jueves, 25 de octubre de 2018

SE TRATA DE VIVIR

No sé  cuántas de las cosas  que hago al día son verdaderamente  
libres. Tengo la impresión que voy en remoto con el piloto automático.

Me despierto sin necesitar el despertador , salto de la cama, me pongo la titola en su sitio, me limpio los dientes, me ducho, tomo un café, aparco, voy al despacho , y miro sin fijar la vista en nada y en nadie , saludo a la peña , sonrío al jefe, charlo con los compañeros, reviso la agenda , hablo  por el móvil, almuerzo el plato del día  ,  cita con un cliente, las mismas frases  para vender el producto de siempre, los mismos argumentos , termina la jornada, cierro  el ordenador, regreso a la estación, otro tren , el portal, el llavero , la casa, no hay mujer, ni hijos,  la noche, la cena, leer, la cama. 

A veces rezo, pero también de un modo mecánico la mayoría de las veces. 

Y así un año y otro año cumpliendo siempre las reglas con palabras y gestos repetidos , la impresión de que eso ya lo has dicho mil veces, lo has visto no sé dónde , y esperando el gran acontecimiento. 

El gran acontecimiento es, para muchos, que un pájaro ha chocado contra el parabrisas del coche, que tu hija ha quedado embarazada en la piscina, o que  parece que te has  enamorado y te pilla cansado.

Después  también sucede como cuando vas en bicicleta , que todo es instintivo. Pedaleas, vas de aquí para allá, subes, bajas, y al llegar al destino no sabes  ni por dónde , ni como, ni nada. Has salido, has llegado, y has respetado todas las reglas del carril bici si darte cuenta de como ha sido.

Mientras, tu cerebro estaba raca raca  en otra parte, ajeno al paisaje que atravesaba. Esta experiencia puede aplicarse a todos los aspectos de la conducta humana. . 

Esto me da  miedo  y  me inquieta, la verdad. ¡Joder!: de pronto un día uno se encuentra al final del trayecto sin darse cuenta de que ha vivido. 

Y yo lo que  quiero es vivir.


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