Hay una forma de volar: darte cuenta que ahora mismo el planeta que habitamos seis mil millones de personas vamos a una velocidad de 30 kilómetros por segundo.
Este mundo es una pizca de polvo perdido en la Vía Láctea. Y aquí estamos miles de millones de imbéciles
Este vértigo planetario y sideral ya se ha instalado en la conciencia humana. Y , a nada que lo pensemos , tenemos miedo. Nos sentimos como ese astronauta que queda a la deriva en el espacio , cortado el cordón umbilical que le unía a la nave.
Mientras la Tierra gira a 30 kilómetros por segundo, en cualquier mezquita, sinagoga o iglesia predican el odio , como siempre desde hace miles de años.
Simultáneamente , un joven que estudió en Viaró desde el ordenador de su casa puede meterse en las tripas de el Santander y desestabilizar la banca.
Sí, a veces viendo el firmamento de noche es posible que sientas ese vértigo, esa soledad, ese frío,y aquí abajo esa estupidez de los fanáticos de siempre. Pero no es allí arriba donde está lo que buscas. Aunque con el cinco por ciento de tu reputación a Jesucristo lo hubiesen crucificado los apóstoles.
Él sabe de qué pasta estás hecho.
Él sabe de qué pasta estás hecho.
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