Al final resulta que el Universo son piedros y más piedros , incandescentes algunos, otros fríos y oscuros , planetas vacíos, moles vastísimas , lluvias de asteroides . Todos en órbitas obsesivas sin abandonar jamás el mismo carril. Total nada.
Las distancias son sobrecogedoras, y las profecías aterradoras. Estamos pendientes de profecías que amenazan nuestro futuro.
Pero no, estamos solos. Nos rodea un inmenso cementerio de piedra pómez,un atrezo grandísimo y desolado. Nada allá arriba produce la más mínima emoción.
Tal vez se cuenten por millones los mundos habitados y estén debidamente empadronados por esos astrónomos que nos hablan como si fuésemos niños. Y, como aquí, andan a usties, con sus religiones, sus pecados, banderas, escudos ,
¿Habrá redención en otros planetas?. ¿Quién fue el enviado , y en qué forma?: ¿un Jesucristo de orejas puntiagudas , ¿ san José era un reptiliano con ojos de mosca?...
O quizás sus Adán y Eva , en forma de E.T. superaron la tentación de Lucifer en versión Cocoon y son inmortales.
Si existe un número infinito de planetas tan aburrido como éste , pues vaya mierda.
El hombre tiene un cactus de peyote dentro del cerebro y toda esa carpa que nos cubre nos hace sentir muy pequeños. De eso nos viene el gran complejo de inferioridad. Cuando se descubra el truco, se verá una de dos cosas: que el universo no es más que un entramado ,un embrollo de nada combinado por el azar.
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