miércoles, 6 de marzo de 2019

A CASA, SUSO, A CASA.

Millones de personas se entusiasmaron con la película E. T.

Cuando grandes multitudes expresan tanta energía por algo, es porque sentimos que alguien ha tocado un resorte en nuestro interior que nos conmueve. Cuando el abandonado E. T. murmura: "a casa, Elliott, a casa", sus palabras evocan algo que todos, desde hace miles de años, llevamos dentro.

Ese  “a casa, Elliott, a casa" hizo llorar a  millones de personas de todas las edades en todas las culturas . Lloramos porque nos sentimos niños exiliados.

Verás gente que alcanza sus sueños, que parece importarles nada la vida, que están por encima de inquietudes y afanes, pero siempre experimentarán una  sensación de vacío, de no estar bien. 

El hijo pródigo comía las bellotas de los cerdos y siente su abandono.

Después del amor, las canciones, el sexo, el trabajo, las inquietudes y aventuras ,  decimos: ¿Esto es todo?...¿y?...

Todos tenemos otro hogar al que pertenecemos. Creo que algo- ¿alguien?- nos pide que regresemos.

Pienso que venimos de Dios. No importa cuán bien marche todo, o lo mal que vayan las cosas: todavía no estamos en casa.

La verdad, me encuentro muy lejos...y sí, yo también  escucho "a casa, Suso, a casa".



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