sábado, 30 de enero de 2016

DE CAZA.

“El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos”. El aforismo es de Nietzsche.

No lo veo así. Conozco muchos hombres con miedo atroz  a la aventura, a la enfermedad venérea,  a su impotencia sexual, al tamaño de su pene , a su mujer, y gustan de vidas domésticas  , domesticadas, y se sienten  muy felices. 

También  conozco hombres, y  mujeres, infatigables  en el arte de seducir. Son depredadores, con los ojos  focalizados en la presa, salivando  la caza que intuyen. Sufrí un jefe que el hombre  mordía la yugular  de  todo  lo que se movía, fuera  de la raza, condición , o profesión que fuese. Son de la  cepa de  Dominique Strauss-Kahn. 

Estos rijosos  llevan  muy mal la cosecha de calabazas  por parte de sus piezas de  caza , da igual mayor o menor.

Este que me refiero en la vida real babeaba ante cualquier mujer atractiva que se pusiera a su alcance, era un compulsivo de tomo y lomo ,  casi como un reflejo condicionado. Se acercaba a la presa  hasta rozarla , y se tocaba el conguito . Era habitual que   lo rechazaran - sobre  todo si no era de la empresa la chica-  y el  rechazo le despertaba una agresividad  contra todo el género femenino:

- Esta tía es gilipollas  ´- sentenciaba.

Un día  hablamos  a calzón quitado y mostró las tuberías :su padre le abandonó de muy joven , y le dejó  con el ala  perdigonada y una  madre  posesiva que le inoculó el germen del narcisismo. Durante  la adolescencia estuvo rodeado de su madre , y de alguna tía, que no hacían más que  nombrar lo guapo que era.

A. pensaba que era muy guapo. Ese  es su problema. Todo  lo  demás le  importa nada: ni la familia, ni  Dios, ni  amigos, ni fidelidades...

A veces  pienso, todo se sabrá, cual fue el precio sexual que pagó por estar  donde está....y ese peaje tiene nombre de hombre.

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