jueves, 4 de octubre de 2018

LEER COMO SE COME

Leer  es  alimentarse. Tan orgánico  , íntimo  y necesario  como alimentarse.

Reconozco  que  tengo unas carencias importantísimas  en el comer. No tengo gusto.Soy de los  que meten cosas  por el agujero  de  la cara.Pero disfruto  cuando veo comer personas que hacen de la digestión una  liturgia. Mastican   lentamente, saboreando, y haciendo del comer un rito. Para  esta  gente  la comida   es algo  muy serio. 

Saben que  esa  materia prima  ha  hecho  un largo viaje  hasta llegar a la mesa. Alguien sembró la semilla, regó las hortalizas, podó los frutales, salió de madrugada a pescar, ordeñó  las vacas, realizó la matanza . Un camionero transportó esos productos al mercado. Un  cociner@ los cocinó con  mimo  y sabiduría.  Los que comen así tratan de convertir también la sobremesa en un ejercicio moral, casi místico.

Mi  padre era  de esa cultura  y  viéndome comer se descomponía. 

Uno   lee  así, como otros  comen.  Leo  buscando en cada libro la isla del tesoro y a  veces encuentro el cofre del pirata. Detrás  de un buen  libro  también hay grandes  recorridos, inmensos. Y  a  veces  el precio  de ese  viaje  es altísimo.

Una  de  las  estampas que  más  disfruto de fotografiar  es  el de personas leyendo. Absortas, buceando  en unas  páginas, ajenas a  todo.










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