la hora de coger el móvil piensa en los ángeles que te acompañan, el bueno y el malo.
A mi eso me lo enseñaron los capuchinos de Torrero en la catequesis de la primera Comunión. Hasta recuerdo la lámina de un niño con un ángel bastante tralarala a un lado, y un pieza al otro. Uno susurraba cosas bonitas y consejos acertados, y el otro, pues lo de siempre, que sí, que eres un acojonao, y esas cosas.
Si hacías caso al bueno, al cielo irás, y si al malo, pues a cascala.
El móvil tiene los dos ángeles dentro de sí. Lo sabe todo de tu vida, pues todo está registrado.
Y al final, el móvil te delata, el muy chivato. Lo llevas en lo más íntimo del pantalón, y mira, caes en manos de la justicia y te pone a caer de un burro.
De todas formas, y a pesar de todo, lo recargas y recargas, y otra vez, y no puedes vivir sin él, y te enredas en su telaraña.
Ya lo dije: sólo seremos libres el día que zanjemos esa relación destrozando el aparato.
Imagino Dios viendo la Tierra navegando a toda leche por el universo , y escuchando a lo lejos un follón de conversaciones cruzadas: !joder qué gallinero!
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