martes, 10 de septiembre de 2019

EL RÍO DE LA VIDA

Voy a Santiago. 

En la acera una rumana pide  limosna en la entrada del Gadis.

Al  lado del supermercado, y de esa  vagabunda , hay un gimnasio del que salen dos señoras con su estera enrollada  hablando de que estas  vacaciones han sido  muy  largas.

Esperando el semáforo una madre habla con   una señora mayor : mi hija, dice una, no quiere estudiar y se ha puesto a trabajar en un pub . 

Dentro de un BMW un hombre  pálido mira al trasluz una radiografía, y en ella aparecen unas manchas entre las blancas costillas. Tiene  cara de   inmenso  acojone.

En la farmacia, una anciana   extiende recetas y recetas sobre el mostrador mientras cuenta sus enfermedades a  la dependienta , a su lado,  una niña de 15 años lee el resultado de unas pruebas con expresión de gran alegría: ya te dije que no estabas embarazada, exclama su amiga, que es más joven todavía.

Me llama  uno y  me dice  que active el Skipe para esta tarde, que así hablamos  y me ve la cara.

Hay una cola frente a la sucursal  de Bancaja : ancianos  devastados  por la edad que van a  cobrar algún subsidio.  

El director  de  la sucursal habla con un cliente  "sí, tranquilo, del dinero negro ya me encargo y te digo..."

Llamo  a  mi madre  y le pregunto  qué  que tal Está feliz, a los 82  años sabe qué es una tablet.

Sale de la iglesia   una señora santigüándose  el agua bendita . Mientras, dos críos se  morrean en la  entrada  del templo  , se comen a besos con toda la furia. Cruza un  autobús y toca  el claxon al verlos.  En la ventanilla del autobús se ve a una negrita  con los cascos  puestos tarareando una canción. 

Paseo por Santiago  llevado por el río de la gente escuchando y viendo  estos trozos del puzle  de  la vida.

 En medio de esta corriente de la vida no he oído el nombre de un solo político.

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