Cada uno nace con unas taras que vienen de serie. Al menos esa es mi experiencia. Hay quien vive en el equilibrio, y hay quien lo hace en la armonía. El equilibrio son como fuerzas que tiran en distintas direcciones que consiguen que uno se mantenga en tensión.
Pero, ¡ay! , basta que uno de esos tensores se rompa, o pierda fuerza, y todo salte por los aires.
Así me parecía a mi que cuando estaba en mi equilibrio perfecto- la afectividad controlada, la sexualidad con el bocado tascado, la imaginación en sus márgenes, el cuerpo cansado, la cabeza serena- todo iba bien. ¿ Pero cuánto duraba ese estado? Una sola de esas fuerzas que se aflojaran, o se rompiera, y ¡ el desastre!
Y vivía con personas que eran "armónicas". Parecían estar en una partitura donde las notas de su cuerpo, de su imaginación, de su sexualidad, de su sensualidad de su fe ... formaban su personal música. Allí nada saltaba por los aires.
Desde muy chaval la vida para mi era una cesta de regalos que cogía , me zampaba, o compartía. Dentro de mi sentía ese ángel malo constantemente que cortaba los vectores de fuerza que me sostenían. Había un algo compulsivo en mi.
Era como si fuese una ostra que alguien metiera a la fuerza un grano de arena en mi concha y comenzara a formarse una perla alrededor de ese grano. La ostra no podía parar de obsesionarse con la perla. Lo que sucede es que hoy no puedo asegurar cómo se llama ése ángel que me introdujo el grano de arena. Quizás fuese un diablo, pero algo me dice que Dios no andaba lejos de ese demonio.
Al final supongo que todo el mundo tiene que aceptar su propio modo de ser. Eso es lo que hice. Creé un mundo en el que encajar. Y asumir que uno es así.
A veces, pocas, he sentido estar en un estado de gracia. Como que sentía que Dios y su Madre santísima estaban muy cerca y se empeñaban en mi, como mi padre cuando era niño.


Es muy bonita la entrada, el mundo necesita apasionados como tú qué tengan buen humor, talento artístico y mucho cariño por todos.
ResponderEliminarQue tengas un buen día
Pétalos de rosa
Muchas gracias, un beso
EliminarAl final todo el mundo tiene que aceptar su propio modo de ser.
ResponderEliminarY el de los demás.
Aceptarnos a nosotros mismos debería ser el primer paso, pero a veces cuesta menos aceptar el modo de ser de los demás.
Me encantan tus metáforas.
Espero que estés bien. El día después de la quimio no es para tirar cohetes.
McC
Creo que se borró o no sé que pasó con lo de la entrevista que envié.
ResponderEliminarNo público links con noticias de la opus, ni a favor , ni en contra
EliminarEquidistante?
EliminarNo me copie. Suspendo el juicio. Estoy otra.
EliminarUsted, qué , definase
Ya, por eso envié una que no era ni a favor ni en contra. Podría decirse que era, si no objetiva, al menos neutral. Pero respeto su línea editorial, faltaría plus.
ResponderEliminarSí. Un compendio de taras y genialidades sorprendentes. Estamos como a medio hacer. No tenemos la perfección que dicen que tienen los ángeles. Dicha perfección, todo hay que decirlo, les hace un poco aburridos y predecibles (espero que no se me enfaden si es que existen).
ResponderEliminarYo creo que a Dios, los humanos, le gustamos; y para hacer algo más interesante que los ángeles, nos hizo a nosotros.
Es evidente que a Dios le tienen que horrorizar muchísimas de nuestras acciones; especialmente la que generan un mal hacia los demás. Pero le tiene que atraer la incertidumbre de nuestra pobre y caótica manera de ser, nuestro humor, nuestra capacidad para andar en medio del desastre. Somos como una flor humilde de belleza extraña capaz de crecer y de florecer en medio de un estercolero. Yo creo que al crearnos, Dios, fue el inventor del arte wabi sabi.
El arte wabi sabi, en estos días precisamente, es un recurso que quiero introducir en mis clases de arte, pensando sobre todo en los alumnos que no se sienten felices porque no actuan con perfección y porque no son perfectos (es extraño, pero los hay) especialmente algunas niñas.
Es espantoso como la estandarización de la belleza les hace creer que son feas, y a niveles patológicos; la enfermedad mental que se deriva del imperio de la perfección hace que se vean “gordas” cuando en realidad se mueren, literalmente, porque no comen.
Dios, al crearnos, inventó el arte wabi sabi; ese arte que nos dice que la belleza del tronco de un arbol es insuperable, y que esa belleza, aunque no nos demos cuenta, se debe a su imperfección, a la irregularidad de sus nudos, a la unicidad de sus ramas, de los detalles de su corteza. Un ángel, o un alemán (es broma, que no se enfaden los alemanes) si tuvieran que crear el tronco de un árbol, lo harían simétrico, los detalles alineados, las curvas con compás o por lo menos siguiendo una función continua; lo harían aséptico, con fungicida para evitar las plagas. Y les saldría un árbol estilo arte bauhaus, que también tiene su gracia, pero que no es tan humano.
Los humanos reales somos de los barrios bajos de Nápoles más que de las zonas residenciales modernas de Seattle o de Brasilia. Y además somos muy frágiles.
Me produce estupor la fragilidad de las niñas que comentaba; el poder que dan sin saber evitarlo a la opinión ajena, a la estética normativa, a la perfección; como si la perfección fuera directamente proporcional a la dignidad y a la felicidad.
Tendría que existir un tiempo semanal para “Retozar en el barro”, y durante una hora a la semana, embarrarnos hasta el último centímetro de la piel, para luego arrojarnos barro unos a otros, secarnos al sol, ducharnos, y comernos después una pizza y una coca cola con bién de azucar y de cafeína. Esto los ángeles no lo pueden hacer.
PRISCILIANO
Es un problema, yo tengo un par de amigos con hijas anoréxicas y es un sufrimiento constante.
EliminarNos imponen una manera de parecer, que no una manera de ser ("solo es real lo que puede medirse"), y hay que salir corriendo.
Que se desarrolle la personalidad interior sin vergüenza, que ese granito de arena se convierta en perla escondida.
Esos armónicos (¿neuróticos?) solo contemplan deberes sin amor, sin gozo, sin juego, sin distensión.
Una vez leí: "el santo es un viajero sin equipaje". Que yo interpreto como un rechazo del egocentrismo.
Tu comentario me recuerda (no se muy bien porqué) un texto que leí hace tiempo de G. Apollinaire:
Eliminar" El fin utilitario que se han propuesto algunos arquitectos contemporáneos es la causa del retraso considerable de la Arquitectura sobre las demás artes. El arquitecto, el ingeniero, deben construir con intenciones sublimes: levantar la torre más alta, preparar para la hiedra y para el tiempo la ruina más hermosa. Lanzar sobre un puerto o sobre un rio un arco más audaz que el arco iris, componer en definitiva, una armonía perenne, la más potente que el hombre haya imaginado nunca.