EL CAMBIO DE PLANTA

miércoles, 18 de junio de 2025

Las malas noticias nunca vienen solas. Eso es algo que , a veces pienso y que, en ocasiones, he comprobado.


Hay temporadas que uno tiene  la impresión de ser víctima de una especie de maldición porque la desgracia se ha cebado en familiares y amigos, y en uno mismo.


He visto cómo personas que vivían en su trabajo y su vida familiar tranquilamente eran golpeadas despiadadamente por un infortunio que les arrebataba de forma imprevista muchas de las certezas de las que habían disfrutado. Gente que ha transitado de repente del mundo de los sanos a ese reino tenebroso de la enfermedad, a donde se entra tan fácilmente y de donde no se sabe cómo salir.


Uno mismo tiene miedo de que, de repente, sobreviene el infortunio en su vida, muchas veces cuando más feliz era.


Al protagonista de La montaña mágica, la novela de Thomas Mann, le sucede eso: accede al hospital de Davos como un simple visitante y queda atrapado para siempre en los efluvios fatales que destila en ese lugar y se respira el aire helado de la muerte.


Siempre escuché, y  desde bien pequeño,  que el sufrimiento nos enseña, nos hace más conscientes de nuestras limitaciones. Y lo pienso así. Pero para muchos les deja un vacío irreparable, una herida que no pueden  sanar. Pone delante de sus ojos la insignificancia de sus sentimientos ante un mundo que sigue su curso.


Cuando no hay Dios la vida es muy jodida.


Cuando trabajé de comercial de la cosa del catering visité muchas residencias de mayores. Allí vi de todo, desde centros de miseria , de olores a orina y coliflor, hasta Residencias High Level con hilo musical y enfermeras que estaban buenísimas. Aunque básicamente  todo era un artificio de mentira y  celofán.


Me impresionaba mucho ver personas que ingresaban  para ser atendidas y eran consideradas válidas, y como  , conforme empeoraba su estado, las iban trasladando de comedor en comedor , según su grado de dependencia, terminaban en la planta superior, babeando, cagándose encima, y dándoles de comer por una auxiliar.   


La dirección les decía que les atendían así por su bienestar , para cuidarles mejor. Pero ellos sabían , los ancianos, que al final, acababan en esa  planta primera, que es la de los desahuciados, la de los que van a morir sin remedio.


Todo era un espectáculo jodidamente triste.


Yo salía muy mal de esas visitas comerciales, pues iba con frecuencia a atender a los clientes y al personal de cocina. Todo me parecía  una metáfora de la vida, que es un descenso imparable hacia la muerte. Pero no nos damos cuenta. Preferimos pensar que no sucede nada cuando nos cambian de  planta.


El dolor es la conciencia de este imparable vaivén  hacia nuestra desaparición aquí abajo, de la fragilidad de nuestra existencia, de las limitaciones del cuerpo. Hay gente que , como no puede enfrentarse con la realidad cotidiana su finitud, se engaña y piensa que es eterna. La mentira es un recurso que nos ayuda a soportar la vida.


Cuando uno ha estado enfermo o, como yo, sabe que la enfermedad avanza inexorable,  se plantea por primera vez en serio el problema del tiempo, que aparece como el bien más precioso del que dispone. 


A veces pienso que,  seguramente , se reza más en el ascensor de una Residencia de mayores que en su capilla.


Es entonces cuando percibes su valor y empiezas a administrarlo de otro modo. Pero ello supone asumir una angustia que duele: la de presenciar cómo caen los últimos granos de arena del reloj y despedirte con amor, porque vamos al Amor.



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11 comentarios

  1. Con todas nuestras cagadas, la vida vivida nos debe llevar a la sabiduría. La sabiduría a Dios.
    El misterio permanece, la fe también.
    El sentido debe permanecer, es parte de la sabiduría.
    Y la gracia, eso de "Retorno a Brideshead" que nunca nos acabamos de creer porque contamos con nuestras propias fuerzas.
    Las oraciones que musitábamos después del Vía Crucis, de aceptación de la muerte y para obtener una buena muerte, cobran sentido.
    Pero oye, igual me muero yo antes que tú, estas cosas nunca se saben: "certus an, incertus quando", dicen los juristas. Igual hay "un buitre voraz de ceño torvo que me devora las entrañas fiero", alguna enfermedad que desconozco.
    Como recién cantaba Chayanne en Barcelona "aunque te vuelvo a repetir que estoy muriendo día a día, aunque también estés muriendo tú, no me perdonarás".
    En fin, un lío "mi cuerpo, mi mente y mi alma ya no tienen conexióóóóóóón".
    Ánimo y aliento. Comunión de los santos.

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    1. Gracias, Sanyi. Quede claro que estoy muyyyy bien de ánimo. Sin miedo. Estoy en buenas manos. Estoy como Ábalos cuando le registró el piso de Valencia la UCO: rodeado de personas muy simpáticas y educadas , en buena compañía, y a punto de saber la verdad sobre lo mío. El viernes me hacen el PET. Y el lunes la Broncoscopia.

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  2. Para la morgue, circulen al sótano -1 por favor

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  3. Se me hace un poco pesimista vuestros comentarios. A la resignación se la puede llamar de muchas maneras. A lo jodido del pasado, presente y futuro son solo fantasías del ayer, hoy y mañana, meros falsos argumentos para justificarse. Me quedo en lo de ahora, cada uno en el suyo pues no hay dos personas iguales. Nos debemos al momento, nuestro momento. A nada más, no hay excusas.

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    1. Susto el moribundo18 de junio de 2025, 22:29

      Disculpe Anónimo, es que no se entiende nada, ni de lo que quiere decir, ni de lo que dice.

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  4. ¡Qué rápido pasa un año! Y vivimos 80 de término medio. No son tantos.
    Somos como estrellas fugaces, algo detenidos en la aparente eternidad de una vida en la que jamás hemos experimentado la propia muerte, aunque hemos visto su puerta algunos. La única vida que conocemos es aquella en que estamos vivos; por eso a veces nos parece larga, aunque sea corta; porque sólo tenemos consciencia de la vida.
    Ya hace unos años que pienso que me queda poco; sin razón, porque lo llevo pensando ya hace demasiados años; y con razón, porque cualquier intervalo de años son pocos. Un año pasa rápido, y tenemos pocos por delante por ley natural.
    La muerte es algo deseado por mi en cierta forma si no se demora demasiado, porque me garantiza morirme con mis hijos vivos; vivir demasiados años implica ver morir demasiada gente querida.
    Y se ha muerto tanta gente adorable, que no morirme me parecería un feo: Ana Frank, Gary Cooper, Marius Torres, Antoine de Saint Exupery, Montserrat Roig... Gente muy interesante ha muerto; y probablemente cuando muera podré echarme una charla con esas personas en condiciones mucho más relajadas que las que jamas hubiera tenido aquí con este miedo y respeto que tenemos los unos con los otros.
    Y sobretodo... Está muriendo mucha gente ahora mismo mientras escribo; y de forma injusta. Pienso en Gaza, en Iran, en Israel, en Ucrania, en Rusia... los muertos son muertos en todas partes, y es injusto que mueran niños o personas jóvenes sean de donde sean. Si ellos mueren, llenos de vida y vigor, ¿cómo no voy a morir yo que estoy hecho un adefesio y que lo merezco infinitamente más?
    Y además, si puedo, pienso morir sin miedo, igualmente hay que atravesar esa puerta, ¿por qué hacerlo con miedo? Hace cuatro años me empujaban para que la atravesara y yo iba diciendo que todavía no, que un poquito más... Que no y que no. Más o menos como cuando suena el despertador. Entonces vi que iba en serio. Pido por lo menos que me pille con la cabeza cuerda; me fastidiaría mucho irme "ido" y causando más angustia a los míos.
    PRISCILIANO

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  5. Es que está todo ya muy chungo.

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  6. Ultimamente, le doy bastantes vueltas al tema de la muerte. Casi a diario, con serenidad y sin miedo. No sé si me espera algo después y la verdad es que cada vez me importa menos. Intento vivir el día que toca que no es tarea sencilla y si viene algo pues bienvenido será.

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  7. Yo también pienso en la muerte pero sobre todo en la resurrección, cómo va a ser! Mejor que un atardecer, mejor que un beso de amor, mejor que ganar una carrera o un mundial de fútbol, mejor que el abrazo más grande, mejor que TODO. Y eso me da esperanza. Pero lo la acá a ser que esos momentos en los que tengo la oportunidad de percibir el amor De Dios, esos momentos que me derriten y me desarman, esos van a ser todo el tiempo, sin tiempo, todo el espacio, sin espacio. Y eso me da tanta alegría, que ya quiero que llegue.
    Ven, muerte, tan escondida,
    que no te sienta venir
    porque el placer de morir
    no me vuelva a dar la vida.

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