Se lo oí contar al dueño de un mesón de Binéfar, pueblo de Huesca .
Su abuela hacía la matanza del cerdo, los pollos, y aves del corral , con tal arte , delicadeza, y finura, que venían de "lejanas tierras" a probar sus viandas.
- Aquí ha venido gente muy principal de Madrid sólo para comer los guisos que preparaba mi abuela.
La abuela, momentos antes de cortar el pescuezo y rajar al cerdo, o al bicho de la corrala, les cantaba jotas.
- Oye, unas joticas que te rompían el alma , porque eran letras de amor muy sentidas. Tenías que ver qué mimo ponía , ¡qué dulzura!.
Para ese hombre la voz de su abuela no sólo amansaba las fieras, también hacía la carne más digestiva.
Ante mi incredulidad , hizo llamar a un camarero para que fuese él en persona, y con sus propias "palabricas", los extraordinarios hechos que me estaba contando.
- Ya lo puede creer, ya, que era medio bruja esa mujer.
La verdad es que los que saben de esto afirman que cuando un corzo, un jabalí, un conejo, un ciervo o una perdiz son abatidos al final de la ciega huida con un escopetazo y el cazador recoge los respectivos cadáveres descubre que los músculos de estas criaturas se hallan petrificados por el ácido, inundados de adrenalina que ha segregado el terror , o el esfuerzo por una salvación desesperada. El miedo los endurece.
Antes de servirlos en el plato previamente los cocineros orean, maceran y adoban estos despojos durante varios días hasta que alcancen cierto grado que sea comestible. La violencia no engendra buenos solomillos.
Nada hay como escuchar una jotica que hable de amor mientras el jabalí, el pollo, el corderico, está al pie de la puntilla y suena "Que la nieve ardía".
Uno se imagina bajo la meliflua voz de la anciana , antes de que le corte el pescuezo , a la bestia soñando con prados húmedos, poniendo los ojos en blanco recordando a su jabata rosa , ablandándose románticamente las vísceras, aflojando la cerviz y de pronto , ¡ zaca!, la hoja del cuchillo penetra en su nuca junto con " ¡¡¡soñé que me queríiíííaaaa!!!!" .
- Después, entrábamos todos a descuartizar las culatas de ternera, las cabezas cercenadas, las costillas trinchadas, los menudillos clasificados.
- ¿Y qué sucedió ?.
- Pues que la abuela se murió. Y por más que busqué, y llamé, y entrevisté a posibles sustitutas , no hubo forma de encontrar nadie que cantara antes de la matanza. Hasta hubo un cocinero que me dijo que él mariconadas no hacía.
Una hermosa manera de morir: escuchando una canción de amor. Si mueres soñando tu carne estará llena de música.
Una cosa más: rezo todos los días para morir escuchando música. No pido nada del otro mundo, me bastaría la 5ª sinfonía de Mahler, ¡ el adagietto! Y, si me queda aire en los pulmones, despedirme cantando " Quiéreme mucho".
Menos mal que no fui yo quien decidió que sobrevivieramos matando bestias y tragándolas; hubieran dicho que tal decisión fue fruto de una mente retorcida.
ResponderEliminarMenos mal que no fui yo quien decidió que engendráramos hijos penetrando personas; hubieran dicho que tal decisión fue fruto de una mente retorcida.
Menos mal que no fui yo quien decidió que las mujeres parieran y los hombres no; hubieran dicho que tal decisión fue fruto de una mente misógina.
Menos mal que no fui yo quien decidió que naciéramos desnudos y por la vagina; hubieran dicho de mi que era un pervertido.
Ante todos estos misterios, que hacen intuir la provisionalidad de todo, mejor pensar poco, amar mucho y bien, confiar del todo, ser abiertos de mente, y tomar de vez en cuando un buen vino en buena compañía.
Y cuando muramos seguir amando bien y esperando mucho hasta el final y más allá.
PRISCILIANO
Los tubérculos, alfalfas, y hasta las florecillas sufren, o éso dicen...
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no entro en el blog ni en otros foros del entorno. Al final los nuevos estatutos cómo quedaron? Algún cambio de calado? Lo pregunto porque llevo un año completamente fuera de juego. Gracias por adelantado.
ResponderEliminarPues se nota que hace tiempo que no entras porque este no es el sitio. Creo que nunca lo fue.
EliminarYo estoy impresionado con la incorruptibilidad de los cuerpos de santos.
ResponderEliminarAsí que tengo dispuesto en mi testamento que me han de enterrar dentro de una cuba con un grano de uva en el paladar.
Y que al cabo de digamos veinte años abran la cuba a ver si soy santo o no soy santo.
La entrada es difícil de comentar para mí. Yo prefiero morir de repenete, de pronoto, sin darme cuenta. Ser consciente de la muerte me pone muy nervioso. Un infarto, por favor.
No sé qué será.
La entrada va de música, y de morir lleno de música. Y la ha comentado muy bien co eso de "tengo dispuesto en mi testamento que me han de enterrar dentro de una cuba con un grano de uva en el paladar".
EliminarEso está muy bien.
Hay música que te calma y te enternece hasta el punto de no importarle morir o el vivir. Esta mañana, volviendo a casa después de misa, he escuchado la versión de la misión/ how great thou art de los piano guys. Muy elevado. Igual si me muero en medio de eso no me importa tanto. O de el Cisne de Carnaval de los animales. Sublime.
ResponderEliminarEscuche el Avemaría Guaraní de Morricone. Se derrite.
EliminarMe derrito. El minuto que dura. Y lo pongo dos o tres veces seguidas. Maravilloso
EliminarSe lo dije.
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