jueves, 21 de agosto de 2014

PARÁBOLA DEL CORMORÁN.

Vi  en estos días de vacaciones en Cabo de Palos un reportaje sobre los cormoranes.

Una ave curiosa.

Se alimentan de los peces que capturan bajo el agua. Se impulsan principalmente con las patas y pueden zambullirse durante más de un minuto, alcanzando una profundidad de unos 10 metros.

Tela.

Sus  plumas no son completamente impermeables, por lo que, al mojarse, éstas aumentan de peso, lo que les permite hundirse más y bucear con facilidad.

En ciertas localidades de China como en Guilin, se dieron cuenta que el cormorán  pescaba peces con una facilidad asombrosa. Se les ocurrió utilizarlos para pescar.

Les atan un cordel en la parte inferior del cuello de forma que puedan capturar un pez, pero no tragarlo. El pescador, una vez que el cormorán ha capturado la pieza, se la extrae (ya que ha quedado aprisionado en su garganta) y lo dispone para efectuar nuevas capturas.

El cormorán no entiende nada:

- ¿Qué coño pasa conmigo?- se pregunta- llevo pescados diez peces y  cada vez tengo  más hambre.

En la vida también hay cormoranes atrapados  por amores posesivos, o por jefes que viven de las habilidades de hombres a sueldos , que producen por diez, y no se comen un rosco.

Hay gente que vive en Guilin. Gargantas de cormorán, que pierden cuando pescan mil peces, y no lo saben.

4 comentarios:

  1. Esos cormoranes gilipollas que son tan buenos pescando pero le entregan todos los peces a su jefe y se conforman con las raspas, lo suyo es que se pusieran por libre, ¿no? Firmar un contrato de trabajo es voluntario, ¿no?

    ResponderEliminar
  2. Esto de pasar la vida centrando balones para que otros rematen a gol nos ha pasado a todos.Nadie se libra. Asín es la cosa. La semáfora del cormorán es auténtica. Siempre vendrá un listo que se las apañará mejor que tú, aunque te creas (o te tengan) por muy listo. A veces, la gracia del juego está en quitarse de en medio a tiempo, viéndola venir. Porque las collejas, como cualquier amenaza que nos pueda perjudicar vienen por la espalda. Ahín.

    ResponderEliminar
  3. Es el enigma de la servidumbre voluntaria. La gente no sabe decir no. Es más fácil ser gregario que ir por libre; es más cómodo, aparentemente, el nicho del hombre masa. Un viejo pueblo asiático, al decir de Tácito y contado por Etiénne de la Boetie, no aprendió nunca el vocablo del NO. Siempre fueron esclavos.
    Hoy día, sigue pasando lo mismo. Lo triste es muchos ni lo saben.

    ResponderEliminar
  4. El punto de camino que me gusta más es el de "aprende a decir que no" (aunque también lo tiene Gracián en el Oráculo Manual).
    De todos modos, tenemos menos libertad de lo que pensamos. A toro pasado todo es muy fácil.

    ResponderEliminar