martes, 3 de septiembre de 2019

ASÍ SÍ.

En septiembre voló Manuela a Dios.

De ella aprendí que  la búsqueda de la felicidad es una búsqueda de la buena muerte. 
Si la pregunta es ¿qué tengo que hacer para morir bien? ¿Qué muerte debo preferir y qué existencia debo llevar en consecuencia?, ella nos enseñó el camino .¡ Qué manera  tan hermosa de despedirse !

Manu no concebía la caridad como al­go suave, tímido y respetable. Algo de burgueses bien pensantes, y de curas, frailes y monjas que viven muy bien. Lo concibió como algo amplio, desa­fiante, escandaloso, y hasta destructivo. Estaba dispuesta a todo por su gente. Su generosidad despreciaba el que diran , o el no puedo.

Hay gente que no alcanza a entender esta manera de ser, pero mientras no hayamos com­prendido esto, nadie comprenderá realmente ni siquiera el por qué olía tan bien el perfume de nardo con el que una desgraciada refrescó los pies de Jesús: cada persona vale el amor que le posee. Y si Dios no  nos amase, el  mundo no existiría.

Manuela jugó en esa liga. Y así quiero y pido morir.

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