viernes, 12 de abril de 2019

DESDE LA DUDA.

Me  gusta la gente  que tiene muy pocas creencias en su vida. Escéptica , divertida , dispuesta  a modificar creencias absolutas a cambio de  dar un paseo detrás de un buen culo. O de   cambiar el paso que le llevaba a asistir a un homenaje en su honor  por hacer unas buenas fotos  a un atardecer  que pasaba  por allí.

De mandar a  freír  espárragos  la eternidad  y andar una senda  que nace en un cruce caminos, un   camino   difuso  que se inicia  entre  hojas caídas en un otoño.

Los que  saben  que sólo se puede  tener fe desde  la duda.

La gente de creencias sólidas  son los  que tienen la piedra preparada y cogida del puño , que se sabe  lo  suficientemente pura  para  animar al mismísimo Jesucristo a tirar  una pedrada a   la adúltera.

Esos  que  te indican  con el dedo  el camino recto que debes andar , y en cuanto te desvíes, mueven   la cabeza escandalizados y se verán obligados - ¡qué  otra cosa  pueden hacer!- a delatarte .

Estos  devotos , cuando  te corrijan , no ahorrarán en lágrimas a la hora de condenarte. En el Evangelio los tienes  muy bien retratados : con frecuencia detrás de la violencia  extrema se maquillan capas y capas de piedad y misericordia fingida.


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