lunes, 30 de septiembre de 2013

LLUVIA.



Ayer escuché, otra vez, esta canción.

Me acordé de ti y de mi.

Ayer llovió, y lloré escuchándote muy dentro.

Y escuchándome.

Ayer recé y le pedí a Dios que, por favor...¡¡¡ por favor!!!...



sábado, 28 de septiembre de 2013

CÁNDIDOS.


Me llama mucho la atención un tema del que muy pocas veces nos ocupamos: la candidez del género humano. La capacidad que tenemos de tragarnos las bolas más planetarias. Vamos, que nos chupamos el dedo con una facilidad pasmosa.

Pienso que somos buena gente por naturaleza. Hay algo en nuestra estructura que está hecha para facilitar la credulidad. El perro de Pavlov: suena la campana, hay comida. Así se forman muchas creencias, por repetición. Oigo la campana y creo firmemente que hay comida.

Nos creemos toda información que recibimos cierto número de veces y por distintos caminos que se confirman entre sí. Los publicistas salgo saben de eso. Y los políticos. Y algunos feriantes de la cosa religiosa. 

"Míreme a los ojos y lea en mis labios...".

Por eso somos tan idiotas que votamos a gente que despreciamos, sin embargo, en un mes de campaña son capaces de enviarte la suficiente información para que confíes en ellos de una manera entusiasta.

Pero uno puede entender que sea fácil creer cuando la experiencia te ha enseñado que las cosas son así. Meto los dedos en el enchufe y ,¡coño!, eso hace pupa. O sea, creo en lo que veo.

El problema es cuando creemos en lo que nos dicen y que no vemos. Sin garantías de ningún tipo. “Yo jamás subiré los impuestos...¡vamos, hombre!...¡nunca!”...”yo os prometo la independencia y seremos más libres y más ricos”...”hijos míos, yo os aseguro el cielo”.

O viceversa “si no confiáis en mi nos vamos al abismo”...”España nos roba y nos esclaviza”...”si abandonáis la barca estáis traicionando a la obra, a tus hermanos, a la Iglesia, y te juegas tu salvación eterna".

Es lo de siempre: el que manda algo siempre juega con tres fuerzas: la capacidad de hacer daño, la capacidad de dar premios y la capacidad de cambiar las creencias....y nuestros miedos de incautos inocentes que tragamos con todo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

ACEPTAR LO INEVITABLE.

Hoy los dos blogs comparten tema: aceptar lo inevitable.

Mientras escribía la entrada, recordé alguna familia que precisamente padecieron las consecuencias de no aceptar lo inevitable. Son un clásico de los colegios.

Padre o madre con problemas con alguno de los hijos. Pueden ser problemas de carácter del crío, de que no da para más, que no termina de encajar porque es agresivo, o que es cortito, porque los hay  que son cortitos...en fin, por lo que sea.

Normalmente es la madre la que se dedicaba en cuerpo y alma al niño, y pronto da la voz de alarma, pero el papi piensa que no, el problema es del colegio, o de la madre, que le protege demasiado. La realidad se impone, pero ellos, viendo que está estancado el tema, lo cambian de colegio y lo envían en tercero de primaria a otro.

Ponen a parir al anterior , y describen un profesorado de una inutilidad cósmica. “¡No los hemos denunciado porque, vamos, le ha faltado un pelo!”.

Poco después, el nuevo colegio sigue el mismo camino que el anterior. El chaval tiene problemas. Los padres continúan porfiando y luchando contra todos; las relaciones entre la pareja se deterioran día a día, porque el hijo no responde a las expectativas puestas en él.

El final casi siempre es el mismo repetido. Un desastre. Una lucha de años para nada.

No aprende quien cree que todo lo sabe. Y durante días, meses, años, los profesores , los compañeros de clase, los padres del curso, les hacían ver que ese hijo era problemático. Pero ellos estaban convencidos de que el problema lo tenían los demás.

Y el resultado es que te comes el marrón tú solo. A veces con separaciones que rompen con todo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

EL ANUNCIO PRIMERO.


He releído tres veces la entrevista al Papa Francisco.

Nada que ver con lo que han transmitido los medios. Estamos ante un hombre que nos va a hacer mucho bien. Me decía un amigo hace unos días que, desde luego, el Espíritu Santo se está luciendo con los últimos Papas.

Hace años tuvimos aquí una buena a cuenta de una entrada donde escribí , textualmente, que la primera misión de la Iglesia es predicar al mundo que ya estamos salvados.

No a todos gustó la idea. Incluso hubo quien me tachó de
filoprotestante.

Y me encuentro con este párrafo, que me conmueve...

“La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!’. Y los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia”.

En fin, siempre habrá quien se deje envolver por pequeñeces, pequeños preceptos absurdos, cumplimientos puntillosos, o insultos al que ha intentado cambiar de vida , como el que ayer me recordaba con cierto despecho mi pasado, que fue eliminado porque ya son cosas sabidas..

Déjalos.

Que no se te olvide el anuncio primero. Te irá bien.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

TOZUDOS.


Más vale retirarse a tiempo que morir a destiempo, dice el refrán.

¡Cuántas veces pagas por ver una película y al cabo de diez minutos uno sigue contemplando aquel bodrio, pesado y plomizo, y no se va!. Pensamos que aprovechamos mejor nuestro dinero si nos quedamos.

Es la tozudez del corto de miras. Invierte en bolsa, e insiste en esa inversión porque piensa que ha invertido tanto allí que lo mantiene para justificar su inversión. O esos matrimonios que persisten en su unión por la misma razón (porque, al final, casi todos los valores son económicos).

La tozudez del opositor que se presenta una y otra vez, y calabazas. ¡Y sigue!

La tozudez de Gallardón y Botella con las Olimpiadas de Madrid.

La tozudez de los mandos en la batalla de Gallipoli donde los australianos que eran de caballería e infantería reciben la orden de atacar con la bayoneta calada y no disparar. No quedó ni uno. Murieron como héroes por obedecer órdenes de un general tozudo.

La tozudez de Tomás que cada día entra por aquí y deja su caquita creyendo que un día nos cansaremos...

La tozudez, el pensar que tanta dedicación y esfuerzos invertidos, al final, darán resultado.

¡Que desastre los tozudos!

domingo, 22 de septiembre de 2013

COMIÉNDOSE EL COCO.


Lo aprendí de bien pequeño: si despiertas siempre a la misma hora, fines de semana incluidos, hay pocas variaciones en tu carácter.

En cuanto pude, a los once años más o menos, iba a Misa yo solico a las 9 de la mañana.Y, además, de monaguillo con un cura que se llamaba don Alejandro Martínez. Nunca me costó madrugar. Y así sigue siendo. Todos los días, duerma las horas que duerma, a las seis y media estoy con don Pim Pom bien contento.

Después, con los años, aprendí otra cosa: la mayoría de la gente los viernes está alegre (curiosamente deberían estar cansados del trabajo de la semana), y los domingos por la tarde , más bien cabreadillos (curiosamente deberían estar contentos, relajados después del descanso semanal.).

Y la razón no es sólo porque han cambiado su rutina de horarios el fin de semana. La razón está en el coco. Nuestros pensamientos son responsables de nuestro estado de ánimo. No es lo que te pasa lo que te hace estar mal, es lo que te imaginas: ¡otro lunes marrón!, ¡el puto jefe!, ¡la visita comercial!, ¡las clases!...a ver cuando hay puente,¡coño!

Alguno, leyendo la entrada, pensará “¡sí, hombre, ahora resulta que la culpa es mía!...¡pero si son cosas que me pasan!”.

Te pasan porque ya las has anunciado y profetizado en tu cabolo. Es como el chiste del coche averiado y el tío que va a pedir un gato en una casa vecina a altas horas de la noche...”¿sabe lo que le digo?...¡que se meta el gato por el culo!” (doy por hecho que el chiste es conocido y omito su desarrollo completo).

¡Es la cabeza!

sábado, 21 de septiembre de 2013

SENTIR LO QUE SEA.


Escribió Virginia Wolf que “a la gente le gusta sentir sea lo que sea”. Y es cierto. Da mucho miedo pensar que no sienten nada por ti. Que no sientes nada por nadie.

Ese “sentir lo que sea” lo expresa muy bien sor Mariana Alcaforado, la monja que se enamoró viendo al conde de Saint Leger desfilar a caballo; escritas tras el regreso a Francia del conde, la monja narra en ellas su pasión. La escribió en cinco misivas que son consideradas una obra maestra de la literatura universal...

“Ámame siempre, y haz padecer más a tu pobre Mariana”.

Son amores que duran cociéndose a fuego lento en un infierno emocional atormentado y doloroso. Muchas veces, enfermizas como una adicción.

¿Pero no es peor el síndrome de abstinencia?

Otra historia de estos años...

“Quiero ser tu puta”, le dijo entre lágrimas al saber que él se marchaba lejos.

Un año después ella le escribió...

“Tuve que ir al psiquiatra. No conseguía olvidarte. Le dije que sabía que no me querías, que sólo venías para echar un polvo y marcharte. Le dije que te daba vergüenza que te vieran conmigo. Le dije que tu condición de hombre entregado a Dios te atormentaba en lo que juzgabas como “caídas”. Te despreciabas y te sentías sucio...el psiquiatra me preguntó “si es así, ¿por qué no dejas de pensar en él?”

“Es que le amo...pero verdad que usted me ayudará a desenamorarme?”


viernes, 20 de septiembre de 2013

SOY CAPRICORNIO.


Se cuentan por miles los astrólogos, videntes, mediums y esotéricos en España. Inquietante dato que muestra de alguna manera el número elevadísimo de lelos que la habitan.

Hace un mes conocimos el caso de un presidente de un equipo de fútbol que, estafado, quiso arreglar cuentas con la bruja, natural de La Muela, ¡hala, maña!.

Pujol consultaba con una autóctona dallá dalt de la montanya. Lo mismo Mario Conde, la mujer de Reagan, Miterrand...

En los colegios que anduve conocí varias madres que confesaban sin pudor haber consultado su porvenir a una pitonisa. No se avergonzaban de ello. Leo que un 45% de las mujeres confía más en el horóscopo que en su pareja.

Y no es extraño encontrarte alguien que lo primero que te pregunta el signo del zodíaco.

- Yo soy Aries, ¿y tú? 
 
- Capricornio...¿echamos un casquete? 
 
- ¡Claro!, ¡ estamos en conjunción! 
 
- ¡Abajo pantalones! 
 
A eso se le llama superstición, que es creer en cosas que sabemos absurdas, pero que le ayuda a justificar sus actos a la hora de tomar decisiones, o a echar la culpa a “algo exterior” de nuestra responsabilidad.

Esta gente se encuentra a un paso del fanatismo más atroz. Porque una persona que cree en esas memeces es capaz de creer cualquier cosa. Cruzar esa frontera en la que , como el terrorista suicida, o el grupo facha que quema la bandera de España y boicotea las conferencias de los que no piensan como él, o los ultras que van a liarla en una librería, cree totalmente justificada la violencia.

Los que incendiaron la biblioteca de Alejandría lo tenía muy claro: o los libros que hay aquí dicen lo mismo que el Corán, y entonces son inútiles, o dicen otra cosa y, entonces, son blasfemos. Sea como fuere hay que quemarlos”.

El fanatismo es una superstición llevada a la práctica. No hay ninguna evidencia de que tengas razón. Es todo mentira.

jueves, 19 de septiembre de 2013

EL "PICHENS"

Podría citar su nombre pero, por si acaso sigue siendo el gilipollas que fue, omitiremos el dato.

La anécdota me la contó su padre en una tutoría en Viaró.

Iban en un Mercedes a la altura del antiguo campo del Español. En un semáforo en rojo pararon, y poco después , en paralelo, lo hizo un Seiscientos descacharrado.

- ¡Vaya mierda de “Pichens”!- comentó riendo el crío y señalando el coche, que en Barcelona llaman “Pichens”.

Se puso en verde el semáforo y el padre aparcó un poco más adelante. Abrió la puerta del coche y le dijo a su hijo “bájate. Esa es la parada del autobús. Pregunta qué número te lleva cerca de casa y vas allí...”.

- Pero, papá, ¿qué pasa?

- Pasa que este coche es mío, y no tuyo. Pasa que ese “Pichens” es de ese señor, y lo suyo le habrá costado conseguirlo. Pasa que no vas ir en mi coche porque no me gusta que te rías de la gente cuando tú no tienes nada....¡andando, al autobús!

El crío tenía 10 años.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡CLARO QUE SE PUEDE!


Me lo contó un viejo conocido, fiscal de profesión.

Se había presentado una denuncia por agresiones por parte de una mujer contra su marido. Mi amigo habló con aquel hombre y le comentó que una denuncia más y lo metía en la cárcel. No era asunto de broma.

Pasaron los días y la señora se presentó en despacho del fiscal.

- No sé que le dijo usted a mi esposo, pero desde aquel día no me pone la mano encima.

- Bueno, de eso se trataba, ¿no?

- Pero es que...no sé, me parece que ya no me quiere.

- ¿Que no le quiere?

- Por favor, hable con él, tampoco se trata de que no me toque. Cuando me pegaba , a veces, también era por cariño...hable con él porque me parece que va a dejarme. Si quiere, puede pegarme a veces...

Mucha gente está hecha de miedos y de reflejos condicionados.¿Por qué vuelven esas mujeres a sus casas cuando saben que las van a maltratar?, ¿por qué no termina ese hombre de irse de un trabajo que le humilla y lesiona su dignidad?

Podemos imaginar que contestarán que lo hacen por sus hijos o por la falta de recursos para vivir de forma independiente, pero vuelven porque el mundo de fuera les da un miedo enorme y, aunque en el mundo que conocen tienen asegurado que van a sufrir, al menos es un mundo del que en cierta medida saben lo que pueden esperar.

Estoy convencido de que ésta es sólo una explicación parcial y de que hay muchas otras ocasiones en las que son otros los motivos que empujan a esas mujeres a volver a sus casas, o a esos hombres al trabajo.

Muchas veces sólo cuando llegamos a ese punto de insatisfacción inspiradora en el que decimos: «hasta aquí», «se acabó», «así no sigo», y resolvemos con verdadera determinación dar un paso adelante, reunimos el coraje que es necesario para pasar de lo conocido a lo desconocido.

¿Se puede hacer?, ¡claro que se puede!

lunes, 16 de septiembre de 2013

SECRETOS


Escribió Kierkegard que “el que tenga un secreto que no se case”.

Conocí y sufrí de varios que les explotó el secreto en las manos cuando menos lo esperaban. Uno por un currículum académico sin terminar, años después, ya en su trabajo profesional. A alguien se le ocurrió pedirle el certificado de estudios, y resultó que ni abogado , ni doctor en derecho.

Otro por una enfermedad venérea que ocultó. Pero el bicho latía dentro.

Y unos cuantos más que desaparecieron en combate antes de pasar por esa vergüenza del secreto revelado a su pesar.

Un secreto, y todas las mentiras lo son, es expansivo y asfixiante siempre. Siempre. No creas que el tuyo no, porque te equivocas. Te obliga a una constante tarea de camuflaje, y disponer de una memoria trufada de recuerdos de tus mentiras.

Una de las cosas que mas me han echado en cara mi gente – familia, amigos, amores, jefes- es el exceso de sinceridad, y qué necesidad tenía de contar mi pasado. ¿A quién le importa?.

Después, cuando los años han pasado, de ninguna de esas sinceridades me arrepentí.

sábado, 14 de septiembre de 2013

GANARSE LA VIDA.


Recuerdo unos padres en una tutoría en Barcelona. Salió el tema de una conversación que habían mantenido con su hijo en el coche sobre su futuro profesional.

- ¿Qué quieres estudiar cuando dejes el colegio?

- Quiero ser profesor- contestó el chaval.

- ¿Pro...pro...profesor?

- Sí, me gustaría dar clases.

Los padres estaban escandalizados. “¡Cómo se le ocurre querer ser profesor!”...”me gasto una pasta en el colegio para que ahora venga con que quiere ser profesor”...”¡profesor!”.

Entonces yo era un pipiolo, pero me coscaba que la parejita me estaba diciendo que “vaya mieeerrrda de profesión tienes”.

- ¿Y qué hay de malo en ser profesor?- pregunté.

- Hombre, nada, no te lo tomes a mal, pero no lo henos llevado a Viaró para que el niño quiera ser profesor.

- ¿Y qué tiene que ser?

- Pues algo en que se gane bien la vida- contestó la madre que, efectivamente, se había casado con un señor que hacía que la señora viviera “de puta madre” (nunca mejor escrito).

“Ganarse la vida”...¡vaya frasecita!. Yo creo que la vida la ganamos nada más nacer. Para esos padres “ganarse la vida” era el resultado de nacer “con la vida perdida”. Y, oiga, aquí abajo no hay que ganar nada. Ya está ganada la vida, coño.

No sé vosotros, pero uno jamás se ha planteado eso de “ganarse la vida” a la hora de buscar trabajo. A mi me han enseñado, y de bien pequeño, que la vida, por el hecho de nacer, ya está ganada.

Y para ti también.

viernes, 13 de septiembre de 2013

UNA BUENA TERAPIA: REÍRSE DE UNO MISMO.


Mossén Xavier es un sacerdote de pequeña estatura que no se andaba con chiquitas en cuanto a alguna broma sobre su tamaño. Es más, si lee este párrafo eso de “andarse con chiquiitas”, con toda seguridad, me ganaba una buena somanta de sopapos.

Se ponía muy agresivo. A veces bastaba una mirada que él juzgaba burlona y te soltaba un “¿qué miras, fil de puta?”. Gran quebrantamiento , y una susceptibilidad picajosa.

Yo le he visto expulsar de un oratorio a toda una clase al grito de “¡hala, fuera de aquí , gilipollas, os vais a reír de vuestra puta madre!”. Después me cayó la bronca a mi, que era el profesor que atendía esa plática.

- ¡Pero, Xavi, que no se reían de lo que tú te crees... 

- ¿Y qué me creo yo,¿eh?, a ver, de qué te crees tú que me creo yo que se ríen... 

Como nombrar el asunto del tamaño conllevaba una ustie, mejor callar...

Pero el hombre, a fuerza de luchas gigantescas por dominar su carácter, alcanzó con el tiempo la terapia de su complejo: el reírse de sí mismo.

Concurrió una vez a un aperitivo después de una reunión de curso en la cual él era el más bajo de los presentes, con diferencia.

Mossén —bromeó uno de ellos—, yo diría que no debe de sentirse cómodo entre unos hombrones como nosotros.

Pues sí—respondió el mossén—, me siento como una moneda de dos euros entre un montón de céntimos de euro.

jueves, 12 de septiembre de 2013

A GRITOS.


En Vallsur, un centro multicomercial de Valladolid, había una cola para acceder a una zona especial de juegos para niños. Dos padres jóvenes esperaban su turno, mientras dos críos impacientes correteaban a su alrededor. 

Al llegar a la entrada una chica con una gorra azul con el logotipo del Centro les preguntó la edad de los críos.

- ¿Qué edad tienen los chicos?, sólo está permitido hasta seis años. 

- ¡Vaya!, pues tienen siete y ocho años- contesta uno de los padres 

La chica contestó:

- Oigan, podían haberme dicho que tenían seis años, yo no hubiese notado la diferencia. 

- Bueno, es probable que tú no hubieses notado la diferencia, pero los niños sí. 

Seguramente a muchos de nuestros políticos no los educaron padres así. En tiempos difíciles «la clase de persona que eres habla en voz tan alta que no me deja oír lo que dices», leí en un periódico de esos que tienen sentencias en su cabecera. Puedes definirte como te dé la gana, tus actos , a gritos, dirán quién eres.

lunes, 9 de septiembre de 2013

UNA BUENA HISTORIA.


Hay sectores que , si están atentos, tienen la suerte de ver paisajes internos maravillosos.

Uno es la enfermería. Os contaré una historia de una enfermera que se llama Carmen, amiga de la Piedra

Hace muchos años, trabajaba en el Clínico de Valladolid, allí conoció una niña, Henar, que sufría una rara enfermedad muy grave. Al parecer, su única posibilidad de recuperación era una transfusión de sangre de su hermano de ocho años, que había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.

El médico y sus padres le explicaron la situación al niño y le preguntaron si estaría dispuesto a donar sangre a su hermana. El chaval dudó un momento antes de tomar la decisión, hizo una inspiración profunda , un resoplido fuerte , y responde: «Sí, lo haré si es para salvar a Henar».

Mientras se realizaba la transfusión, el niño permaneció en una cama junto a la de su hermana, sonriendo, como todos los presentes, al ver cómo el color volvía a las mejillas de Henar. Después, su rostro palideció y se esfumó su sonrisa. Levantó los ojos hacia el médico y le preguntó con voz temblorosa: «¿Empezaré a morirme ahora mismo?»...

En su inocencia de crío, había entendido mal al médico y pensaba que tenía que dar a su hermana toda su sangre, y después cascar, como dicen los maños.

Le he dado muchas vueltas a esa historia. Me ha conmovido. Muchas vueltas.

domingo, 8 de septiembre de 2013

DOS MONJES


En una peregrinación dos monjes llegaron al vado de un río. Allí, vestida con sus mejores galas, se encontraron con una muchacha que no sabía qué hacer, porque el río estaba crecido y ella no quería mojarse la ropa. Sin pensárselo dos veces, uno de los monjes se la cargó a la espalda, la llevó al otro lado del río y allí la dejó sobre terreno seco. 

Después siguieron su camino, pero, pasada una hora, el otro monje comenzó a amonestarle:
 
Indudablemente, no está bien tocar a una mujer; va contra las reglas tener contacto con mujeres. ¿Cómo has podido ir contra las reglas de la vida monástica?

El que había cargado con la muchacha siguió andando en silencio, hasta que finalmente dijo:

Hace una hora que la dejé en la orilla del río; ¿por qué sigues todavía cargando con ella?

Desconfío de esos moralistas que a menudo usan su estrechez sectaria para justificar lo más inmoral de ellos mismos: su miserable autosuficiencia egoísta y su acritud al juzgar a los demás.

sábado, 7 de septiembre de 2013

VICTIMISTAS.


Los que lleváis tiempo en el Barullo sabéis que tengo los nacionalismos como una ideología hecha para el trinque de unos pocos, letal para el individuo y, sobre todo, victimista. Es una mentira, un artificio.

Lo peor de la Historia nos ha llegado de la mano de ellos, sean religiosos (en su mayoría lo son), políticos, o de raza.

Lo que no soporto es el victimismo.

Vivir rodeado de circunstancias inoportunas- siempre son “los demás” los culpables- es también la excusa ideal que tienen para no abandonar su posición de víctima y manifestar permanentemente los síntomas de una victimitis con la que se acaban sintiendo de manera constante «jodidos, pero contentos».

“Si nos dejaran seríamos prósperos y ricos”. Y es cierto, sobre todo ellos, las cuatro familias que sostienen el cotarro (las mismas,¡qué casualidad!, que estaban en la pole con Franco).

Algunos de los síntomas más evidentes de la victimitis son la queja continua sobre la vida y los demás, la sensación de vivir como resultado de las circunstancias más que como generador de ellas, el uso frecuente ― a veces permanente― de los demás como muleta o paño de lágrimas, una visión dura y difícil de la vida (donde hay muchos más enemigos y amenazas que amigos y oportunidades) y la dificultad para experimentar placer, entre otras.

No escribamos una lista de ellos, los tenemos todos en la cabeza. ¡Qué pesados!, ¡siempre con cara de haber lamido la escobilla del wáter!

Dice un aforismo tibetano:«No hay situaciones desesperadas, sólo personas que se desesperan». Un nacionalista es un señor desesperado, inventando una situación desesperada, para tener la excusa perfecta para llevar a una muchedumbre a la desesperación.

viernes, 6 de septiembre de 2013

A CALZÓN QUITADO.

Si no lo dices, no tienen por qué saberlo.

Si tienes una necesidad, compártela. La gente no tiene una bolita mágica para  saber qué te sucede.

Eso ocurre con los bebés, y los animales. Es trabajo de pediatras y veterinarios el conocer qué le sucede al sujeto bicho / enano. Tu mamá sí que sabe qué te puede suceder. Pero mamá no está ahora a tu lado para ponerte la mano en la frente y darte unas friegas en el vientre.

Si quieres algo, pídelo.

Hace un año tuve una  entrevista de trabajo con mi nuevo jefe. Yo venía de otra empresa, una venta y subrogación, y me quería conocer más a fondo. Fue un desastre de conversación. Aquel tipo  no me gustó nada. Ni él estaba hecho para mi, ni yo para él.

Regresé a casa con una desazón e inquietud muy grandes. Le dije a Manuela que dejaba el trabajo. Me  despedía sin más, ni finiquito ni historias. Podéis imaginar como la dejé.

Cuatro días después se lo comuniqué. Al hombre le cambió  la  cara. No entendía que me fuera así, con una mano delante y otra atrás.

- No me creo que no tengas resuelta tu salida, alguien te ha fichado. No puede ser que te vayas así...

- No tengo nada, sólo que somos incompatibles.

- A ver, algo hice mal en esa entrevista. Dime por qué has tomado esa decisión. Explícame por qué somos incompatibles.

Hablamos a calzón quitado...¡y todo solucionado!

Por lo tanto, aunque es obvio, a veces las oportunidades aparecen porque pedimos lo que creemos que es justo o simplemente porque lo deseamos: desde un aumento de sueldo hasta salir a cenar con alguien que nos gusta, o estar mejor  con tu jefe.

No te cortes y habla claro.

jueves, 5 de septiembre de 2013

DÉJALA EN PAZ.

Trato desesperadamente de dar consejitos a Manuela. La otra noche me respondió “por favor, deja ya de decir cosas patéticas. Déjame en paz”.

Lo hablo con un amigo que ha pasado con su mujer una situación parecida. “No sé qué hacer”- le digo. “ Quiero acompañarla y me parece que estoy metiendo la pata”.

Está en un proceso interior donde se está escuchando a sí misma. Dale tiempo. Necesita silencio.

“Ahora está en el principio. Escucharse resulta muy difícil porque el proceso implica una apertura, un espacio a la vulnerabilidad, y eso genera miedo. Se está buscando”.

Consuela saber que santos, sabios y genios de todas las épocas han pasado por ese proceso cuando trataban de encontrarse a sí mismos y ponerse en contacto con una fuente inagotable de creatividad.

“Déjala en paz”.

Beethoven decía que en el silencio esperan todas las melodías imaginables. Eso es lo que está buscando.




miércoles, 4 de septiembre de 2013

SILENCIO, ESTÁS RODANDO.


En la travesía de nuestra vida siempre encontramos trampas, escollos, o accidentes más o menos ocultos a nuestra vista que van a intentar que no lleguemos a buen puerto. Estas trampas recuerdan a algunas de aquéllas a las que tuvo que enfrentarse Ulises en la Odisea. Los cantos de las sirenas eran tan bellos que los marineros, incapaces de resistirse a tales encantos, dirigían sus navíos contra las rocas, se estrellaban en ellas y perecían. Ulises, sabedor del peligro que les acechaba, ordenó a sus hombres que se pusieran unos tapones en los oídos para no quedar seducidos por esas sirenas que sólo buscaban su perdición.

Pero el tío no se perdió la serenata...jugó fuerte y le salió bien. Imagino que no debió pasarlo bien atado a ese poste.

Las trampas son nuestros filtros mentales y su gran poder estriba en que tienen la capacidad de alterar la percepción de lo que vemos, y pueden por ello conducirnos a nuestra propia destrucción sin que ni tan siquiera nos percatemos.

La forma más efectiva de alterar la percepción de lo que vemos es crear ciertas emociones. A eso se dedica toda una industria , a hacernos ver lo que no existe, apetecer lo que no necesitamos, disfrazarnos de lo que no somos. Ellos saben que cuando uno cambia la forma de ver las cosas, las mismas cosas cambian.

Pero es mentira.

Esto significa que hay gente, quizás tus jefes, tu banquero, el Corte Inglés, algún compañero de trabajo, quizás tu novia, algún amigo, incluso tus padres , que pueden presionar una parte de ti y conseguir que caigas en la trampa. Te conocen y saben donde está tu vanidad, o ese afán de no contristar a los demás, o ese miedo a quedar mal...y lo usen en beneficio propio. Harán contigo lo que quieran.

Pero también significa que puedes cambiar. En lugar de vivir del exterior, vive de tu interior. No eres una estructura rígida, ya formada. El que te cambió por fuera no puede nada contigo si empiezas desde dentro.

¿Cómo se hace?. Comienza como los marineros de Ulises. Tápate los oídos. Busca el silencio unos minutos al día. No se trata de eso de “el reino de Dios está dentro de vosotros”, o sí. El consejo sirve lo mismo para creyentes y gentiles. 

Acostúmbrate al silencio. Si lo consigues, poco a poco te irás transformando y llegarás a entender eso de “no te preocupes por el que comeré, o qué vestiré...cada día tiene su afán”.

lunes, 2 de septiembre de 2013

LO DE SIEMPRE.


Está comprobado que en cada jornada laboral se repite el 90 por ciento de lo hecho el día anterior. Piénsalo. Si es así en tu caso, es difícil salir de ese «círculo vicioso».

En realidad sabemos hacer muy pocas cosas. Basta que observes a tu alrededor. Ese profesor que año tras año no hace más que mimetizarse en su ambiente, repitiendo las mismas rutinas, los mismos dejes al hablar, los mismos apuntes que dictar, la misma manera de andar, las mismas faltas de entusiasmo por las fiestas del colegio (“siempre son iguales”, sentencian aburridos), los coñazos de tutorías...

Esta gente que en el comedor del colegio, a la hora del café, presumen de tener 25 años de experiencia profesional...¡Ja! , tú más que 25 años de experiencia, tienes un año de experiencia repetido veinticinco veces, muermo, besugo, necio, fatuo, menguado, zopenco.

Todavía está a tiempo de rectificar. Descubre lo que te hace distinto. Céntrate en aspectos positivos, que los tienes, y sobre todo en aquellos que te diferencian de los demás. Entrégalos , y gratis, porque nos enriqueces con esas habilidades. A veces es un don que se te ha concedido.

Es posible que asalte la idea que vas a fracasar, de abandono (me dejarán, me despedirán, me quedaré solo), de impotencia (no valgo, no sé hacerlo, no lo lograré)...¡no hagas ni caso!

Pero, bueno, si no lo entiendes, allá tú, que ya eres mayorcito.

domingo, 1 de septiembre de 2013

CHISTES MALOS.


Anthony de Mello dixit: «Con la vida ocurre lo mismo que con los chistes: lo importante no es lo que duren, sino lo que hagan reír».

Me ha hecho gracia la sentencia, y me ha hecho pensar.

Todos conocemos al pesado de turno que se lanza en una tertulia a contar el típico chiste largo, que todo el mundo se sabe, que no hace ninguna gracia, y que , encima, lo hace más interminable todavía. Es más, a lo peor tú eres uno de esos.

Yo, desde luego, alguna vez he caído en ese error.

Acostumbra a comenzar con “van en un globo un chino, un inglés, un francés , y un español”, o cualquiera de sus variantes. Y la gente pone cara de “¡no me jodas, Paco!”.

Estos mismos son los que en las bodas dicen lo de “¡que se besen, que se besen”...un coñazo.

La vida así vivida, como un larguísmo y pesadísimo chiste que no hace gracia, esas vidas que duran y duran, y que al final dices “muy bien, ¿y...?”. Nació, estudió, se casó con una de su pueblo, o del colegio, o de la parroquia, fue profesor 40 años, o funcionario , o jefe de planta, se jubiló, y se murió. Nadie le conoció un desliz, una aventura, un derroche, un fuera de sí, un emocionarse, un desfase, un desajuste, un desvarío, un disparate , o un despropósito.

Escrivá de Alaver que voy voy, que no todo lo que dijo es condenable, decía “si alguna vez hacéis alguna barrabasada al menos que tenga gracia”. No es textual, pero por ahí se le anda.