Ayer estuve con Joaquín.
Hay cosas que sólo ven los ojos que
han llorado mucho.
“Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor y la de la muerte”,
escribió Miguel Hernández. La vida, el amor, la muerte... van
dejando heridas. Pero, hay enfermo,
parece como si las tres heridas se hubiesen dado cita a la
misma hora y en el mismo lugar.
Las preguntas se acumulan en la mente
de quien padece sin que haya respuesta : ¿por qué la
enfermedad? ¿Cuál es su origen? ¿Sobrevivirá? ¿Qué será
de los míos? ¿Por qué ha de padecerla él ? ¿Por qué Dios paga así? ¿Por qué no
atiende las peticiones de su gente?
¿Por qué guarda silencio ante el
sufrimiento de los hombres? ¿No será tanto dolor humano
desatendido una prueba palmaria de que Dios no se
ocupa de nosotros, y que no nos ama y está desinteresado
de nuestra suerte? Y, si Dios no nos ama, ¿existirá?
En las horas de soledad o en las noches
de insomnio zumban y ronronean como un molesto moscardón
por la cabeza las preguntas de siempre : ¿Existe el cuidado amoroso
de Dios si estamos condenados a amasar el pan de la vida
con la sal de nuestro sufrimiento y las lágrimas de
nuestros ojos?
Imagino antes de dormir que toco la
orla imaginada de un Nazareno al que sólo veo los pies, y susurro,
“¡cúralo!”.
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ResponderEliminarSe me olvidaba: gracias, pues, por la dosis de Esperanza que inoculas al final de la entrada.
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