martes, 17 de septiembre de 2019

QUINTO ANIVERSARIO.

Reconocí a la alegría por el ruido que hizo Manuela al marcharse. Esa alegría que ella dejó de guardia , como esa lucecita quitamiedos que se encienden en el alma de quiénes la conocimos, tratamos, y amamos. 

Hoy se cumplen cinco años del fallecimiento de Manuela.

Cuando la conocí uno vivía en el desvarío. Llevaba una doble vida espantosa, mi barco hacía agua por todos los lados, infiel a mis compromisos, con líos de faldas donde chapoteaba en una sexualidad muy atormentada. Todo me daba igual: madres, esposas de amigos, aventuras anónimas... 

Le conté todo. Ella merecía la verdad. Todos la merecemos, pero por primera vez sentía que con Manuela era distinto.

Le costó. Sin embargo, me cogió de la mano y dijo " ¡vamos!" . Manu era así. Tenía una debilidad , que era cariño de quilates, por los juguetes rotos, por los sobrinos que se estacaban, por el hermano que sufría, por las amigas cenicientas, los médicos novatos, las niñas que no tenían con quien hacer confidencias de chicas, los enfermos solitarios, las vecinas con necesidades...y allá que se iba, a reír, a decir "¡ no pasa nada!".

Me contó un amigo que tenía una hija, apenas un año, que un día sacó un zurullo del orinal donde estaba haciendo cacas y , aplastándolas contra su pecho dijo "¡ es mío! ". Así hizo Manu conmigo. Cogió esta mierda de Suso y se la aplastó contra su corazón, como si fuese una placa de sherif, y dijo " ¡ es mío! ".

Con ella se vivía muy bien. Presumía de uno, de su familia, de sus amigas (¡ las mejores del mundo! ), de su hospital, de su pueblo (¡ no había otro igual en el planeta!)...si a alguuien le gustaba el pulpo, ese dia se comía pulpo en casa, si era merluza, pues merluza. ¡ Joder qué tía!

No todo fue un camino de rosas conmigo. No me porté bien. Tuve mis asuntos tristes de los que mejor no hablar. Pero Manu era mucha Manu. En fin, es una buena historia que termina como terminan las historias de amor, cuando son de verdad: cogió la mierda de Suso, y la volvió a estrellar contra su pecho y gritó "¡ es mío!"

El día que falleció fui por la mañana a la UCI. Me colaron. Allí, los dos solos, nos despedimos. Antes de salir me hizo un gesto con las manos, las colocó a modo de oración, y con gestos me dijo " yo rezaré por tí, hazlo tú por mi". Después, por la tarde, su alma voló. Estábamos su hermana y yo.

Hoy Manuela podría estar viva. No quiso seguir con la ELA con medios artificiales, haberse la trasqueotomía , respiración asistida y esas cosas. Sabía que era una enfermedad mortal, sin cura, y no quería hipotecar la vida de nadie. Una vez un pobre de esos que piensa que sabe mucho de Dios, me preguntó si ella se había confesado. 

- Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos- le contesté- No sé si te suena esa frase. Esa fue Manuela.

Ella durante estos cinco años, y contando, ha cumplido su parte. La siento muy cerca. Me ha guiado, me ha seguido y, no sé cómo, todo ha ido muy bien. Todo es todo. Tuve un jefe que decía " ¡ qué suerte tiene este tío!". Já. Lo que él llama suerte se llama Manuela...Manuela Penwin, Manuela Fundación Jeroni de Moragues, Manuela Joaquín Romero, Manuela Roser, Manuela María José...

Yo también cumplo mi parte: no hay un solo día que no la recuerde, o hable con ella, le dé gracias.

En fin...no sé quién me lee, ni cuál es su condición, si tienes fe, o vives solo con lo que ves y lo que tocas, pero te animo, de verdad, a que ahora le pidas algo. Prueba. Algo que necesites y que no hay manera , y si es para otro, mejor. Verás como coge ese zurullo de petición, se la pone en el corazón, y dice "¡mío!" .





No hay comentarios:

Publicar un comentario