domingo, 31 de enero de 2016

IR A SAGRADO.

Las malas noticias nunca vienen solas, dicen. 

Pues , la verdad ,  a veces uno piensa que eso es una verdad como un templo. 

He visto cómo personas sumidas en su trabajo y su vida familiar eran golpeadas despiadadamente por un infortunio que les arrebataba de forma imprevista muchas de las certezas de las que habían disfrutado. Pasaban de repente del mundo de los sanos a ese reino tenebroso de la enfermedad, a donde se entra tan fácilmente y de donde no se sabe cómo salir.

Luego aparece el Aksel de turno que se ceba en tu desgracia, viéndote aturdido, fuera de lugar, y te hace firmar  tu propia baja voluntaria. No entiendes nada. Y, probablemente, no haya  nada que entender.

Es usual escuchar que el sufrimiento nos enseña, nos hace más conscientes de nuestras limitaciones. Lo dudo. Más bien nos deja un vacío irreparable, una herida que no podemos sanar. Pone delante de nuestros ojos la insignificancia de nuestros sentimientos ante un mundo que sigue su curso.

No sé quién escribió un relato  que me gustó:   una persona ingresa en la planta octava de un hospital para ser atendido de una levísima enfermedad. Conforme emperora su estado, le van bajando de piso. Los médicos le dicen que es por pura precaución, para cuidarle mejor. Al final, acaba en la planta primera, que es la de los desahuciados, la de los que van a morir sin remedio.

Una metáfora de la vida, que es un descenso imparable hacia la muerte. Pero no nos damos cuenta. Preferimos pensar que no sucede nada cuando bajamos de planta.

He  vivido muy de cerca  la fragilidad de nuestra existencia, de las limitaciones del cuerpo. Esa lección se la debo a Aksel, y gente así, depredadores  "nasíos pa matar" .

¿Qué lección?: Como no podemos enfrentarnos con la realidad cotidiana de nuestra finitud, nos engañamos y pensamos que somos eternos. La mentira es un recurso que nos ayuda a soportar la vida.

Vivo en la verdad. No quiero mentiras.

Y, también gracias a ese clima inhóspito  que  sientes cuando estás en la calle, te vas a sagrado, quizás el único lugar que vale la pena estar. 

La familia es ese ir a sagrado.



1 comentario:

  1. qué fuerte! casarse con una tía con un vestido tan hortera!!! jajjaa

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