lunes, 19 de febrero de 2018

CADA DÍA TIENE SU AFÁN.

Hace unos meses me grabé para escuchar en el coche el texto de Mateo 6,25- 34.

Lo hice porque intuí que eran algo más que palabras hermosas, y que escondían una clave que se me escapaba. No son dichas para consolar a viejas, o a incautos que piensan en la recompensa del más allá.

Están dichas para vivirlas hoy. Sucede que te rompen los esquemas:¿cómo se puede vivir sin pensar en el trabajo, en pagar la hipoteca, o los colegios?.

Y, sin embargo, lo que dice es que se puede. Lo que predica, ¡y de qué modo!, es que se puede vivir en otras coordenadas que las de tiempo y espacio.

Cuando lo has escuchado unas diez mil veces empiezas a entender el sentido de esas frases, que son música, una especie de letanía que recuerda un fatalismo feliz que huele a sabiduría de siglos, y a gente que está por otras cosas. Os recomiendo de corazón, porque os quiero bien, que leáis este texto a diario, y a solas, y poco a poco, os empapará de esa manera de ver la vida que está enraizada en las profundidades de nuestra alma. Seas creyente o no.

Al final todo se reduce a no esperar nada en concreto. Espera con humildad y sencillez sin límite que algo llegará. Y lo que llegue , será bueno .

Todos somos algo. A veces somos muy poco, un breve trozo del paisaje de algunas personas. Pero si sabes ser ese paisaje con dignidad y vocación, es algo más noble que andar preocupado por “discurrir” preocupaciones absurdas. Esos “¿qué vestiré?”, ¿qué comeré”?, ¿ qué haré si...?...¿y si mañana?...

Cada día tiene su afán. Allí está el secreto, en el “cada día”, el “hoy”.

¿Tienes planes para hoy?


Te  voy a  contar  los míos. Son cosas muy importantes, amig@s. Muchos planes. Me voy a   pasear por  la  parte  del  mundo en la  que ando con los  vivos  y  llamaré a María José,  le  diré  que la  quiero, y  mientras  tanto, esperaré  a que Manuela  vuelva  a  buscarme  desde  donde  esté.





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