LA OBSESIÓN POR EL NÚMERO.

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jueves, 3 de julio de 2025

Trabajé en una multinacional donde el número  era una obsesión. Se hacían estadísticas de todo: número de clientes según  la cuenta de resultados , proveedores, número de asistentes a tal congreso... listas y más listas. Un flipe de listados y de datos que indicaba que detrás había toda una burocracia que resultaba letal para el espíritu primero que inició esa institución: pocas cosas menos vocacionales que los burócratas. Vocación es llamada personal camino a recorrer con cierto espíritu de aventura, de locura, de iniciativa personal. Así me lo vendieron a mi. Y así lo veo...


Para mi trabajar es otra cosa.


Pero el número fascina. Cuando vemos la exuberancia, la prodigalidad de la creación, los miles de millones de seres que pueblan la Tierra, los billones de estrellas y planetas de tachonan el cielo, uno se queda pasmado. 


Incluso hay tíos que cuentan los ácaros, que son unos bichos muy feos que están en los colchones y en las mantas. Leí en un folleto que en un colchón puede haber dos mil millones de ellos. O sea, que estás durmiendo y tienes dos mil millones de bichitos abrazándote, y metidos por las orejas, por las narices. Increíble, maravilloso. Yo no sé cómo lo hacen para contarlos, pero se ve que lo tienen muy claro. 


Pero el número también tiene su lado negativo: el anonimato unido a la multitud, la disolución del individuo en la muchedumbre de criterios, costumbres y reglas externas para uniformar comportamientos, la originalidad prohibida a cambio del parecido. 

No se pretende directamente, o quizás sí, pero con esa perspectiva de los grupos la libertad agoniza. El desmenuzamiento de las diferencias de los individuos y los grupos proporciona el cimiento ideal de la ciudad totalitaria. Cuando uno pierde su singularidad interna resulta presa de cualquier fuerza exterior que lo pueden descomponer y recomponer a su gusto. Y se hace de dos modos: o por la corrupción o por la tiranía. Sea como fuere, los síntomas en las personas quedan muy patentes: aburrimiento, descontento, el hacer las cosas porque hay que hacerlas así. La uniformidad que la burocracia ejerce sobre el número, agota la calidad de cada uno y segrega aburrimiento.

En esa  empresa, con el tiempo, hay mucho carnero ovejo, desencantado y triste. Hay mucho mal genio… son como animales enjaulados, y las consecuencias son letales para el enjaulado.

Es más difícil, está claro, tratar a las personas como individuos libres que tratarlos como máquinas. Entre otras cosas porque el viaje con los primeros tiene demasiadas averías, demasiados extravíos, demasiadas vueltas a empezar… pero es más apasionante.

Del otro modo el viaje, que eso es una vocación, resulta demasiado previsible: es un tour operador, con todos los gastos pagados, con pulserita para consumir lo que quieras en el Hotel  Bahía Próstratos Caribe Beach… a condición de que no salgas del Complejo Resort.

El número fascina, pero da miedo, y la gran tentación consiste en dominar el miedo creando una burocracia fuerte, compacta y rígida, que transmite la uniformidad, las reglas, los criterios a seguir hoy, ahora, en este momento y por estas causas… que desconoce el individuo. No se saben las razones de esos comportamientos, pero es lo que se supone que debo de hacer.

¡¡¡ Ay, las Parábolas del uno!!!... ¿dónde están? : un dracma, una oveja ...Dios sólo sabe contar hasta uno.

Tod@s los que estáis preguntando por el blog - especialmente los haters insaciables de esfínter de  boca- tenéis un contador en la parte superior. La cuenta la hacéis vosotros.



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THE LONG AND WINDING ROAD

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miércoles, 2 de julio de 2025

Estoy esperando el diagnóstico de las pruebas que me hice la semana pasada. Y me estoy acordando de una mujer que conocí hace años.


Le diagnosticaron un tumor , aunque ella ignoraba todavía si era maligno. 


El medico  le había extraído una pequeña muestra del pecho izquierdo con el fin de realizar una biopsia. Ella   se sabía la más guapa de la camada política de su generación . Aquel seno había sido adorado por diversos amantes que lo escalaron con los labios para depositar en la cumbre palabras de amor. Toda su vida  había sido una mentira  , maquillada  de vanidad, de ambiciones inconfesables.

Un adolescente lo había catado por primera vez. En la Universidad varios novios besaron su   escote. Un principal del Partido  se asomó al abismo de flan que le desabrochó el último botón de nácar.  Un marido idiota   lo maltrató de recién casada pensando que tenía derecho de pernada . El hijo que tuvieron fue la mentira que no le contó al separarse. 

Algunos enamorados adúlteros habían coronado la cima .

Tenía  cuarenta  y pocos años . Se mostraba  fría, valerosa , y durante la espera del veredicto, que podía ser mortal, se comportó con un exquisito desprendimiento  por la vida. Le  citó  el analista . Ése era el instante supremo y se preparó a conciencia. 

Se organizó como  para la mejor de las citas  que había tenido en su vida. Iba guapa, hermosa,  muy coqueta.


La cuenta atrás había comenzado. Antes de ir al médico se miró  en el espejo del tocador acicalándose como para asistir a una fiesta maravillosa. Había  que verla. Así acudió al hospital donde el análisis la esperaba en un sobre cerrado. Por los pasillos  del Clínico caminó como en una pasarela de moda  para recibir el diagnóstico.

Lo intuyó  observando  la sonrisa hierática  del doctor.

Aquel pecho  debía ser rebanado hasta la raíz. 

Vestida  como Dior manda , la mujer abandonó el hospital, salió a la calle, arrojó el informe a una papelera . Nos llamó a Manuela y a mi, y   fuimos  a un pub a tomar una copa. Parecía radiante. Pero rompió a llorar   en la oscuridad cuando comenzó a sonar "The Long and Winding Road".

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Hace unos días un lector me señaló un comentario que le había sorprendido en una entrada , estaba firmado por mi, y me refería en un tono despectivo a otro comentario de PRISCILIANO. La verdad es que al comprobar la cita me sorprendió. Tengo a Prisci en muy alta estima, y lo considero una de las miradas que aporta y diferencia el blog. Me lo estimo molt.

No sé cómo se coló. Fue corregido. Por estas culpas pido perdón y penitencia.



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LOS RAYOS X.

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martes, 1 de julio de 2025

Hace unos días me escribió una lectora agradeciendo la sintonía que tenía con el blog. Lo definía como unas " memorias compartidas". 


Todos somos parte de todos. Es muy difícil que no haya puntos en común.   


Aunque es cierto que muchas entradas en estos años han sido algo parecido a unas memorias , he procurado no mirar atrás. Escribir Diarios- que muchas veces es lo que hago-  también puede ser mirar "a través de" , porque el paso del tiempo da al  alma propiedades de rayos X. Para mi, el tiempo pasado no es tiempo ido, sino tiempo acumulado, y uno se parece a esas historias del Quijote al que por el camino van uniéndose otros personajes, ninguno de los cuales puede ser separado de los demás ni de uno mismo, y algunos llegan a adherirse con tanta fuerza que su presencia duele. 


Añádase todos los hechos, pensamientos y emociones y se obtiene una masa de tiempo que unas veces es un amasijo viscoso y otras, una piedra preciosa más grande que los planetas y las estrellas.


En el colegio, en los jesuitas de Zaragoza, aprendí una sexualidad rara, y también  a jugar a fútbol contra un cura con sotana lanzar , y a colarme sin pagar en el tranvía, yendo en la trabuca . A enamorarme de una manera desaforada, a rezar con miedo. Me enseñaron a escupir por el colmillo,  a a andar como John Wayne, , a fruncir el ceño, a aguantar como un hombre. Me enseñaron a fumar, y alguien me dijo que la pose de un hombre es su filosofía. Me enseñaron a decir tacos, me hicieron entrega de aquellas palabras como si fueran una navaja de bolsillo o un buen traje, algo que todo  chaval debía tener. Me enseñaron a cascármela.


Me enseñaron que cabrearse tenía muchas utilidades, porque ser mal hablado servía para liberar la ira, para ahuyentar a los enemigos, para convocar a los aliados, para lograr que la gente se riera aunque no quisiera. Me enseñaron a pronunciarlas con violencia, guturalmente, incluso con elegancia, para sacarle todo el jugo. ¿Por qué preguntar mansamente qué pasa, decían, cuando podías preguntar qué cojones pasa?


Y en la opus aprendí más cosas. Otras personas y otros caminos. Ese club Cuellar , ese  Monterols , era un sistema intrincado de gestos y rituales, donde cada uno  tenía una manera única y exclusiva de ser, pero con un común denominador muy sospechoso. Un De Dou que tenía su capillita de fieles. Un Boza que hacía lo que le petaba. Un cura que padecía Asperger. Un estudiante que venía del rural y tenía un ángel en su interior que luchaba por salvarle. Un  gay que hacía lo imposible para que no se notase su naturaleza. 


En fin, todos los hechos, pensamientos y emociones de la vida de uno que unas veces es un amasijo viscoso y otras, una piedra preciosa más grande que los planetas y las estrellas.  Somos la destilación de muchas vidas anteriores.

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LO HABÍA OLVIDADO.

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lunes, 30 de junio de 2025

Hace unos días fui a misa. Llegué con  unos cuántos minutos de  antelación. Estaban terminando la catequesis. La pobre monja que dirigía  a aquellas crías y críos- encima es india, de Benarés- se la veía desesperada, como un alguien llevando una manada de  gatos por una carretera. 


Uno, que algo  sabe, estuvo a punto de sacar  la parte de mi que aún añora esos años de profesor de primaria. Pero no. Ya no es mi tiempo. Y, con toda seguridad, creo que no serviría para nada. 


Mientras esperaba recordé mi  infancia. Cuando las catequesis se impartían con unos lienzos de vivos colores  y un puntero donde el cura te mostraba un  Ojo  enorme , y un triángulo, y te decía  : Dios  lo ve todo.


Me acuerdo y no olvido. Hasta de mi primera confesión. El cura, un capuchino de barbas blancas, que me pidió que le enseñara las manos. Las debía de  tener sucias. Y me dijo:


- Vete a lavarlas. Aquí se viene limpio para salir limpio.


A mi me chiflaba la Historia Sagrada, que en aquellos años se daba en clase.  Yo llegué a conocer y a estudiar  la Enciclopedia Álvarez. Los que entonces éramos chavales nos sabíamos muchos nombres e historias que ahora los jóvenes de ahora no tienen ni pajolera idea. Ya conté de una universitaria que cuando le dije que España era un país cainita me preguntó " ¿ qué es eso?


-  De Caín y Abel.


- Ya...¿y?


- Pues que Caín mató a su hermano y los que se matan entre hermanos se llaman cainitas.


Puso cara de besuga y dijo " a vale".


Los días que más me gustaban en el colegio era cuando el hermano Babil  nos daba Historia Sagrada. Y yo me emocionaba , y me soñaba esas narraciones tan bonitas, cuando Booz y  Ruth- allí el tío ligándose a la moabita. O la burra de Balaam, cabreada como una mona. O cuando Jacob va a buscar novia para casarse y se encontró con su prima Raquel que estaba dando de beber a las ovejas, que me parecía una historia fascinante. 


Si alguien quiere saber y quiere conocerse , que lea la Biblia. 


Durante ocho, diez, doce años, viví escuchando esas maravillosas historias - algunas de una crueldad aterradora, otras de una poesía que no acababas de entender. Pero andabas, vivías, y  mirabas todo aquello de un modo natural y rutinario. No te hacías preguntas. Daba igual si Esaú tenía el brazo lleno de pelo como una oveja. O Sansón se va a tomar pol saco por culpa de una  mujer.


Pero un día , no sabes cómo, todas las piezas de ese puzle se juntan, y entiendes.


Yo recuerdo bien aquel vértigo, aquel primer gran miedo del pecado sobre mi cabeza, aquel inmenso dolor de ver que tú también  eres ese David del primer abismo con Betsabé. Y eres Moisés salvado de las aguas. Y eres el hijo pródigo. Y escuchas al gallo de la Pasión. Y eres Judas. Y conoces a uno que se parece mucho al  profeta Oseas, ése que Dios le dijo que se casara con Gomer, la prostituta, la cual dio a luz a dos hijos, cuyos nombres representan las consecuencias del pecado del pueblo de Israel: No-amada y No-mi-pueblo.


Y todas las piezas se juntan.


Comenzó la misa. Volví a aquellos días de ayer, aquellas nubes distintas, aquella luz como un estallido de silencio. Lo había olvidado, es cierto.


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TIEMPO DE CEREZAS.

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domingo, 29 de junio de 2025

La última vez que fui a Zaragoza compré cerezas en el Mercado de la plaza del Pilar. Ese color rojo  barnizado me encanta.


Hay una novela de Gabriel  Miró que se titula " Las cerezas del cementerio". Narra los amores entre Félix, joven de gran encanto y sensibilidad, y Beatriz, mujer mayor casada y de una extraordinaria belleza, que van a encontrarse con el rechazo y la incomprensión de todos.


La historia tiene un final inesperado, triste pero bello a la vez. Félix muere y es enterrado en el cementerio de Posuna, conocido por sus cerezos de cuya fruta, por respeto o por asco, nadie come. Beatriz e Isabel, joven que también amó a Félix, visitan su tumba y comen la fruta de los árboles sagrados, sorbiendo y comulgando de esta manera la esencia del amado con la fruta de los cerezos.


En sus páginas late el deseo, la esperanza del encuentro amoroso; pero no es únicamente algo físico: está lleno de piedad, de necesidad de consuelo, de ternura.


Entiendo muy bien ese tipo de amores, ¡maravillosos!: dar todo  a cambio de nada.


Me recuerda esta novela  la  historia que se cuenta de algunos pueblos de Castilla. En las  cunetas de bastantes pueblos de  los  Montes Torozos   asesinaron a muchos  republicanos  durante la guerra civil. Se cuenta  que  durante años , creo que aún perdura la costumbre, no se cazaban conejos por ser éste un animal carroñero. Por respeto a sus difuntos.


Recé en el Pilar y después disfruté comiendo y  andando  por la calle saboreando la pulpa, un poco ácida. ¿Qué va a pasar  conmigo?  La naturaleza tiene unos ciclos para las semillas; y nosotros también tenemos  nuestros ciclos. 


Me encuentro  como el protagonista de una película de Berlanga,  Plácido.  Trata  de  un pobre diablo de los años sesenta  que le vence la letra del motocarro precisamente el día de Navidad. Entre la ternura y el sarcasmo más cruel, el protagonista  busca   una ayuda de forma desesperada mientras sonaban alrededor canciones de paz. 

Ratoneo por las calles como ese  hombre  , entre gente anónima, lejana. Pero estas cerezas le redimen a uno  y le limpian. Sabes que tú también tienes tus ciclos, y llegarás a madurar  y ser cereza que alguien saboreará. 

THE LEFTLOVERS.

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sábado, 28 de junio de 2025

He visto esta serie que recomiendo con entusiasmo. Desconcertante, maravillosa, una obra maestra.  Me ha dejado descolocado.  Una historia con muchas lecturas: el amor, la ausencia, la locura, la tristeza,  el fanatismo, la fe, Dios, las creencias. Un estudio sociológico y psicológico del comportamiento humano que sirve para adentrarnos en los miedos y las absurdas reacciones de un cúmulo de personajes ante un hecho tan inquietante como inexplicable.


Todo está magníficamente contado, rodado, con una absorbente banda sonora y una sublime fotografía. Las actuaciones, todas, magistrales.


Ningún capítulo de las tres temporadas tiene desperdicio , hasta una moraleja final sencilla, y directa a las entrañas del espectador, donde las escasas respuestas son innecesarias, ya que lo que realmente importa es el camino recorrido, y como lo han pisado de manera firme y convincente.


Desaparece el 2% de la población y nadie sabe por qué. Pero lo fundamental de la trama se centra en el 98% restante que se queda. En cómo reaccionan, cómo se sienten, cómo se ubican y recuperan en un mundo en el que nada tiene sentido. Es una serie llena de mensajes profundos, que te hacen reflexionar, que te hacen pensar, y que te hacen sentir. Y, en ocasiones, te dejan fuera de combate.


Unas escenas emocionalmente demoledoras; y unas interpretaciones que te llegan al alma, The Leftovers para mí es una serie que si le das 3 o 4 capítulos, te impactará seguro. ¿Qué sentido tiene todo? ¿Realmente merece la pena? ¿Qué hacemos aquí, a dónde vamos?


Para algunos la conclusión de la serie es tremendamente profunda y pesimista. Yo pienso que sí, pero hay un poso de felicidad, de alegría, si la buscas.  Es verdad que  nada tiene sentido en el mundo actual. No somos felices, estamos perdidos, pero si buscas el amor, lo encuentras.


The Leftovers no es que deje más interrogantes que respuestas, es que tanto unas como otras en realidad no importan. Importan los caminos, el proceso, la evolución, los andamios que has necesitado para hacer esto, lo otro o lo de más allá. 


Y claro, importa el amor, siempre el amor, o el pragmatismo, ¿o era la fe?


No os arrepentiréis. Para mi una obra maestra.


Está en HBO.



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LOS HELADOS: TIEMPO DE INFANCIA.

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viernes, 27 de junio de 2025

Estos días acostumbro a tomar un helado al salir del Gimnasio. Hay una heladería de Caldas que  los hace maravillosos


Para mi invitar a un helado, ya sea  en forma de polo, de tarrina, de sorbete, de cucurucho , es regresar a la infancia. No conozco a nadie que no disfrute tomando un helado y no se le vea feliz.


En el congelador de casa siempre hay helados. Desde los más chungos de hielo y palote - que me chiflan- hasta los más sofisticados. Hay un cucurucho del Mercadona, pequeñito , de chocolate, que lo como y parezco un niño en domingo.


En mi familia hemos vivido muchos días de Camy. Cuando los Magnums aún no existían. Y mucho polo . Cuando pagaba  mi padre en pesetas. A veces después de misa, otras chorreando sudor al terminar  una tarde en las bicis. Y a veces con los ojos irritados del cloro de la piscina.


Para  mi el helado siempre será un refugio , un algo para pasear a ninguna parte mientras chupo fresa, o chocolate. También me sucede con las pipas, pero allí nos empiezan a perseguir los de siempre: los que sólo piensan en joderte la vida.  


Cuando me acerco a  las vitrinas de la heladería, y veo los distintos sabores y los letreritos, pongo los ojos de un niño. Con esa mirada golosa y única que ha sobrevivido a los años.


En fin, parece que he ido   creciendo  y pasé por Camy, pasé Miko, pasé Avidesa… pasaron los veranos. Ahora, aquel niño tiene 68 años.  La vida es un parpadeo. In ictu oculi.  La vida es un crío jugando al pañuelo, ¿ lo cojo primero, o  dejo que lo coja? Y, de repente, notas  que alguien te toca la espalda antes de llegar a refugio.


Ojalá te toque con  un helado en la mano. Dando un lengüetazo al cucurucho  de tus días. ¿ qué más se puede pedir?:  intensidad y dulzura.


Haz la prueba hoy . Cuando salgas de trabajar, siéntate en la terraza de una heladería y  ya verás qué bien.


El helado es una máquina del tiempo maravillosa. Te sientas, y mientras sorbes  y lames las gotas que se deslizan por el vasito, recordarás , tan feliz y tan campante,  los años que ya se fueron.


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