jueves, 19 de diciembre de 2013

RONRONENAR.


Desperté de amanecida con "Tía Carmen" en mi pecho.

Ronroneaba. Manuela también lo hacía. 

Tía Carmen es la gata. Una mirada tan fosforescente, tan esquiva, que es una auténtica maravilla. Es una gata señorial, muy pija, y de un gris intenso. Tiene unos ojos cambiantes y prodigiosos... a veces de un color oro intensivo; a veces de un color miel que emboba; a veces absolutamente indiferentes. 

Sé que no se moverá hasta que levante. Me da pena hacerlo, porque intuyo que es muy feliz en mi pecho. Aguardo un rato, porque es lo que espera ella de mi, y lo que yo pediría a mi dueño si fuese gata...¡un poco más, Suso! 

A veces me pregunto si la vida humana ,comparada con la de los gatos, es una pérdida de tiempo. 

Lo nuestro es un alboroto sin sentido. No ronroneamos.

4 comentarios:

  1. Yo tengo una gata asì... y también un "gattaccio" que me hace levantar todas las mananas hacia las 5 y pico porque quiere salir, si no es que se ha pasado fuera toda la noche y entonces quiere entrar. Pero mis conclusiones, al contemplarlos, son las mismas que tu.

    ResponderEliminar
  2. Llevaba tiempo coincidiendo con tus ideas, pero por ésta no paso: no te puedes fiar de ningún lindo gatito; y si es gatita, ni te cuento.

    ResponderEliminar
  3. Lo de Tía Carmen es una venganza cruel... Pero me he reído la tira!!! ¡Pobre gatita!

    ResponderEliminar
  4. Al próximo gato le podrías llamar Barbastro, o Molinoviejo...

    ResponderEliminar