viernes, 14 de septiembre de 2018

EL GATO

En un poblado indio...

Hacían el culto todas las tardes pero había un gato que molestaba. Y entonces el sacerdote ordenó que  lo ataran a la puerta del templo para que dejara de molestar.

Pasó el tiempo. El gato se murió y la siguiente generación de creyentes compró un gato y lo ató a las puertas del templo, y siguieron otras generaciones  con la tradición del gato atado a la puerta... Y  así un año y otro y otro  hasta que  , derrepenete, depronoto, comenzaron a escribir doctos tratados sobre la importancia de tener un gato ataviado a las puertas del templo, de lo sagrado del gato en la vida de la Iglesia . 

Incluso hubo  quién  realizó un doctorado sobre " la Eucaristía y el Gato,  una esencia litúrgica de la inmanencia en tanti contri inmanencia ". En la Juan Carlos  I hay un máster  en " Teología del Miau"


No es coña ,  es lo que nos ha  pasado a muchas personas  mal formadas,  infantiles, histéricas: que tenemos muchos gatos atados en la conciencia.

Uno,  que tiene una gatada muy principal,  aún los va matando cada vez que se planta delante con una gilipollez ...¡ y tengo 60 tacos!


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