Anthony de Mello dixit: «Con la vida
ocurre lo mismo que con los chistes: lo importante no es lo que
duren, sino lo que hagan reír».
Me ha hecho gracia la sentencia, y me
ha hecho pensar.
Todos conocemos al pesado de turno que
se lanza en una tertulia a contar el típico chiste largo, que todo
el mundo se sabe, que no hace ninguna gracia, y que , encima, lo hace
más interminable todavía. Es más, a lo peor tú eres uno de esos.
Yo, desde luego, alguna vez he caído
en ese error.
Acostumbra a comenzar con “van en un
globo un chino, un inglés, un francés , y un español”, o
cualquiera de sus variantes. Y la gente pone cara de “¡no me
jodas, Paco!”.
Estos mismos son los que en las bodas
dicen lo de “¡que se besen, que se besen”...un coñazo.
La vida así vivida, como un larguísmo
y pesadísimo chiste que no hace gracia, esas vidas que duran y
duran, y que al final dices “muy bien, ¿y...?”. Nació, estudió,
se casó con una de su pueblo, o del colegio, o de la parroquia, fue
profesor 40 años, o funcionario , o jefe de planta, se jubiló, y
se murió. Nadie le conoció un desliz, una aventura, un derroche, un
fuera de sí, un emocionarse, un desfase, un desajuste, un desvarío,
un disparate , o un despropósito.
Escrivá de Alaver que voy voy, que no
todo lo que dijo es condenable, decía “si alguna vez hacéis
alguna barrabasada al menos que tenga gracia”. No es textual, pero
por ahí se le anda.
Una sensación muy frecuente, al menos para mi, durante la vida es que sientes como esta te lleva, te dirige, y no al contrario. ¡Me parece terrible! Son periodos, a veces muy largos, en los que no eres dueño del 90 por ciento de tu tiempo. Tus circunstancias, tu trabajo, tu sitio, no depende de ti...es exasperante!!!
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