sábado, 2 de agosto de 2014

TOCAR.



Un detalle que me sorprendió mucho de Juan Pablo II es que era hombre que tocaba a la gente, y se dejaba tocar: acariciaba, abrazaba, besaba, te acogía la cara con las manos, mesaba los cabellos... 

Y me sorprendió porque yo venía de una cultura donde tocar, ya no digo acariciar, estaba mal visto. 

Y así me fue, que estaba más salido que un balcón, y más quemado que la culata del Enterprice. No sé los demás, pero a mi eso de no sentir ni padecer...en fin, cara afuera, podía simular cierta virtud, pero la profesión iba por dentro, y todo lo que caía en la red, era pescado. Pájara que vuela, ¡ a la cazuela!. 

Y así me fue. 

Después, años más tarde, ves que Jesús tocaba a la gente, mucho, y se dejaba tocar: quería, lo manifestaba, y se dejaba querer. 

Son muchísimas las referencias que hacen los Evangelios a ese Jesús que sana tocando, imponiendo las manos, acariciando...y a gente que aquella sociedad los tenía como excluidos: leprosos, pobres, enfermos, mujeres...Jesús se pringa, y se deja pringar por el perfume de una mujer, sin hacer ascos, e importándole nada el qué dirán. 

Jesús no se niega a entregarse a multitudes deseosas de un contacto que les es negado y les hace sentir culpables . Es un clásico que en casi todos los sistemas de dominación “culpar a la víctima” es un mecanismo que se utiliza muy eficazmente. 

En una sociedad en la que estaba prohibido aproximarse a la impureza , Jesús la escandaliza. Por ejemplo con las mujeres, como la mujer que padecía hemorragias continuas, constituye una auténtica subversión. 

Es un Jesús que es tocado por muchos, pero que pregunta “¿quién me ha tocado?”...a mi la escena me parece maravillosa... mira que la leí veces...¿y por qué nadie me dijo que no tuviera miedo a tocar, y ser tocado?

Toca, acaricia, besa, abraza, ama con gestos, y déjate querer. Si tu corazón es puro, no hay problemas.

Si no lo es, ¡ay de ti!

Esta mañana Dios se lució en el amanecer...

3 comentarios:

  1. "Culpar a la víctima". Me recuerda a lo que me decían tantas veces: "no te dejas ayudar".
    Tocar y afectividad van juntos. En las organizaciones "no hay dolor" la afectividad se destierra y con ella una parte importante de la persona.
    En el otro extremo está Jesucristo, que se deja comer por nosotros.

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  2. Yo nunca entendí lo del "no te dejas ayudar". Me lo repetían mucho y me sentía muy, muy culpable. Hasta que descubrí a la gente que realmente me quiso ayudar. Para esos, lo de "no te dejas ayudar" no existe. Ni te lo dicen ni hace falta. Simplemente te ayudan.

    Felices vacaciones a todos los que tengan la suerte de poder hacerlas.


    Fdo. ex bético, ahora sevillista

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  3. Una entrada muy interesante. Yo siempre he sido persona de tocar bastante: a veces es como si necesitara hacerlo para demostrar cariño. Con el tiempo he comprobado que hay personas a los que les disgusta mucho que les toquen, y ahora tiendo a frenarme. Bueno ... es un post que me ha traído cierta paz, cierto consuelo.
    Y me ha gustado eso de "si tu corazón es puro no hay problemas". A veces la gente interpreta demasiado, y en ocasiones rizamos el rizo y tendemos a interpretar las interpretaciones de los demás ... y éstas no existen.

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