FRANKESTEIN

jueves, 23 de agosto de 2018

Frankenstein  es uno de los mitos vertebrales de la modernidad.La historia de un monstruo colosal que se rebela contra el científico que lo forjó. Necesitaríamos acudir a la novela Frankenstein, concebida hace dos siglos atrás en el verano de 1816 por una joven llamada Mary Shelley,y veríamos que la hemos simplificado mucho.

A muchos  les sorprenderá   que Frankenstein es el nombre, no del monstruo, sino  del genio arrogante que lo diseñó, forzándonos a plantearnos la misma pregunta que se hizo su autora: ¿quién es el verdadero monstruo, el engendro deforme que, contra su voluntad, cobra vida, o su creador excesivamente ambicioso?

Me planteo esa misma  pregunta viendo el resultado de ciertas educaciones  que han producido monstruos. Un Islam radical al que siguen  legiones de ciudadanos  rezan   a  un dios que se nutre del miedo y se solaza con la tortura y el horror. Sin esas multitudes perturbadas que proyectan sobre     la sociedad  sus incertidumbres, pesadillas y deseos, Alá no existiría. 

Todo comenzó  por Mahoma. El primer milagro que se narra sobre él en la compilación de los hadices es que el arcángel Gabriel descendió y abrió su pecho para sacar su corazón. Extrajo un coágulo negro de éste y dijo «Esta era la parte por donde Satán podría seducirte». Después lo lavó con agua del pozo de Zamzam en un recipiente de oro y devolvió el corazón a su sitio.

Lo que está claro es que Mahoma no leyó los evangelios. 

¿No son los verdaderos monstruos los hombres y mujeres encantados por su carisma y beligerancia?

Es precisamente esta deshumanización del otro que la novela de Mary Shelley critica. Aunque la mayoría de las versiones fílmicas enmudecen al monstruo, en el libro él posee un alma frágil . Y lo que debemos sentir ante los hijos  de Mahoma es más bien pena y compasión. ¿Acaso la inmensa mayoría de los musulmanes no viven en una desolación existencial?

Hay más educaciones  y  religiones  que producen monstruos. Yo, a veces, pienso que soy ese monstruo.

Algunos  han salido de ese mundo de miedos y oscuridad. 

Las últimas palabras de Mary Shelley en su novela, cuando se despide del Monstruo y de lo que hay de monstruoso en todos nosotros   son proféticas:  “Pronto fue llevado lejos por las olas, y se perdió en la oscuridad y la distancia.”

Allí voy.

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