sábado, 5 de octubre de 2019

EL SEÑOR MELERO.


Hubo un tiempo en que muchos caminos de mi vida  llevaban a  Viaró, un colegio donde  trabajé años de mi juventud.



Allí, había un hombre bueno que se llamaba "señor Melero" . Era un exguadia civil , de fuerte acento andaluz, o extremeño , con uniforme gris  y los ojos un poco dormilones que se ocultaban en unas gafas  polarizadas .




 Grandón y con apariencia de cascarrabias , pero un corazón oceánico . Ese  hombre quería al colegio, los profesores, y alumnos  con una fidelidad de perro.




La verdad es que estaba en todos  los lados: en los Hexágonos, en el Edificio Central, en los comedores, en la estación de sant Joan...




Gruñía con un corazón  paternal, y como todas  las buenas personas que quieren ir al cielo miraba  para otra  parte cuando  algún chaval era pillado en falta. No  se  le  escapaba  una.




Yo le sacaba de quicio: "si es que es peor que  los críos", decía. Pero  me  quería bien.




No sé si era soltero, viudo, o casado, pero su vida era ese colegio,  y a veces  pienso que se cenaba su pan con lágrimas. 




Nunca me he sentido mejor ni he sido más feliz que  en aquellos días lejanos y azules de la juventud cuando era sólo un hombre con muchos sueños  por cumplir; he quemado  años de  vida en ese espacio paseando  por esas aulas, componiendo canciones absurdas  y  viendo pasar el universo por el ventanal, de los Hexágonos ,pero llegó un momento en que supe que Viaró  también era una mala forma de envejecer y por eso, hace años, opté por bajarme en la primera parada y dejar que la nave se alejara en la niebla por Barcelona , río abajo. 




El tiempo no ha desdibujado del todo los rostros que un día nos fueron familiares; las risas con los amigos han adquirido en la lejanía un sonido apelmazado ; los pasillos poblados de figuras que se multiplicaban en los espejos se han convertido en sombras 




 En medio de ese mundo que se ha ido desvaneciendo en el recuerdo,  el Señor Melero me asalta  hoy , vete  a  saber por qué.




El señor  Melero   murió ; se ha ido  a otro colegio . Allí  no hay nada que vigilar  porque se puede fumar y   todos los trenes llegan en punto a sant Joan. Pero la imagen de este hombre   permanecerá reflejada  para siempre en todos los cristales  de las aulas de Viaró . 





No son las grandes tragedias las que echan abajo las cajas del teatro de nuestra vida sino la muerte de algún amigo fiel que sin darnos cuenta era  el paisaje de nuestra  vida.

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