Era un bon vivant , muy de la raza que gusta retratar a Mercedes Salisachs en sus novelas : tenis por la mañana, amores por la tarde, lecturas a cualquier hora y para cenar, como plato único, una película de cine.
Cazar mujeres al ojeo y vivir de rentas , fue su primer oficio.
Su primera amante fue su sobrina . Era un hombre que estaba siempre con el arma cargada en estado de revista. Por sus brazos pasaron innumerables mujeres, casadas y solteras, unas muy finas y otras de perfiles algo ñapas.
Llevado de su obsesión sexual era capaz de estarse inmóvil en la puerta trasera de una tienda de ropa de señoras bien , con un cigarrillo Marlboro en los labios, esperando a la dependienta cañón a la que había invitado a desayunar horas antes .
A veces jugaba una simultánea, como en el ajedrez, con dos o tres aventuras al mismo tiempo. En una partida avanzaba un peón, en otra se comía un caballo , en otra hacía jaque mate.
No era monógamo, decía
- Con dos o tres me iba mejor. Ellas sabían que uno era así, y me decían " no cambies,es mejor que sigas siendo como eres " . No querían perderme, pero tampoco fidelidades eternas. Les gustaba mi inmadurez . Cuando jugué a la verdad, a entregarme del todo a la persona que quería, esa persona inmediatamente me enjaulaba.
Cuando le conocí se había casado con la hija única de una de las mejores familias de la burguesía de Barcelona. Una mujer madura, de un rubio leonado , algo tontita, que gustaba presumir de haber sido novia de un famoso escritor catalán.
Yo le miraba a él ,pero parecía no importarle . Le había dado un hijo a esa mujer y, probablemente buscando una vida mollar sin pagar mucho peaje , podía seguir con aventuras menos arriesgadas. La edad no perdona, y era hora de recogerse y buscar el calor de un nido con tres casas: Barcelona, Maresme, Puigcerdá.
Un día me dijo "lo que más me jode de la vida que llevo hoy es que las mujeres te miran, pero no te ven".
-¿Qué mujer podría enamorarse de un hombre que pide arroz hervido en un restaurante y que hace bolitas con la miga de pan?
La vida de este seductor tuvo su desgracia en su hijo. Carne de psiquiatra.
Un padre del colegio que envidiaba la vida sin aristas de este hombre , al saber la enfermedad de su hijo me dijo: "Por fin a este vividor le ha sucedido recoger la siembra de su imagen: un hijo idiota".
Sentí una pena muy profunda por ese comentario. La envidia es muy mala.
Me dicen que ese hombre está hoy en la cárcel por intento de envenenamiento de su mujer.
¡Qué mala es la codicia!
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