros. Desconozco qué vara de medir y en qué unidades de medición se basan para decidir.
ResponderEliminar