martes, 29 de enero de 2019

QUEJARTE

Quejarte es no aceptar lo que eres. Quejarte es ir de víctima. Eres un pesado, un colgado, y un pringado.

Piénsalo, te gustaría estar en otro lugar. Y, siento escribirte esto, sólo tienes tres opciones: o sigues ciego a lo que te sucede, o lo cambias, o lo aceptas. Decide una de las tres. Te recomiendo las dos últimas.

Es posible que tengas miedo a cambiar, y es posible que tengas miedo a aceptar tu situación actual porque no puedes hacer nada por cambiarla. No pasa nada. Reconoce ese miedo, obsérvalo con atención, ponle nombre, por muy duro, vergonzoso o humillante que te parezca. Basta que lo hagas y no prevalecerá sobre ti.

¿Reconocer el miedo es rendirse?. Pues sí, se le puede llamar así. Pero esa rendición no es debilidad. Hay una gran fortaleza en esa actitud. Ya no te sentirás desgraciado, resentido, o un tío que se compadece de su situación. Al rendirte te haces libre de esos malos rollos que te esclavizan.



Probablemente, al rendirte de toda esa yogurtera de “pajas mentales” que tanto daño te hacen, puede que descubras que la situación cambia sin ningún esfuerzo por tu parte. Desde luego algo habrá cambiado: tú.


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