En un centro no es fácil vivir con varios seres humanos, cada uno hijo de su padre y su madre. Y ya no digo si alguno está con problemas de adicciones, o es TOC, o arrastra una depresión. O, sencillamente, está como una puta cabra.
Cuando uno está en una familia- una de verdad, con padre, madre, hijos, y esas cosas- actúa algo que llamamos amor, o que lo parece. Estoy convencido de que si mañana me vuelvo loco y creo que va a llegar la Tercera Guerra Mundial, María José me seguirá la locura y colocará sacos terreros en toda la casa , por si nos bombardean. Y tendrá preparados unos cascos, de esos del ejercito. Y si es ella la que enloquece y piensa que hay una infección mundial, yo iré con una bata blanca y desinfectaré todos los rincones del hogar las veces que hagan falta.
Así es el amor.
En los centros en los que viví la experiencia que conocí era la de " la abnegación". O la de la "vergüenza".
Había uno - omito el lugar- que tenía una sensibilidad de Diva de la Ópera por las corrientes de aire. Y muchas veces , antes de entrar en ese centro , me preguntaba si estaría ese hombre a la hora de airear la sala de estar. Si estaba , anulaba la decisión. Pura abnegación, porque el tío cerraba a golpes las ventanas mientras emitía rugidos ininteligibles " ¡¡¡brrrr, ññññññ, brrrrr!!!
Era muy divertido ver como se producía una guerra fría entre los que querían morir asfixiados, y los que preferían hacerlo congelados. Y otras veces la lucha era por ver quién era más abnegado. Esto, sobre todo, los días después de un Curso de retiro.
Uno llegó a comprarse un libro que se titulaba " no digas sí, cuando quieras decir no". Lo bueno es que el volumen dio la vuelta por bastantes habitaciones de la casa.
Y era normal escuchar en la confidencia a uno que se reprochaba " ¿ sabes que me pasa a mi?, que soy gilipollas. No bueno, gilipollas. Porque , coño, ¿ a santo de qué hay que tener la sala de estar llena de humo, de olor a tigre , sólo porque el cura es de morro fino". Ese hombre lo que necesita es que le den un tortazo, joder".
- Hombre, reza por él, no está bien.
- ¡ Mis cojones!, ¿ que no está bien?...que te digo yo que lo que necesita es una buena leche.
Había centros que la convivencia era un algo entre la fusión de las almas, el empotramiento, el revuelto, la superposición, la suplantación, el entrometimiento y el desguace.
Pero no solía llegar la sangre al río. No siempre.
Un consejo, que ya sé que no pides. Las emociones que dejas en la oscuridad, que no has querido expresar, que pusiste un bozal , nunca mueren.
Quedan enterradas vivas y salen más tarde de la peor forma.
Grita, cabréate, llora, dale un puñetazo a la pared, blasfema...pero ojo con los silencios
Oiga, y conociendo el punto débil del personal, en alguna ocasión no hizo alguna travesura? Quiero decir, por ejemplo, dejar todas las ventanas abiertas antes de que apareciera el que no soportaba el roce del viento; o todo lo contrario: cerrar las ventanas y poner la calefacción a todo trapo antes de que apareciera algún entusiasta del frío.
ResponderEliminarLo digo porque hay gente que cuando se cabrea como una mona reacciona de forma muy cómica, como si estuviera en una película de Louis de Funes.
Era un polvorilla. Se apellidaba Monrós. Un día le pregunté si tenía una hermana que se llamaba Marilyn. Me contestó que no. Y dijo que a qué venía esa pregunta.
Eliminar-;Es que leí algo de una tal Marilyn Monros y pensé que a lo mejor era pariente suya.
La bronca fue apoteósica
En los centros donde viví no había amor. Como mucho lo que dices, abnegación. Y eso solo en algunos casos, en otros muchos era simplemente cubrir el expediente con el de al lado y poca cosa mas. En definitiva, aguantarte con el/los que no te caía/n bien y aplicar la dicha de “un día mas, y un día menos”. Y soportar la diferente vara de medir entre unos u otros del director de turno ya que “la voluntad de Dios se nos manifestaba a través de las indicaciones de los directores” y ni se te ocurriera hacer cualquier comentario cuestionandolo, ni tan siquiera en privado.
ResponderEliminarY tíos raros allí los había para aburrir.
Ex bético, ahora sevillista
Es lo que tienen las sectas...
EliminarNo se puede cuestionar al líder o a los líderes.
Jamás.
Es pecado.
Son perfectos.
Sin tacha.
Inmaculados.
Incluso más importantes que el mismísimo Jesús.
ATPC
Qué tendrá que ver la entrada de hoy con lo que dice, Sectario usted, además pata negra, y con certificado Aenor, con rodillera y mamazo gordo. Pringao.
EliminarEsto me recuerda a una anécdota de Monterols.
ResponderEliminarAlgunas habitaciones tenían dos literas y una cama, así que eran cinco personas por habitación.
En una de ellas se armó por la noche un barullo de estos, que si ventana abierta o ventana cerrada para dormir. Uno de los que quería la ventana abierta, desquiciado, se levantó y fue hacia la ventana.
La cogió, la levantó, la sacó de sus bisagras, la depositó en el suelo y discusión terminada.
Al día siguiente, en la meditación de la mañana, el cura nos pegó una bronca de padre y muy señor mío a raíz de este sucedido, que contó con todo lujo de detalles sin dar nombres.
Eso me recuerda a uno que dormía en la litera de arriva, en el mismo Monterols, que no soportaba el frío. Un día en que estaba acostado fuera de horas y no me había apercibido de ello, me gritó: '¡no me abras la ventana que me han operado de fimosiiiis! Aquel día le hice caso, por si acaso…
EliminarA este respecto, la Madre Pascalina, secretaria de ese pedazo de Papa que fue Pío XII, contó a un joven sacerdote que ella entendía que Jesús nos dijo que nos amáramos los unos a los otros, no que estuviéramos obligados a que todo el mundo nos caiga bien.
ResponderEliminarBueno, pero al menos con el uso de los coches, las guitarras y los ordenadores, en términos generales, no había líos, roces, ni malentendidos... por aquello del desprendimiento.
ResponderEliminar¡Venga ya!
EliminarEso de desprendimiento , que usted dice, era para algunos. Muchos resulta que no tenían coche, porque era de empresa, y muchas de las cosas que usaban no estaban disponibles porque eran cosas de trabajo. Mucha cara es lo que había. Por cada uno desprendido- desprendido de verdad- hay diez cuentistas. Una de las grandes mentiras del West Jamón: el desprendimiento: no tener nada como propio , no tener nada superfluo, no quejarte cuando falte lo necesario....¡ja!
En ese sentido a mi me pasó al revés. No tenía nada, venía de familia humilde, pero aprendí allí a tener de todo, o casi.
EliminarMe ha encantado el ejemplo de los sacos terreros y la fumigación masiva, porque es verdad.
ResponderEliminarEn mi caso, la de la Tercera Guerra Mundial sería yo, y el de la infección, mi contrario. Y sí, así lo haríamos. Como tú dices.
Lo que no había caído es en que es por amor, porque de tan evidente, de tan normal, ni te haces planteamientos.
Si resalta, es por la comparación con aquel quieroynopuedo. Aquello era el no va más, lo fetén, lo aristocrático... Y resulta que no le llega ni a las suelas.
McC
A los que nos han educado en el amor romántico- mi padre lo era , y mucho- nos ha costado bajar a la arena del día a día y aceptar lo maravilloso que es querer en zapatillas. Amar en lo ordinario, en las legañas, en lo cotidiano: esos muros de la realidad, avanzando , resbalando, cayendo, levantándose, ahogándose, sobreviviendo, mirándose. En la luz, en las sombras. Juntos. Tan iguales, y tan distintos.
EliminarMuchas veces le digo a María José " nos tenemos que que querer mucho . Sólo somos dos".
A mi me trago un agujero negro el día que me fui a. Vivir a un centro, me formateó el cerebro y la manera de hacer las cosas. Ahora después de 30 años fuera me sigo desprendiendo de maneras de hacer y sobre todo sigo aprendiendo a ser yo misma. Igual lo consigo antes de llegar a las puertas del más allá.
ResponderEliminarNo se rinda. No se me ponga tristona ni ande arrastrando los pies , ni mirando al suelo, como si la vida le pesara. Aquí no se tira la toalla, aquí no se rinde nadie, aquí se remete una la blusa y se sigue corriendo. ¡Vamos, joder!
EliminarEl “vamos, joder” me ha animado mucho. Nada de tristeza, solo arrastro este invierno largo pero alegre de poder ser libre como el sol cuando amanece yo soy libre. Gracias por los ánimos.
EliminarEn la SF la ley que se aplica ante las consultas es la siguiente: todo lo que te apetece, o es pecado o engorda. Ergo la respuesta es NO
ResponderEliminarMuy cierto.
EliminarMcC
Ya que hoy se habla de ambiente familiar, familia de sangre, hablar claro y dar el puñetazo a la pared, haré este homenaje a mi padre (RIP)
ResponderEliminarCuando pité tenía catorce años y medio. A los dieciocho me fui a "hacer la labor" a otro país. Mi padre llevaba bastante tiempo frecuentando los medios de formación, pero siempre había mantenido las distancias: a pesar las insistencias, se resistía a pitar. Pero, mi marcha al extranjero le impulsó a solicitar la admisión.
La primera vez que volví a casa de mis padres fue después de seis años de mi salida al extranjero. Me fui a comer a su casa, con ocho chavales con los había montado una convivencia en el país del que procedía. Aunque si, había visto a mis padres 6 veces, ya que cada año cogían un avión para visitarme. Los tres primeros años, mi madre tenía mucha ilusión e insistió para ver mi cuarto y el comedor del centro; no le hizo ninguna gracia saber no era posible. A partir de la cuarta vez, ya no preguntó más, limitándose a entrar -como en pasado- en el oratorio, la sala de estar y la sala de visitas del centro. Cuando nos veíamos, mi padre me daba la impresión del típico supernumerario que no se ha enterado de nada: bueno para llenar un círculo, hacer la contribución mensual y poco más. Pero me equivocaba.
Cuando, después de seis años de ausencia, volví a casa de mis padres -durante tres horas y acompañado de ocho chavales, los nueve totalmente bronceados- en medio de tanta alegría, mi padre me comentó, sin que los demás oyesen y sin darle mucha importancia, que le extrañaba un poco que las exigencias de la vocación me impidieran visitar a la familia uno o dos días - tampoco con ocasión del funeral de un abuelo o de un tío- mientras que no había ningún problema en montar «viajes apostólicos» de dos semanas a sitios paradisiacos.
La música cambió unos años más tarde, con motivo de la boda de mi hermana. Empezaron las llamadas telefónicas diarias. Todas las explicaciones sobre las exigencias de la entrega, la pobreza, el ejemplo (entonces era el director del centro) le parecían chorradas. Finalmente, bastante cabreado, se fue a hablar con el director de su centro, que le regurgitó todos los criterios. Entonces pidió entrevistarse con el consiliario, con el que nunca había hablado, que le recibió.
Cuando oí cómo se desarrolló la conversación, me pareció (y ahora me da vergüenza mi juicio de entonces) que mi padre era un pobre hombre, que no se había enterado de nada, y que con su forma de dirigirse al consiliario estaba prácticamente blasfemando. La verdad es que no sólo los tenía muy bien puestos. Tenía además muy clara la diferencia entre cosas serias y chorradas.
El consiliario empezó explicándole que Guiri no podía ir al matrimonio de su hermana porqué Guiri tenía que vivir la pobreza. Cuando mi padre dijo que lo entendía, que no había problema, que él se encargaría de pagar el viaje, el consiliario continuó aclarándole que Guiri seguía a Jesús y que, por amor y entrega nuestro Señor, renunciaba participar a eventos de este tipo. Ya bastante mosqueado, mi padre preguntó entonces al consiliario que le explicara como y donde Jesús empezó la vida pública. Y el consiliario: “Si es, cierto, pero el Padre ha dicho que….” Y mi padre, interrumpiendo “¡Me oiga bien, don X! ¡Aquí el padre soy yo!” . Y se acabó la conversación. El día después llegó una nota en la que se decía que era conveniente que Guiri se fuese al matrimonio de su hermana. No estoy seguro, pero no creo que mi padre esperó hasta al 19 de marzo sucesivo para largarse.
Buena anécdota.
EliminarYo estaba en una ciudad cuando se casó la hija de un supernumerario, de esos de " a mi derecha , la pared". Su hijo vivía en Villa Tévere, era sacerdote, después fue Vicario en un país. El hombre llamó a su hijo, y la hermana, y los hermanos- supernumerarios- y un cura agregado- canónigo de la Catedral . Y nada. El tío que no iba. Los mismos argumentos que ha dado Guiri.
Y el padre acabó hablando con don Álvaro, padre entonces. Y le dijo que él no podía hacer nada, porque era decisión de su hijo.
Y a tomar pol saco. No fue a la boda.
Allí hubo un antes y un después.
EliminarA mí tampoco me dejaron ir a la boda de mi hermano.
EliminarPepe Horcajada, entonces vocal de San Miguel en mi región (hermano de Juanfer) me dijo: Sanyi, móntate un viaje de trabajo y lo arreglamos. Así lo hice.
En la boda me encontré a cuatro numerarios, entre ellos a Antonio Valero y otro que hoy es sacerdote.
Por cierto, el subdirector del centro pollo resucitado que me negaba el viaja a la boda de mi hermano al año siguiente fue a la boda de su hermana.
Guiri, solo puedo decirte una cosa: ¡Olé, tu padre!
EliminarA mi también me prohibieron ir a la celebración de las bodas de plate de mis padres, supernumerarios desde antes del diluvio y con hijos saliéndoles por las orejas por aquello de “tened todos los hijos que dios os mande” sin mencionar de la paternidad responsable. Tuve que escribirles una carta diciendo que si mi familia es la obra y que tengo que atender primero a mi familia la obra y la bla bla bla… en una convivencia de inglés en la playa, ya ves. La carta la escribí llorando a moco tendido y por obediencia estricta.
EliminarAl cabo de unos días vino la directora a decirme que las buenas directoras de la delegación habían decidido que si que podía ir a as bodas de plata, mira tú que generosas. Pero que mis padres compraran el billete de tren. Supongo que “alguien” (mi padre) iría a dar un puñetazo a quien se pusiera por delante, hasta ahí podíamos llegar. Cosa que le agradezco.
Luego cuando me casé yo, una hermana numeraria no vino a mi boda y me es tibio la dichosa carta diciendo que no era porque yo había dejado de ser numeraria. No, que va.
Guiri igual podría contar sobre el particular alguna de sus inspiradoras "anéldotas", más que nada para animar el cotarro.
ResponderEliminar¡Joder Anonimo! ¡Eres insaciable! ¿Todavía más anécdotas? A ver si esta te gusta.
EliminarSoy cruz de palo de Kamchatka y me marché a hacer la labor en Yakutsk. Cuando hice la fidelidad, don Álvaro tuvo el detalle de enviarme una caja con una carta. “¡Mi querido Guiri!, decía la carta esa, “aunque en Casa no es costumbre hacer regalos, considerando tu singulares proveniencia y destinación apostólica, el Padre, con voto deliberativo del Consejo General, ha decidido obsequiarte con un tablero de Risk, con sus dados, barajas y ejércitos. Cuando curiosos te pregunten “¿De dónde eres?” “¿Dónde vives?” ¿”De donde sacas tus anecdotas tan inspiradoras?” será muy oportuno mostrarle cuanto antes ¡Tempus breve est! el tablero, para que se enteren bien dónde están estos bendidos territorios. ….”
La carta sigue con consideraciones demasiado personales para citarla integralmente en internet. Quizás me anime a publicarla cuando relate mi despitaje. Solo añadir que, lamentablemente, el postulador no admitió ni la carta ni la caja con el tablero de Risk en el proceso de beatificacion. Hace poco Mopa se enteró de este desaire. Me contactó y me comentó -sintéticamente- la gravedad de este asunto. Añadió que, aunque salgan los estatutos, quiere dedicar por lo menos dos Zoom a escucharse sobre este tema.
¡Espero que con esta anécdota haya hayas encontrado la inspiración que ibas buscando!
Aléjese de Mopa. Es un consejo de amigo. Es un plasta. Infatigable. Está avisado.
EliminarHe constatado que ahora incluso animan a los/las numes para que asistan a bodas no solo de familiares, sino a bodas de hijos/as de supernumerarios. Eso sí, abandonan la sala cuando empieza el baile.
EliminarOjoplática me quedo con la (muchomásque)anéldota.
EliminarMcC.
Jajaja Guiri, buenísimo tu comentario, de verdad… como suele decirse: me río a mandíbula batiente.
ResponderEliminarPor cierto, cuando he enviado el comentario pidiéndole una “anéldota”… todavía no se había publicado en el blog su primer comentario. Evidentemente, si hubiera leído su primer comentario no habría cursado la solicitud de una “anéldota”. Y no lo hubiera hecho porque su primer comentario es oro púlido en polvo. En todo caso, me alegra la confusión generada porque ello ha dado lugar a su segundo comentario (el cual es francamente ingenioso).
Mil gracias (también por su paciencia). Un abrazo y ojalá algún día nos conozcamos en persona.
Tampoco que permitían ir a la boda de mi hermana y me inventé que mi madre armaría un escándalo a todos los niveles si yo no asistía.
ResponderEliminarAl final y muy a regañadientes me dijeron que podía ir, pero solo a la ceremonia. Yo dije que sí, sin problema.
La boda se celebró a las 7 de la tarde y yo regresé al centro a las 2 de la madrugada del día siguente. Me siento feliz cada vez que lo recuerdo.
Me gustaría saber a que te refieres con lo de los silencios.
ResponderEliminarPor supuesto que durante mis años de "secuestro" estuve muy apartado de mi familia "biológica". Hasta que una larga enfermedad que pudo acabar muy mal, no la supieron gestionar muy bien mis "hermanos en la fe" .
Al tener que acompañarme un numerario cada vez que iba al médico las visitas se convirtieron en algo insoportable. Siempre con médicos de "casa". Grandes eminencias (sic)
Al final estuve ingresado todo un verano en el Clínic con una insuficiencia cardíaca muy grave que acabó con intervención quirúrgica a corazón abierto. Poco antes del ingreso, el cura de mi centro me gritó delante del director que era un hipocondríaco.
Nunca vino a verme al hospital ni el ni el director ni el seleccionador ni el presidente de la federación...
Solo mi familia de verdad estuvo conmigo siempre .
Cuando me recuperé y volví lo pasé realmente mal. Tanto que me acompañaron al famoso Dr. C. el de la 5ª planta, eso sí, para el viaje le pidieron el coche a mi padre. Luego, con la receta y supongo, las indicaciones del Dr. C, un buen dia apareció NF con sus morritos y me indicó el camino de los vestuarios.
Me sentí liberado y dejé el fútbol para siempre.
Un abrazo inmenso. Muyyyy fuerte.
EliminarYa eres libre, enhorabuena.
EliminarDe lo que te libraste. Gracias a Dios.
Ya sé que no está bien eso de pillar a los jóvenes con catorce punto seis, pero yo fue la mejor etapa de mi vida, lo juro. Los numes del centro eran todos universitarios, como hermanos mayores, sin gilipolleces, que si te tenían que dar un cosqui -no más- lo hacían, y tú les devolvías tres.
ResponderEliminarHabía hermandad y cariño, y nada de mariconadas. El opus me parecía lo más. Los finde, los adscritos nos quedábamos a dormir en la sala de estar o en el tatami. La montábamos intentando lo imposible: no despertar a los residentes, que por supuesto, nunca durmieron con nosotros, sino un piso más arriba, a donde nosotros nunca subíamos.
También había algún gilipollas, al que queríamos igual y cuyas broncas tomábamos a guasa, y los demás residentes nos decían: no os preocupéis por L, él es así, pero luego tiene un corazón de oro. Y es verdad que lo tenía. En las excursiones y demás actividades él hacía el trabajo sucio, toda la organización, robaba tiempo al sueño y de eso nunca se quejaba.
Qué tiempos, joder. Fumabamos y reiamos, nos ayudábamos y nos dábamos apoyo moral unos a otros.
Yo creía que eso era el opus, todo el opus, pero ya cuando fui al ce me di cuenta de que no, de que había tenido la suerte de caer en un centro que, por la calidad humana de los residentes que allí coincidieron, que eran además unos descabezados, habían hecho posible ese remanso de amistad, divertimento, sacrificio de unos por otros...
Es una pena que no haya podido mantener el contacto con casi ninguno.
No obstante, me duele cada vez que oigo noticias del declinar: Torreciudad, la prelatura, acusasiones de abusos... Todo eso hubiera sido impensable entonces.
Doy gracias a Dios porque nos permitió a una pandilla disfrutar del cielo en la tierra durante unos años. Desde aquí, mi respeto, cariño y homenaje a esos numes que lo hicieron posible.
Ojalá en la actualidad existiera un lugar así a donde pudiera yo llevar a mis hijos...