jueves, 14 de agosto de 2014

IN ICTU OCULI.

“¿Qué hay más hermoso que una catedral?, se pregunta Maeztu...las ruinas de una catedral”. 

Ando por estas montañas de Cartagena y encuentras aquí y allá las ruinas de cuarteles que en su día fueron destinos de miles de solados.

Imaginas la  vida que debió de ser , perdidos donde el viento da la vuelta.

En su día debió de ser un mundo que se intuye feudal y muy cerrado. 

Hoy el lugar es de una belleza impresionante.

La soledad, la hora de la madrugada, el gris del amanecer, hechiza. Me sentía afortunado.

En el barroco las ruinas era un género. Quevedo y los muros de su patria son un clásico. Las ruinas se identificaba con el amor. Esos tíos veían los restos de Ítaca y se ponían a pensar en la fugacidad de la vida y de los amores. De allí el famoso “Carpe Diem”: vive al día que esto pasa rápido.

Paseando por la playa también sientes la fugacidad de esto de aquí abajo. Las ruinas de carnes fofas que pasean sus pellejos como anuncios de Pompas Fúnebres " ABIERTA HASTA EL ATARDECER"...o "DON CIPOTE DE LA MANGA"

La ruinas del amor. Las ruinas, hablan del tiempo como obsesión. La piedras son las víctimas de la violencia del tiempo, que es su verdadero escultor. ¿Qué ha sido de la gloria de esa batería de Cenizas que un día producía admiración y temor santo?. ...¿o de ese  cuerpazo Danone que se exhibe sin pudor alguno esclavo de su  clavo?.

Las ruinas invitan a meditar sobre el tiempo y nuestro cuerpo.

Para muchos contemplar las ruinas les lleva a optar por el desprendimiento, la pobreza, el desapego y la contemplación.

Otros acostumbran a hablar de la fugacidad de la belleza en las flores – la famosa fragilidad de la rosa- y les lleva a gozar del presente, la vida se escapa. 

Valdés Leal, con esos cuadros que acojona al más pintado, con cardenales putrefactados vestidos de fastuosa ridiculez  y con el cartelico que reza “In ictu oculi”...la vida es un parpadeo, un abrir y cerrar de ojos.

La Batería de Cenizas  sigue solitaria, rodeada de los sonidos de la naturaleza, del mar, la brisa en los árboles. De regreso me zampé un bocata de jamón y queso con tomate a la salud de los señores militares  que en su día fueron.

Mañana la ruina seremos nosotros.






3 comentarios:

  1. Las piedras, querido Suso, nos sobrevivirán, cambiadas por el tiempo. Y esconderán todo lo que saben, que es mucho.
    un abrazo fuerte

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  2. Gran entrada. Me ha inspirado en esta mañana, antes de ir al trabajo.
    Un gran abrazo!

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