En las iglesias tendrían que poner un cartel: "prohibido no tocar".
Y que la gente pudiese acercarse hasta el sagrario,y abrir sus puertas, y echar un beso al aire,o dejar una petición escrita,o meter la cabeza, si cupiera, y decir lo que quisiera.
A veces pienso que Jesús echa de menos ese " !¿quién ma tocado?!" que dijo al sentir el temblor en la orla de su túnica de una pobre mujer.
¡Tocar le llamó a eso!.
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