sábado, 26 de enero de 2019

DE REPENTE, EL DOLOR

De repente, el dolor.

Y con él, uno se repliega sobre sí mismo. Se vuelve un espeleólogo de su alma, y del alma de quién ama y sufre. Cada uno de los dos , cada uno a su manera, desciende las simas hasta alcanzar el núcleo de su intimidad.

El que ama compaña pero a veces con la impresión que el enfermo  va por galerías más estrechas que las propiass, sin luz, en una oscuridad que tiene ecos de fuentes subterráneas de las que bebes, y sigues buscando la gran veta.

Vivíais hasta hace unos días allá fuera, indiferentes, divertidos, ajenos a todo, en el puro presente.

Hoy todo eso sobra. Es la hora de buscar oro, y éste anida en el interior.

Es tiempo de oscuridad, de buscar una luz nueva. Es tiempo de paciencia. 

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