miércoles, 18 de diciembre de 2019

DUDAS.

Esas que vienen a cada momento, en cada resolución o parada, en cada razonamiento. De las que destrozan las certezas, las sentencias, los recursos; esas que habitan en decisiones y promesas.

 Dudas que hacen incertidumbre lo maravilloso, que nos hacen pensar y nos quedamos quietos y empequeñecidos, no decidir al momento y no tener claro dónde vamos, y por qué.

 Dudas que nos impiden crecer, creer, disfrutar, conocer y nos hacen perder muchas energías. Tiempos oscuros en tierras de penumbras.

 Dudas personales y transferibles. Dudas, que son miedos tantas veces prescindibles, que no nos dejan caer pero tampoco caminar erguidos. Que se llevan en la mirada, y en ese titubeo, ese "no sé". Son el sí pero no, el quiero pero no debo. La causa de pedir perdón,  de las  lágrimas  y  los “debería”. 

Dudas que son el hilillo del que colgamos sobre el abismo y no sabemos si sostendrá todo nuestro peso. Lo que nos pone a prueba, lo que nos hace decidir entre no pecar y penitencia. 

Esa biografía que hace que pensemos escribir  un  "sí" o un "no", y estamos allí, quietos parados, con  el bolígrafo en los labios.

Sólo no he dudado - ¡ qué maravilla!- ante el amor.Siempre fue sí. ¡Sí!.

Siempre saltar de la pecera al mar.



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