lunes, 17 de septiembre de 2018

CUARTO ANIVERSARIO.


Cuatro años  sin ti, y  contando.

Un cuarto  aniversario desde  el día  que te echaste a volar  hacia la luz, ¡ con qué  ímpetu saliste!


Fuiste  muy generosa  aceptando la muerte , y no queriendo continuar viva  por medios artificiales. Hoy , probablemente, aún seguirías entre  nosotros atada a una cama  con una traqueo, un  pulmón artificial , y vete a  saber en qué condiciones. No quisiste  dar  la lata  y  , sin saberlo, cumpliste eso de  que  "nadie tiene amor más  grande  que el que da  la vida  por sus amigos".

La  verdad  es  que  todo lo que sé del cielo proviene del asombro que me  produce  la bondad  inexplicable de algunas  personas  que, como tú, iluminan  con sus actos de  tal manera la vida que no puede ser que esto termine  con un fundido a  negro.

Cuando era pequeño tenía  miedo a   la oscuridad  y  por  la noche, al ir a dormir, le  pedía a mi madre  que dejase  la  puerta de  la habitación abierta, y la luz del pasillo encendida. 

Hoy sé  que  tú , desde  donde estás, me  dejas siempre  la puerta abierta, y que tú eres esa luz  encendida...y después, la resurrección.

También que  desde  aquel día  me  quedé  bien  jodido: no  pude  amar  como  hubiera  querido, y ser  amado  por  quien  hubiera  podido.


Este  verano   fui   a  Matilla con el  propósito de visitar en el cementerio a  alguien que  he  querido mucho. A Manuela. Sé  que  allí sólo hay  despojos. No me engaño. La  he sentido    muy cerca  cuando  he estado  lejos de ese camposanto.

Caminar  a ese cementerio, a  cualquiera, es una experiencia  un tanto singular.

Paseas  por  una calle    de casas   de   adobe y ladrillo, flanqueada  por corrales, establos , cuadras. El recorrido es  corto. Camino  indolente en   campo abierto  , fuego en la  tierra apelmazada hasta   la puerta  de  hierro cerrada  con un candado.

Abro  y llego al  pie de la lápida , que comparte con su padre. Es  sencilla, tan sólo unas  iniciales. Aquí termina  mi  peregrinación. Ya  no  puedo  ir más allá. Y nadie me espera. Manuela  no está allí. Tal  vez  en  este  momento se  encuentre mucho más  cerca  de  lo que presumo, pero debajo de esa losa  no está. 

Tengo  la  impresión de estar  en el  punto geográfico  más alejado del mundo , en  mi  particular Finisterre. 

Cuando  era  pequeño, en el colegio de  los jesuitas , había  una  profesora  que  me gustaba mucho. Se  llamaba  Querubina. Me tenia loco. Yo  tendría unos siete u ocho años. En el patio, jugando a fútbol , disfrutaba cogiendo  la pelota, darle un patadón  palante , y correr  hasta  donde estaba ella  hablando y vigilando  con otras  profesoras. 

Daba  lo mismo  lo lejos que estuviese. ¡Patadón hasta  donde se encontrara, y allá  que me iba!

Todos  los  compañeros de clase  se  enfadaban mucho  conmigo, pues el   campo de  juego no era ese , y rebasaba  con mucho  la  distancia acordada tácitamente. Pero a  mi me  daba igual. Sólo quería que ella  viese  lo bueno que era  regateando. 

Probablemente  nunca se percatase de ese mocoso  que  culebreaba delante de ella , ansioso, feliz, enamorado.

Ante  la  tumba de Manuela no  me  queda otra que  lanzar  mi corazón  patada arriba, como  ese  balón de mi infancia , y  correr a  buscarlo  por el placer de  que mi particular Querubina  - Manuela me  vea. 

No conozco  el  terreno donde  ha ido  mi corazón dando botes cuando va a  parar a una  propiedad desconocida, más  allá de ese sepulcro. Sé  que  no es una  tontería  lo que he hecho, al menos  para mi.

Me  he  ido allí, más allá  de estas tapias y de este mármol. Corrí donde está ella. Y  me  estuve zigzagueando , cabrioleando la pelota, como diciendo "¡mira, mira, qué  bueno soy!". Y le pedí que no me dejase.


Existen mil formas de hablar a los muertos. Esta es  la  mía:  hablar menos y escuchar más, y que Manuela me esté diciendo :  "solo tienes una cosa que hacer: continúa viviendo, adelante, vive cada vez más, ante todo haz  feliz a  mucha  gente,   y no pierdas  la risa".  


Después, regresé a casa  on ese  corazón   lleno de gozo, cantando   de alegría , tan feliz  y tan contento.

Pronto la naturaleza se irá desnudando para hibernar.

Las aves migran. Las hojas alfombrarán los bosques. Es tiempo de puerros, y setas. Cuando el año que viene regrese tu  quinto aniversario sobre el estiércol del  tiempo, que es nuestra memoria, cultivaré  las rosas más secretas.







2 comentarios:

  1. Muy emotivo, Suso.
    Te envío un abrazo emocionado.

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  2. Hay luces, muchas luces en tus palabras. Brillan y zizagean entre atardeceres rotundos y amaneceres elegantes.
    Esas luces te guían y son dirigidas por alguien que te ama.
    ...
    Sí. Eres un tío bendecido por luces que te acompañan.
    Y eso te va a salvar, chico.

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