Cuatro años sin ti, y contando.
Un cuarto aniversario desde el día que te echaste a volar hacia la luz, ¡ con qué ímpetu saliste!
Fuiste muy generosa aceptando la muerte ,
y no queriendo continuar viva por medios artificiales. Hoy ,
probablemente, aún seguirías entre nosotros atada a una cama
con una traqueo, un pulmón artificial , y vete a saber en qué
condiciones. No quisiste dar la lata y , sin saberlo,
cumpliste eso de que "nadie tiene amor más grande
que el que da la vida por sus amigos".
La verdad es que todo lo
que sé del cielo proviene del asombro que me produce la bondad inexplicable de algunas personas que, como tú,
iluminan con sus actos de tal manera la vida que no puede ser que esto termine con un fundido a negro.
Cuando era pequeño tenía miedo a la oscuridad y por la noche, al ir a dormir, le pedía a mi madre que dejase la puerta de la habitación abierta, y la luz del pasillo encendida.
Hoy sé que tú , desde
donde estás, me dejas siempre la puerta abierta, y que
tú eres esa luz encendida...y después, la resurrección.
También que desde aquel día me quedé bien jodido: no pude amar como hubiera querido, y ser amado por quien hubiera podido.
Este verano fui a
Matilla con el propósito de visitar en el cementerio a
alguien que he querido mucho. A Manuela. Sé que
allí sólo hay despojos. No me engaño. La he sentido
muy cerca cuando he estado lejos de ese camposanto.
Caminar a ese cementerio, a cualquiera, es una experiencia un tanto singular.
Paseas por una calle
de casas de adobe y ladrillo, flanqueada por corrales, establos , cuadras. El recorrido es corto. Camino
indolente en campo abierto , fuego en la tierra
apelmazada hasta la puerta de hierro cerrada con
un candado.
Abro y llego al pie de la lápida , que comparte con su padre. Es sencilla, tan sólo unas
iniciales. Aquí termina mi peregrinación. Ya no
puedo ir más allá. Y nadie me espera. Manuela no
está allí. Tal vez en este momento se encuentre
mucho más cerca de lo que presumo, pero debajo de
esa losa no está.
Tengo la impresión de estar
en el punto geográfico más alejado del mundo , en mi
particular Finisterre.
Cuando era pequeño, en el
colegio de los jesuitas , había una profesora que
me gustaba mucho. Se llamaba Querubina. Me tenia
loco. Yo tendría unos siete u ocho años. En el patio, jugando a
fútbol , disfrutaba cogiendo la pelota, darle un patadón palante ,
y correr hasta donde estaba ella hablando y vigilando
con otras profesoras.
Daba lo mismo lo lejos que estuviese. ¡Patadón hasta donde se encontrara, y allá que
me iba!
Todos los compañeros de clase
se enfadaban mucho conmigo, pues el campo
de juego no era ese , y rebasaba con mucho la distancia acordada tácitamente. Pero a mi me daba igual. Sólo quería
que ella viese lo bueno que era regateando.
Probablemente nunca se
percatase de ese mocoso que culebreaba delante de ella ,
ansioso, feliz, enamorado.
Ante la tumba de Manuela
no me queda otra que lanzar mi corazón
patada arriba, como ese balón de mi infancia , y correr
a buscarlo por el placer de que mi particular Querubina
- Manuela me vea.
No conozco el terreno donde
ha ido mi corazón dando botes cuando va a parar a una propiedad desconocida, más allá de ese sepulcro. Sé que no es una tontería lo que he
hecho, al menos para mi.
Me he ido allí, más allá
de estas tapias y de este mármol. Corrí donde está ella. Y me
estuve zigzagueando , cabrioleando la pelota, como diciendo "¡mira,
mira, qué bueno soy!". Y le pedí que no me dejase.
Existen mil formas de hablar a los
muertos. Esta es la mía: hablar menos y escuchar más, y que
Manuela me esté diciendo : "solo tienes una cosa que hacer: continúa
viviendo, adelante, vive cada vez más, ante todo haz feliz a mucha
gente, y no pierdas la risa".
Después, regresé a casa on ese
corazón lleno de gozo, cantando de alegría , tan
feliz y tan contento.
Pronto la naturaleza se irá desnudando para hibernar.
Las aves migran. Las hojas alfombrarán los bosques. Es tiempo de puerros, y setas. Cuando el año que viene regrese tu quinto aniversario sobre el estiércol del tiempo, que es nuestra memoria, cultivaré las rosas más secretas.
Las aves migran. Las hojas alfombrarán los bosques. Es tiempo de puerros, y setas. Cuando el año que viene regrese tu quinto aniversario sobre el estiércol del tiempo, que es nuestra memoria, cultivaré las rosas más secretas.
Muy emotivo, Suso.
ResponderEliminarTe envío un abrazo emocionado.
Hay luces, muchas luces en tus palabras. Brillan y zizagean entre atardeceres rotundos y amaneceres elegantes.
ResponderEliminarEsas luces te guían y son dirigidas por alguien que te ama.
...
Sí. Eres un tío bendecido por luces que te acompañan.
Y eso te va a salvar, chico.