Uno de los textos más citados de Stevenson , que toca lo mollar de sus principios, está escrito en "los portadores de faroles":
"Hay una fábula que casi toca el meollo de la vida: la fábula de un monje que se internó en el bosque, oyó a un pájaro entonar un canto, prestó oídos durante un par de trinos y se dio cuenta de que se había convertido en un extraño al volver a las puertas del monasterio, pues había estado fuera cincuenta años y sólo uno de sus compañeros había sobrevivido para reconocerle".
" Toda vida que no es meramente mecánica está tejida con dos hilos: la búsqueda de ese pájaro y su escucha. Y precisamente eso hace que la vida sea tan difícil de valorar, y el goce de cada uno tan imposible de comunicar. Y saber eso, y recordar esas horas afortunadas en las que el pájaro ha cantado para nosotros, es lo que nos produce tanto asombro..."
Y , como contrapunto oscuro , se refiere a los realistas : "esos que ven la vida hecha de barro y hierro viejo, deseos baratos y miedos baratos, los que nos avergüenza recordar y los que no nos importa olvidar; pero de la nota del ruiseñor que devora el tiempo no recibimos noticia".
El canto de ese ruiseñor es el que se oye cuando de verdad estás enamorado, cuando has sentido la caricia de Dios, o la belleza de un verso, la canción que nunca cansa escuchar. Y es bueno tener esa referencia de Stevenson a la hora tomar la temperatura moral de nuestra vida: si no escuchas la nota del ruiseñor, ¡sal corriendo de ese bosque en el que te encuentras!

Qué bueno. Vaya comienzo de día, a por él. El relato me ha recordado la leyenda de sal Virila de Leyre.
ResponderEliminarLa leyenda de san Virila es más bestia. Fueron siglos los años que pasaron.
EliminarGracias.
Ayer volvió a salir el tema de los bancos. Últimamente también lo de los ricos.
ResponderEliminarEsta vez —no pasa a menudo— discrepo de casi todo lo que se ha dicho (y sí, lo admito, tengo un pequeño conflicto de interés… he trabajado más de dos décadas en un banco de inversiones).
Los bancos no son ni buenos ni malos. Cumplen una función esencial para que todo esto que llamamos sociedad siga funcionando. Y, como en casi todo lo que toca al ser humano, hay de todo: luces y sombras, santos y tiburones.
Ya cité una vez la frase latina: pecunia, si uti scis, ancilla; si nescis, domina.
El dinero, si sabes usarlo, te sirve; si no, te esclaviza.
Y claro, donde hay dinero es fácil quedarse pegado al materialismo, al apego, al egoísmo y a las ganas de acumular más. Pero eso no es un monopolio de los banqueros: también lo he visto en abogados, médicos, profesores y tenderos. En cuanto se pierden los valores, todo se centra en el éxito material y se olvidan la caridad, la honestidad y las demás virtudes.
He conocido banqueros muy parecidos a Gordon Gekko, el de Wall Street. En mi ambiente, en los años noventa, circulaba una máxima —creo que tomada del presidente Truman, aunque no estoy del todo seguro—: “If you want a friend in this business, get a dog.” Y algo de verdad tenía.
Pero también conocí a gente honrada, discreta, que ganaba bien y vivía con sobriedad. Verdaderos caballeros que sabían que la riqueza, bien entendida, no está en la cuenta corriente, ni en Porsches, ni en cenas ysibaritas o, en general, en el materialismo y la vanidad, sino en una vida interior y exterior bien ordenada; en la libertad de no depender de lo que se tiene, y en compartir con quienes han tenido menos suerte.
Hace unos días, en un pueblo bastante remoto, vi algo que me recordó todo esto: gente sencilla, que a ojos de ciudad serían “pobres”, intentando sacar ventaja en el mercado con pequeñas trampas en las balanzas. Y pensé que, al final, no se trata de bancos, ni de profesiones, ni de dinero, sino de honestidad y rectitud… y de saber quién manda a quién.
Viendo cómo va el mundo, parece que, al ritmo que llevamos, será el perro quien tenga que enseñarnos a todos a no morder más de lo que podemos tragar.
Pero la estupenda fábula del pájaro y del monje que aparece en la entrada de hoy —de la que conocía otra versión— ofrece una nota de esperanza. Además de mostrar cómo la contemplación de la belleza divina detiene el alma y la saca del tiempo, nos recuerda que, cuando el monje regresa y no encuentra nada de lo antiguo, todo lo terrenal ha pasado. Solo lo eterno, Dios, permanece. Una invitación, en suma, a reflexionar y poner en su justo orden los bienes y ambiciones terrenales que tenemos.
Y quizá, si aprendemos eso, hasta el perro pueda descansar tranquilo.
Es usted un banquero con todas las letras.
EliminarMucha teoría, buen vendedor de humos.
EliminarNada nuevo en el horizonte.
Ya. ¿Y usted es? Lleva varios comentarios anónimos. Nada nuevo en el horizonte.
EliminarMuy grande el ultimo parrafo, Guiri. Sobre lo que comentas de los bancos discrepo mucho: soy de los que piensan que un banco te da un paraguas cuando hace sol pero te lo quita cuando llueve.
ResponderEliminarPero en el ultimo parrafo has estado sembrado, 100%.
Feliz sabado a tod@s.
Sevillista
Gracias por la historia.
ResponderEliminarA mí me pasa, pero con algunas personas. Pasaría muchas horas con ellas y no me cansaría nunca, se me harían unos instantes. Doy gracias a Dios por esos benditos ratos.
Pétalos de rosa
Un gran corazón ❤️
EliminarMuy poco antes de morir, Tomás de Aquino dijo: “Non possum quia omnia quae scripsi videntur mihi paleae respectu eorum quae vidi et revelata sunt mihi”.
ResponderEliminarEs decir: «No puedo. Todo lo que he escrito me parece paja comparado con lo que he visto y me ha sido revelado».
Intuyo que escuchó el canto del pájaro y que, al compararlo con lo que hasta ese momento había comprendido, se sintió superado; quizá consideró que no tenía sentido intentar explicar tan poco acerca de un todo tan grande e inexplicable.
Probablemente el canto del pájaro sea más sencillo que la Suma Teológica, pero un científico —cuyo nombre no digo porque se usa demasiado en vano— solía afirmar muchas veces que, si una explicación es demasiado compleja, es porque no es cierta del todo; las grandes claves de la verdad son tan sencillas que cuesta mucho comprenderlas.
Obviamente era otra época; las aseveraciones absurdas de Tomás de Aquino sobre la mujer y su naturaleza lo invalidarían hoy día si las pronunciara. Quizá vio que lo que la razón alcanza es ínfimo, y que el camino es otro.
Yo entendí algo parecido al canto del pájaro en el episodio que cuenta Saint-Exupéry en Carta a un rehén, cuando invitaron a un Pernod a dos trabajadores en Tournus, a orillas del Saona.
De ricos y pobres ya he escrito mucho; para mí, lo que pesa es el hambre como sinécdoque en todo su sentido.
PRISCILIANO
Los comentarios críticos de la entrada de ayer contra los bancos son una muestra del populismo barato, nivel Irene Montero. Vamos, de vergüenza ajena.
ResponderEliminarSuerte que hoy ha vuelto la cordura y el seny (ver impagable comentario de Guiri).
Soy de los que piensan que la peor soledad llega cuando descubres que casi todo el mundo es idiota. Yo llegué a la misma conclusión hace ya mucho (y, sobre todo, ahora con usted)
EliminarLo del dinero...tiene gracia. ¿ Quién no ha visto esa gente que se hace amiga " de las riquezas injustas?".
EliminarLa lombriz de tierra ayuda a la formación del mantillo mediante sus deposiciones. Este gusano come barro simple y lo transforma en abono orgánico. Ese sentido tienen los ricos de la tierra.
¿Qué hace el empresario codicioso sino transformar la mierda del dinero , que no es más que barro, en abono?.
Ricachones que viven en cementerios de inmundicia . El alma de estos Epulones aparece coronada de vertederos con vida propia.
Te paga un jefe que expele una cantidad apabullante de desperdicios. Toda esta gente bienpensante llegará un momento en que su corazón sólo será un envase de porquería.
La lombriz roja , metáfora de tu jefe, no sólo come tierra húmeda, sino que lo devora todo: cuentas de resultados, contratos, la familia dependiendo de él... se lo zampa de una manera infatigable y lo va transformando en un granulado de vitaminas minerales.
El rico ignora que se instala en el basurero de sus intereses y al poco tiempo aquel lupanar se convierte en una montaña de delicado humus.
El forrado es lombriz hermafrodita, copula consigo misma y se reproduce vertiginosamente: ¡ dinero, dinero dinero! El compost que produce sirve como excelente fertilizante para sus afines: partidos políticos, asociaciones , limosnas que da "generosamente" ... y esa sentencia maravillosa que dice Lucas en 16: 9: "Y yo os digo: Haceos amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas".
¡Allí está la clave!: hazte amigo de esta gente.
Estos gusanos " de las riquezas injustas".
Eres una lombriz, y no lo sabes.
Pensé lo mismo cuando leí esos comentarios de la entrada de ayer.
EliminarAqu usted y algunos más parecen seguir el lema; "los que tienen más que yo son malos/los que tienen menos que yo son tontos".
ResponderEliminar"El dinero no da la felicidad; enviármelo a mi".
Etc. No es ética. No son principios. Es pura envidia.
Insisto, tal como dije ayer, la envidia lo disfraza casi todo.
ResponderEliminarInsista, insista: Voces del pueblo aplicables a cualquier progre que ande por ahí... “Cuando un tonto se agarra a una reja, o la arranca o no la deja”
Eliminaranónimo envidioso, podría disimular o algo
EliminarSuso no necesita los bancos y los bancos no le necesitan a él. Es un win-win
ResponderEliminarUsted anónimo si que es un asiduo de los bancos, me refiero a los bancos del parque
EliminarLo que es muy de pogre es adoptar la pose de "enfant terrible" y criticar a Amaneció Ortega, la banca, etc. ¡Cuánto daño ha hecho el populismo de Pablo Iglesias y Monedero!
ResponderEliminarCada vez da usted más datos de quién es. Aquí nadie ha hablado de Amancio Ortega mezclándolo con la banca.
EliminarTodo está en Tolkien. Muchos banqueros también: Gollum, su tesoro, su codicia, su obsesión, el oro, su perdición...
ResponderEliminarHay un dicho en el campo catalán que dice: "El diner fa a l'home bé, el diner fa a l'home mal, el diner fa a l'home infernal" y los antiguos payeses cristianos terminaban diciendo: y dos de estas afirmaciones (para mí las dos últimas)son ciertas...
Me ha llamado la atención el comentario último de la anterior entrada hablando de los bancos altruistas.
ResponderEliminarSupongo que se refería al banco de los alimentos, pues los demás, de altruistas nada de nada. Ni que sea a través de su fundación, que está obligada por estatutos, nada de voluntario.