La tuna se puso muy de moda en ciertos ambientes en Barcelona. Cantamos al Horinable Pujol en bastantes ocasiones, en su casa, en el patio de las Toronges. Eso nos dio "chance", que diría don Fidel. Una noche nos invitaron a tocar en el Capítulo de los Caballeros del Vino.
Era una reunión de gente muy principal, abogados de postín, estaba un tal Piqué, que entonces partía la pana. Arquitectos renombrados. Notarios de alambicados apellidos. Políticos que pisaban moqueta, como Maciá Alavedra, Penafreta. Periodistas y directivos de televisión que estaban en la "pole". Recuerdo a una que entonces era famosilla, Isabel Teneille. Empresarios que parecían saber de memoria " El ejecutivo Mernabo de cabo a rabo". Y muchas mujeres de todo tipo, desde las que estaban de "¡alaver que voy voy!", hasta cacatúas coloreadas con Titanlux, sus pinturas cubren el mundo. Todas ellas escotadas, abiertas al frente hasta el ombligo.
El evento fue en el Palacio de Pedralbes. Iban de etiqueta pingüino.
Antes de la ceremonia de investidura cantamos en la recepción de los invitados y participantes. Después se realizó el Capítulo. Al terminar había un aperitivo en los jardines . Allí volvimos a cantar. Y al terminar nos invitaron a compartir tertulia y tomar un refrigerio con la peña.
Me puse a dar vueltas , picoteando de mesa en mesa, observando disimuladamente algún escote que asomaba por allí , y cojo una cerveza. A mi lado un anciano , de riguroso chaqué, pelo de ala de paloma, ojos azules, cejas canosas y muy pobladas. Le miro. Me mira.
- Perdone - le digo- ¿ me puede acercar un abrebotellas?
El abuelete alcanza la botella que tengo en mis manos, se la pone en la boca, y con un colmillo la abre. Asombrado, le digo:
- ¡Joder , qué boca!
Y me agarra la bragueta, haciendo pinza en el pantalón de tuno, y suelta en catalán :
- Et canvio la pitxa pel meu ullal ( te cambio la picha por mi colmillo).