jueves, 12 de diciembre de 2019

LA GRAN USTIÉ.

Cuando dejé de pertenecer a la prelatura decidí hacer las cosas bien. No dar la espantada  e intentar hacer el menos daño posible, aún sabiendo que esa decisión , gente que me quería,  no la iban a entender.

Unida a esa decisión iba mi condición de subdirector del colegio. Ese nombramiento iba condicionado por mi pertenencia a la prelatura. Así que, era agosto, fui a visitar al director del colegio, entonces de vacaciones.

Le conté mi decisión. Le dolió. Nos queríamos mucho y bien. 

- Si te parece - le comenté- para no escandalizar a la gente del colegio, y no complicar las cosas , no iré a al colegio ya en septiembre. Ni siquiera en las jornadas iniciales.

- Me parece muy bien. Te lo agradezco.

Y así lo hicimos.

Dos meses más tarde me llama.   Había que arreglar mi despido. Quedamos en una cafetería en la ciudad.

- Mira, al no asistir al colegio, cometiste una falta muy grave por no presentarte a trabajar sin motivo alguno. Esto significa que no tienes derecho a paro , ni a compensación alguna. 

Lo miré. No podía creer que esa misma persona que hace dos meses me agradecía el gesto de no asistir en las jornadas iniciales , ahora me estuviera diciendo eso.

- Muy bien.supongo que recuerdas lo que hablamos pero, en fin, qué le voy a hacer. 

Y me marché.

Por la tarde me volvió a llamar.

- Oye, que podemos arreglarte lo del paro,, y darte 1. 200  euros.

- Haced lo que queráis.

Y así fue. 

Allí aprendí que no hay amigos que valgan cuando la voz de su amo prevalece sobre todo lo demás. Ni siquiera la verdad , o la caridad. Ese hombre, Julio, era así. Eso sí, muy piadoso.

Aprendí que cuando los dioses se ocupan del destino de los seres humanos no tiene piedad alguna.

Y aprendí que , la frase es de Tysson, " todo el mundo tiene un plan hasta que te meten la primera Ustié". 

Allí me la dieron bien dada.





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