Cada
vez admiro más a las personas que se muestran débiles, sencillas,
con errores, a veces de bulto. Las que su sinceridad, cuando va
acompañada de buen humor, nos desarma. Aquellas que son imperfectas,
que no se dan un pijo de importancia.
Esa
gente que vive al día, a ver qué pasa hoy. Como esa mañana hace
unos días , en la plaza de un pueblo Castilla, donde cogí
distraído una rama de algo a una gitana que me la ofreció al
asalto, y la buena mujer me leyó el porvenir en las líneas de la
mano... y me fui corriendo a buscar vitriolo para lavarmelas.
No,
ya basta. No quiero que nadie me asegure un porvenir ni feliz, ni
desdichado, sea gitana, cura, jefe, consejero , familiar o “amigo”.
Cuando me intento leer el futuro en las manos lo único que veo es que me voy a tener que cortar las uñas otra vez.
ResponderEliminarMe voy a trabajar, día largo y previsible. Me costará sonreír y no estar callado al volver a casa.
Pues es hora ya de que sigas los consejos que se te dan, con humildad. Desde siempre te ha faltado humildad para seguir los conejos, y ya es hora. ¿Qué no ves que ya es de día?
ResponderEliminarEl porvenir es el presente. A muchos les angustia la imaginación de su futuro buscando una seguridad enfermiza, que no existe. Por eso adivinar el futuro es un negocio tan lucrativo. O prometer la salvación eterna, porque el amor de Dios no nos importa tanto, solo la salvación.
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