domingo, 25 de agosto de 2019

EL PARAGUAS

Fui  a  Zaragoza . Cuando voy allí estoy en mi casa. Toda esa ciudad es  la memoria de  mi niñez y adolescencia.

Llovía. Mi madre me dijo "toma  este paraguas, era de  papá". Mi padre falleció  hace  años hace unos días.

Salí a  andar  hasta el Pilar. 

Mi  padre era un señor, y lo imaginaba andando bajo la lluvia  con la mano empuñada   al  bastón de madera. Esa mano que jugaba en el garaje de casa a pelota vasca , que gustaba de  hacer varas  de boj, o  de avellano, para caminar , que disfrutaba en el taller de carpintería elaborando  rosarios de madera, o sillas. Manos que dibujaban en el despacho   planos  del chalet que no llegamos a tener. Manos    que nunca  hicieron daño.

Acariciaba  el  mango imaginando  la sombra de mi padre  como una presencia  angélica. Sentía el tamborilear de las gotas en la tela negra, y  el reflejo de  la lluvia en el gris acerado del asfalto.

Mi padre.

¡Dios!, ¡siempre el hijo pródigo!

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