En el cuento no se habla de un rey que se mira en el espejo y le pregunta quién es el más hermoso.
Quizás por esa razón no contesta, y los hombres nos vemos borroso, como difuso.Tampoco somos reyes.
De joven yo era un vanidoso de tomo y lomo, y de viejo. Me miraba mucho en los espejos, y me encantaba reflejarme en los escaparates y atusarme el flequillo . «Así no vas a ninguna parte », me dijo un día el espejo.
«A ver si corriges tanta estupidez». Pasó el tiempo, años, y me vi menos vanidoso.
Hoy ya no soy vanidoso. Soy un tipo que no se da un pijo de importancia. Muy majo. Majísimo.
Incluso mi gente dice que soy campechano .
La trampa estuvo en no mirarme en los espejos y pensar que cortaba de raíz con esa vanidad. Pero no zanjé esas ganas de quedar bien con todo el mundo, de que me importa el qué dirán, y eso se vive sin necesidad de mirarte en ningún espejo.
Nada ha cambiado , continúo siendo el idiota de siempre.
Buenas,
ResponderEliminaracabo de volver de vacaciones, y estoy poniéndome al día con tu blog.
Me veo reflejado tantas veces en lo que escribes ... y de nuevo ahora.
Por favor, si sabéis de la droga para evitar esa forma de narcisismo, de don perfecto ... y es que, encima, no logro entender que los demás sean "tan desperfectos", y los cabreo son ...
Qué lástima, de verdad :(
Un abrazo
Pues no queda otra que aceptarte así, curar adicciones es muy caro!!!
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