Hay un tipo de ser humano que me me produce cierta alergia.
Con los años uno ha conocido gente que se parece mucho unos a otros. Débiles, que me dan lástima (yo me encuentro entre ellos). Fátuos, que son risibles (yo también soy uno de ellos). Codiciosos,que me parecen despreciables ( no me encuentro en esa tribu ). Piadosos, corroídos por los escrúpulos y el fanatismo ( tampoco estoy allí). Estos de los que escribo me dan yuyu.
Con los años uno ha conocido gente que se parece mucho unos a otros. Débiles, que me dan lástima (yo me encuentro entre ellos). Fátuos, que son risibles (yo también soy uno de ellos). Codiciosos,que me parecen despreciables ( no me encuentro en esa tribu ). Piadosos, corroídos por los escrúpulos y el fanatismo ( tampoco estoy allí). Estos de los que escribo me dan yuyu.
Los don perfectos. Los que piensan que la perfección es la suma de actos perfectos. Y eso produce monstruos. Lo sé porque los he tratado.Son alegres sin fronteras, pero plastificados en la sonrisa. De ademanes graves. Limpios, aseados. Afectados. De modales masónicos. Suenan artificiales.Rollo zen al escuchar. Sin imaginación.
Siempre he desconfiado de la gente de una pieza.Y si está poseída de esa santa alegría "wonder flower flonder" , más. Los que he tratado y conocido a fondo uno tiene la impresión, con los años, que se han quedado como secos , viviendo de las reservas y de costumbres acortezadas, erráticos, vacíos, como una mala copia de ellos mismos, mal avenidos con sus obsesiones.
Como su pecado es la soberbia,esa que , dicen, muere horas después que el sujeto, su vida termina cerrada. Cerrada en su propio carácter, en su imagen, de la que no pueden escapar. Adictos al papel que se han impuesto, sin oxígeno crítico, porque aceptan malamente cualquier corrección.
Esta gente, que se considera a sí misma inteligente, pero tal vez menos de lo que piensan, no ha sabido enfrentarse a sus mecanismos de defensa. Se conocen poco. Eso sí, han vivido con una maniática intensidad, y mueren con las botas puestas. No los cambia nadie, aferrado a su autoimagen, cargados de obsesiones, cautelosos,agresivos.
Esta gente, y lo estoy descubriendo en este tiempo de reencuentros, con los años se les ve el plumero. Es la edad,supongo. El plumero es la paranoia, la angustia, la impúdica exhibición de sus talentos , y un egoísmo roñoso.
Parece como que se les desmoronan los fragmentos de su yo farsante , y se acunan bajo el ala de alguna confortable convención (por supuesto justificada con alguna teoría que le proteja).
Antes, cuando las cosas iban bien porque el entorno era favorable, se les llenaba la boca con aquello de "por sus frutos los reconoceréis".
ResponderEliminarHoy ya nadie quiere hablar de frutos. Es un tema a evitar porque no hay frutos y lo que era la justificación de un modo de vida ha desaparecido. El proyecto hace aguas, mayores y menores. Quedará un imperio inmobiliario vacío de personas, como suele pasar con todas las empresas humanas (no hay que más que ver las fábricas vacías de Terrassa o Sabadell y los inmensos edificios vacíos que una vez fueron seminarios en Vic o en la calle Diputación de Barcelona o en la calle Corinto de Barcelona, por ejemplo).