Una canción no convence, sino que conmueve. En cuestión de afectos la música es mucho más precisa que el lenguaje. Llega muy dentro. Para mi la música no provoca sentimientos, sino recuerdos de sentimientos. Recuerdo canciones y los rostros que bailé, o que canté. Muchas veces canto y recuerdo. Siento momentos fantásticos en tertulias en Herzegovino, en Convivencia en el Poblado, en encuentros en el UNIV, en veladas familiares en casa, o en Matilla , ¡ en tantos lugares! Y en esos instantes me parece ver esas mismas caras de entonces junto a mi.
Por eso Ilsa le pide a Sam que vuelva a tocar aquella desgarrada canción, que le recuerda lo que un día sintió por Rick. Sé qué siente esa mujer. ¡ Claro que lo sé!
A veces el corazón me parece un pequeño avión de papel, hecho por un niño torpe , que levanta un vuelo corto e inolvidable , para regresar al suelo. Y esas ráfagas de vida, intensas y maravillosas, tienen que ver muchísimas veces , al menos en mi biografía, con una canción.
Hoy, cuando voy a rezar a diario a la iglesia de Caldas, me plantó delante de la imagen de la Virgen de la salud y le canto "Quiéreme mucho". Si estoy solo la canto en voz alta. Alguna vez alguien ha entrado mientras cantaba y he seguido a mi bola. Tener 68 años tiene una ventaja, que ya nada te da vergüenza.
No rezo pidiendo sanarme. Canto, y ya está. A mi me gusta , y quiero pensar que a Ella también.
Cantar es un acto de solidaridad- acompañas a los afligidos, ayudas a un amigo en un momento difícil. Pero también es un viaje en el tiempo: recuerdas a los muertos para extraer el sentido de las palabras que dejaron. De alguna manera nos recuperamos de la pérdida, la derrota y el desengaño, y de que el tiempo que nos queda, por corto que sea, nos permite volver a empezar, aunque sea fracasando.
¿Qué nos enseñan la música, el recuerdo de una canción ? Algo muy sencillo: que no estamos solos y nunca lo hemos estado.
En el Monasterio de Santa María la Real de Nájera se puede contemplar este Cristo Majestad.
Es maravilloso ver los ángeles cantando y tocando instrumentos. Cuando la música te alcanza, no sientes dolor y así será el cielo.
Como admiro y envidio la fe tan grande que tienes yo la perdí hace muchos años y nunca la he recuperado
ResponderEliminarNo crea, digo a gritos que tengo fe , no para hablar con Dios- que sí- sino para no escuchar a todos los que me gritan que ese Dios no existe.
ResponderEliminarLa mía es una fe que brilla muy poco. Lo mío se parece mucho al chiste del caballo, ése que un grupo en una tertulia hípica alucinan el día que uno de sus miembros llega cantando las excelencias de su nueva adquisición: «¡Qué suerte he tenido con este nuevo caballo! Un caballo que igual te sirve para correr en el hipódromo que para los concursos de salto. ¡Y menuda estampa tiene para salir de paseo! Lo engancho al arado y no veas cómo tira. Cuando yo me voy, sabe cómo vigilar la casa. Incluso ha aprendido ya a decir unas palabras».
Uno de los presentes se interesa en comprarlo. El propietario se resiste un poco -«No vendería este caballo ni por todo el oro del mundo»-, pero cuando la oferta sube termina por ceder, alegando con tristeza que necesita el dinero.
Una semana después el nuevo dueño del caballo llega a la tertulia echando humo por las orejas: «¡Menuda porquería de caballo! Es el más lento del hipódromo, no salta una valla ni aunque lo lleves en brazos, es tan desgarbado que parece un dromedario… No he visto un jamelgo más vago, ni un bicho más tonto. Se me mete en la casa y deja el suelo perdido, tiene ladillas, ronca por las noches…».
El anterior propietario se siente obligado a intervenir y le dice a su airado sucesor: «Sí, tú sigue hablando mal del caballo, y a ver cómo lo vendes…»
Bueno, muchas veces pienso que Dios es así conmigo. Vende muy bien este burro.
Habrá quién piense que yo vendo la burra de un Dios que no existe.
Por eso grito. Para no escucharlos.
Estoy de acuerdo en que a nuestra edad ya nos importa poco lo que otros piensen. De la fe diré que para mí no hay nada en este mundo donde me sienta más seguro que en saber que Dios existe y que me quiere a pesar de lo poco que me quiero yo a mi mismo. Y entiendo al que ha hecho la decisión de no creer. Sobre todo si ha sido después de pasar por el fútbol. Dios también lo entiende.
ResponderEliminarEn la entrada de ayer varios anónimos, con nocturnidad y alevosía, cargaron las tintas contra ciertos comentarios. Lo hicieron apriorísticamente, condicionados por sus burdos prejuicios, movidos por su ciega ideología que siguen como un dogma. Fueron comentarios ruines, tóxicos, y cobardes, por lo que tienen todo mi desprecio. Antes de hablar (o escribir) sobre ciertos temas deberían lavarse la boca con jabón.
ResponderEliminarA mi, la música, sí que me despierta o me genera sentimientos; me ocurre a veces incluso con la música que escucho por primera vez; me ocurre también con la música que no escucho físicamente, sinó que leo. Hoy, por ejemplo, me he llevado a la playa un libro de partituras de canciones tradicionales irlandesas que no conocía, y leyendo los pentagramas he escuchado interiormente las canciones y me emocionado incluso más que si las escuchara.
ResponderEliminarHablando de este libro y de música irlandesa, hace muy pocos días murió un amigo mío, de 78 años, que en cierta forma era una leyenda (un poco olvidada) en su país. Pasé con él una velada entrañable en agosto de 2018 y le debo bastante en lo que a música se refiere. Con él canté por primera vez en público y me animo a dedicarme más a la canción. El caso es que (casualidades de la vida) esta mañana he encontrado por azar el libro de partituras irlandesas que compré en 2018 cuando fui a verle; cuando hablo de casualidades me refiero a haber encontrado el libro sin buscarlo justo pocos días después de que él haya muerto, después de tenerlo desaparecido o perdido por casa seis años.
Las canciones del libro me han puesto los pelos de punta, y de alguna manera creo que el libro es como su regalo póstumo, como un guiño, como si me dijera que le puedo encontrar en la música, en sus canciones, en el recuerdo de sus ojos azules y su piel arrugada. La vida está llena de pequeñas y grandes casualidades, que no son tales; pequeños y grandes empujones que nos brindan las personas que nos quieren. No pueden aparecerse, sería demasiado escandaloso, quizá de mal gusto, y restaría méritos a nuestra pobre fe. Pero pueden hacer que se nos ponga delante de las narices un libro de partituras que no encontrabamos desde hacía siete años. Y seguramente pueden hacer muchas más cosas que ni sospechamos.
Ayer estaba flojo, física y mentalmente, como si hubiera perdido la motivación por seguir. Hoy, desde que me emocionado con la música que he escuchado internamente leyendo las notas de las partituras, me siento feliz, lleno de entusiasmo.
La persona que murió es Mickey MacConnell, y os paso el vídeo de una canción que compuso cuando tenía 17 años y que se ha convertido en un himno en Irlanda, ha sido versionada por la familia Kelly y por Christy Moore:
https://youtu.be/RL90DI56hys?si=9WGbKVlSrdvnftRf
PRISCILIANO
Hermoso homenaje. Muyyyy bonita la canción. Letra conmovedora.
EliminarGracias. No se nos hunda, Prisci.
Gracias Prisciliano, gracias Suso
EliminarUn abrazo.
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