Los zapatos nacen para ser andados y personalizados.
Serán parte de su biografía, y tomarán las forma de sus angustias, sus alegrías, sus prisas, sus esperas. Se nos juzgará por nuestros zapatos. Dónde andaste, qué tierra pisaste, las alfombras que apelmazaron tus pasos . Dicen que las cosas perdidas buscan a su dueño. No lo sé.
Serán parte de su biografía, y tomarán las forma de sus angustias, sus alegrías, sus prisas, sus esperas. Se nos juzgará por nuestros zapatos. Dónde andaste, qué tierra pisaste, las alfombras que apelmazaron tus pasos . Dicen que las cosas perdidas buscan a su dueño. No lo sé.
Yo, que soy una cosa perdida, desde luego, lo busco.
Tal vez cada par de zapatos tiene ya su trayecto marcado desde que sale de fábrica , y elige a su dueño . Hay gente que dice " fueron ellos los que me eligieron". En algún punto invisible de su alma lleva un programa con todo el camino que ha de recorrer hasta terminar en un basurero al final de su viaje.
¡ Qué misterio! uno nada puede hacer cuando mete los pies en unos zapatos nuevos: comienzas a andar y, guiado por tu destino, te conduces hacia el bien o hacia el mal. según un azar que está previamente determinado en las suelas.
Zapatos de mujer, de hombre, de ricos, de pobres. Los zapatones del Papa, las sandalias de los humildes, los pies descalzos y encallecidos de los más miserables de la tierra que resuenan al andar por los cantos rodados de las aldeas.
Muéstrame tu fondo de armario y te diré quién eres. De la suma de todo el calzado que guardas en el armario se pueden saber muchas cosas de ti. Y de mi. Tu biografía, la variedad de tu conducta, y también la incertidumbre de todos los itinerarios que definen la existencia humana.
Una vez los zapatos me llevaron a la punta cercana y exacta de otra mujer. Y anduvimos juntos hasta la muerte. Fue un camino maravilloso.
Otra vez se acercaron a la frontera de otra mujer. Y me despeñé.
Somos así: unos tienen muy marcada la tendencia al abismo, otros realizan siempre el mismo circuito obsesivo que es el laberinto de cada día desde casa al trabajo. Algunos zapatos te llevan a un barrizal , sucio y oscuro, con olores a soledad. Otros al callejón del crimen . Hay modelos que obligan a su dueño a pisar las moquetas de los altos salones.
No nos engañemos, todos están sometidos a la ley de la gravedad, y sólo por eso todos somos iguales. Usain Bolt ganaría también los cien metros libres con unas chirucas. No necesita el soldado unas botas Martins para aplastar la cabeza de un inocente. Los que desfilan por Cibeles también son soldados. Ni las sandalias engendran profetas, lo mismo que unas sagradas pantuflas con brocados no hacen un Papa
En Tamahú se ven muchas mujeres descalzas . Dios ama esa pobreza, la de los descalzos y desdentados.
Es cuando estamos descalzos durante el sueño cuando somos libres. Me gustaba despertar y mirar el fondo de la cama cuatro pies desnudos que parecen saludarte felices , y desearte los buenos días.
Sin embargo, cada mañana al pie de la cama todos los zapatos del mundo esperan a que el sueño acabe. Nos sentamos al borde del somier, introducimos los pies en ellos , y nos dirán : "¿dónde vamos hoy?, ¿ a qué personas conoceremos?, ¿qué antro visitaremos ?, ¿en qué iglesia me doblaras las puntas para rezar ? , ¿ qué culo patearemos?...o en qué soga quedaremos suspendidos y balanceándonos en una solitaria habitación?
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