“El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos”. El aforismo es de Nietzsche.
No lo veo así. Conozco muchos hombres con miedo atroz a la aventura, a la enfermedad venérea, a su impotencia sexual, al tamaño de su pene , a su mujer, y gustan de vidas domésticas , domesticadas, y se sienten muy felices.
También conozco hombres, y mujeres, infatigables en el arte de seducir. Son depredadores, con los ojos focalizados en la presa, salivando la caza que intuyen. Sufrí un jefe que el hombre mordía la yugular de todo lo que se movía, fuera de la raza, condición , o profesión que fuese. Son de la cepa de Dominique Strauss-Kahn.
Estos rijosos llevan muy mal la cosecha de calabazas por parte de sus piezas de caza , da igual mayor o menor.
Este que me refiero en la vida real babeaba ante cualquier mujer atractiva que se pusiera a su alcance, era un compulsivo de tomo y lomo , casi como un reflejo condicionado. Se acercaba a la presa hasta rozarla , y se tocaba el conguito . Era habitual que lo rechazaran - sobre todo si no era de la empresa la chica- y el rechazo le despertaba una agresividad contra todo el género femenino:
- Esta tía es gilipollas ´- sentenciaba.
Un día hablamos a calzón quitado y mostró las tuberías :su padre le abandonó de muy joven , y le dejó con el ala perdigonada y una madre posesiva que le inoculó el germen del narcisismo. Durante la adolescencia estuvo rodeado de su madre , y de alguna tía, que no hacían más que nombrar lo guapo que era.
A. pensaba que era muy guapo. Ese es su problema. Todo lo demás le importa nada: ni la familia, ni Dios, ni amigos, ni fidelidades...
A veces pienso, todo se sabrá, cual fue el precio sexual que pagó por estar donde está....y ese peaje tiene nombre de hombre.
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