Y es que un catalán tenía que hacer un viaje a Sevilla y le dice a su familia:
- Escolta, mañana voy a Sevilla y había de pensado si queréis que traiga alguna cosa de allí?
- Hombre, pues que te cuenten algo gracioso porque dicen que son muy graciosos los sevillanos.
Y así fue. Nuestro hombre estuvo en Sevilla… cuando iba a coger el avión cae en la cuenta que no ha cumplido el encargo que le dieron y le dice al de los billetes de Iberia:
- Oiga, perdone, pero que me podría de contar algo gracioso para contar a mi familia que es que les gusta mucho sus gracietas.
El de la ventanilla se queda un rato pensativo y le contesta:
- Hombre, algo así grasioso a estas horas, sin el fino, sin tapitas… ¿usted sabe en qué se parece una fábrica de corcho y un teatro vacío?
- Pues ahora mismo no de caigo –le contesta nuestro hombre.
- Pues que en una fábrica de corcho hay tapones y tapones y tapones… y en el teatro vacío tapones allí, o tapones allá, o tapones así, o tapones asá.
- Ah, muy de bueno y muy de gracioso, muchas gracias.
Regresa a casa el buen hombre y lo primero que le preguntan es:
- ¿Qué te han contado algo gracioso allá en Sevilla?
- Pues de sí, me han contado uno de muy gracioso. ¿A que no sabéis en qué se parece una fábrica de corchos y un teatro vacío, hein?
- Pues no de caemos ahora mismo….
- Muy de fácil… en la fábrica de corchos hay tapones y tapones y tapones, ¿valeee?... y en el teatro vacío…. ¡¡¡ TE PUEDES SENTAR DONDE TE DÉ LA GANA!!!
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